Un Amor Prohibido

Por Ana Lilia

La Mudanza
Desde que comencé con esa afición todo era diferente para mí: vampiros, vampiros y más vampiros. Nada era diferente solo amor a los vampiros y odio a los licántropos el peor enemigo de los vampiros. A mi papá le ofrecieron un trabajo en la ciudad más fría del país y nos mudamos allí. La nueva escuela y todo lo demás no nos costó trabajo ya que a mi papá le ofrecieron todo eso a cambio de que fuéramos a ese lugar así que el con gusto acepto.

El primer día de clases
El primer día que fui a la escuela todo era muy extraño, bueno si lo acepto todos me prestaban atención y me ayudaban en todo lo que necesitaba pero a la hora del almuerzo una familia en especial me llamo la atención: Eran 6 hermanos, todos pálidos como la niebla y no socializaban con nadie.
Cuando los vi no lo dude y me recordó a los vampiros ya que tenían las mismas características. Al terminar las clases le pregunte a un compañero que se llama Carlos quienes eran sus padres me contesto que el doctor y la enfermera de la escuela así que al llegar a casa les conté a mis padres. Obviamente no me creyeron hasta que en el primer festival se los presente (no en persona) y se quedaron embobados con la belleza de esa familia.

Cuando aceptaron que eran vampiros les platico acerca de lo que quería: Convertirme en uno de ellos.
Tarde mucho tiempo en convencerlos pero ellos siempre han querido lo mejor para mi, y aunque eso no era lo mejor, era lo que yo quería así que al final de cursos fui con el doctor, le platique lo que sabia y lo que quería que hiciera.
Al principio no lo acepto me explico todo lo que iba a perder y lo que ello no podían hacer y un humano, le rogué y solo decía que no así que mis padres fueron le explicaron lo que quería:
-Ella siempre ha esta ilusionada con eso-.Decía mi papá
-Pero es que no saben lo que su hija va a dejas-.Le respondió el doctor
-Pero eso no le importa y a nosotros tampoco, si ella quiere destrozar su vida ¡que la destroce!
-No lo siento no puedo destrozarle así la vida-. Termino el doctor
Nos fuimos a casa resignados pero entonces una idea cruzo mi mente: Si me lastimaba, si me hacía daño casi para morir nada iba a evitar que me convirtiera. Cuando se lo conté a mis padres no lo aceptaron y planee esperar un tiempo para hacerlo pero en el transcurso de ese tiempo una epidemia de Influenza ataco la ciudad y nos aislaron. Al momento de aislarnos no hubo manera de evitar que nos contagiáramos. Yo fui la primera en contagiarse e inmediatamente me llevaron al hospital pero ya no había forma de salvarme así que le rogué al doctor Díaz (ese era el apellido del doctor vampiro) que ya no había nada que me lo impidiera, que me convirtiera o ¿prefería verme morir? A regaña dientes lo acepto le pidió a la enfermera que nos dejara solos y entonces me mordió en el cuello en ese mismo momento sentí como sus dientes se clavaban en mi piel, sentí como si me hubieran inyecto miles de veces en el mismo lugar pero entonces me dormí y no sentí nada más.

Una Nueva Vida
Comencé mi nueva con emoción. Podía percibir todo con más claridad, los sonidos, la luz del día y en la noche percibía todo can más claridad. En mi primera casería casi actué por instinto pero me ayude por el mejor de mis nuevos “hermanos”, Mario, el mejor cazador de la familia.
Después nos mudamos a Canadá unos días después. Nos instalamos en nuestra nueva casa y mis hermanos y yo decidimos salir a conocer el lugar; era muy frio y casi nunca hacia sol hacía que era el lugar perfecto para nosotros: no nos teníamos que esconder de nada. Nos percatamos que al entrar al bosque había un olor muy extraños que jamás habíamos olido y además ¡APESTABA! De pronto al parecer mi nuevo padre nos escucho y nos saco de allí, fue muy extraño ¿Por qué nos saco de ese lugar? ¿Había algo malo? Lo dudo no nos hubiera alejado, pero aun así lo habría hecho: es de día y la ley es “Nada de vampiros en el día”. FIN

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