Bueno chicos lo primetido es deuda, aquí les dejo este capítulo numero 17 del FAN FIC de nuestra adorada ALEXA CULLEN:
Bella se inclinó hacia un costado para reposar su cabeza en mi hombro.
Yo manejaba con una mano y con la otra la abrazaba tiernamente.
No formuló palabra alguna durante todo el camino a su casa, seguramente estaría pensando en todo lo relatado esta tarde.
Cuando entramos a su calle sentí la presencia de aquellos desagradables Quileutes.
—Sucios perros—. Pensé en voz alta.
Otra vez rondando la casa de Bella, pero esta vez no venían de visita, hoy su presencia obedecía a otros motivos, por lo menos la del viejo, ya que el estúpido de Jacob Black venía, como era obvio, esperanzado de ver y hablar con ella.
Pero Billy Black traía otra cosa en mente.
Ambos se encontraban frente a casa de Bella, el anciano me miraba con desprecio y en su mente me escupía en la cara.
Apreté mis manos en el volante, tratando de controlar mi ira.
—Esto...— Logre decir. —Esto es pasarse de la raya—.
— ¿Han venido a avisar a Charlie?—.
Asentí con la cabeza.
Efectivamente eso era lo que ocultaba la presencia del anciano.
Tal era la expresión en su rostro, que hasta Bella se había percatado de sus intenciones.
Pero Jefe Swan aun no llegaba a casa.
—Déjame arreglarlo a mí —. Dijo ella.
Sabía que eso era lo mas acertado que podía hacer, retirarme.
El amor a mi padre fue lo que me obligó a hacerlo, no debía enfrentarme a ellos, no podía hacerle eso a mi padre.
—Quizás sea lo mejor, pero, de todos modos, ten cuidado, el chico no sabe nada—. Le dije, haciendo hincapié en la palabra chico. A mi lado, cualquiera de sus “amigos” eran chicos.
Me recordó que prácticamente eran de la misma edad, pero la edad mental de Bella no iba de la mano con su edad física, era como si ya hubiera vivido una vida entera.
—Sí, ya lo sé—. Le dije.
No quería que se sintiera ofendida por mi tonto comentario.
Le pedí que los hiciera entrar para poder irme, asegurándole que volvería al atardecer.
Sugirió que me llevara su coche y si no hubiera estado tan nervioso con la presencia de esos sucios perros, me habría largado a reír.
—Puedo llegar a casa mucho más rápido de lo que puede llevarme este coche—.
—No tienes por qué irte— Me dijo muy apenada.
Pero debía hacerlo, por mi familia y por ella, no quería que se encontrara en medio de una pelea, y no sería yo quien diera comienzo a esta guerra.
—Una vez que te libres de ellos, debes preparar a Charlie para presentarle a tu nuevo novio—.
Bella me agradeció sarcásticamente y le prometí que volvería pronto.
Torpemente me incliné para poder besar a mi novia, pero no podía apartar la vista de los dos que se encontraba a pocos metros de nosotros y bese su mandíbula cuando quería besar sus labios.
“Malditos y mil veces malditos” pensó Billy Black.
Lo único que el quería en esos momentos era poder caminar y sacar a Bella del coche. Además de patear mi trasero, claro esta.
Bella caminó hacia la casa y cuando estuvieron dentro de la casa baje del coche, miré alrededor para ver si había algún posible testigo y corrí hacia el bosque.
Debería haber ido directo a casa pero no pude, simplemente no pude.
Trepé a un árbol y espere.
No transcurrido mucho tiempo, escuche los pensamientos de Jacob Black.
“Cielos, solo a mi padre se le ocurre traer un cuadro en un día lluvioso, seguro que se estropea y me culparan a mi…
¿Pero donde esta el horrendo cuadro?...
Bella esta muy linda hoy ¿Y con quien estaba?, ¿Era Edward Cullen? Seguramente están saliendo, es una pena.
Tal vez podría invitarla a salir, no creo que sea nada serio”.
En esos momentos lo único que quería era bajar y arrancar la cabeza del muchacho. Tomarla por sus largos cabellos y arrojarla lo mas lejos posible para que nunca nadie pudiera encontrarla.
“¿Y el cuadro?...
Seguro que lo dejo en casa y yo aquí todo mojado cuando podría estar charlando de lo lindo con Bella”.
No pude aguantar mas todo aquello y de un gran salto me adentre más en el bosque, debería haber ido a casa cuando baje del coche, me recriminaba mentalmente, estaba tan furioso que de un golpe tumbe dos viejos y enormes árboles.
Pensé en correr a casa pero llegaría demasiado rápido y no quería hacerlo en estas condiciones.
Camine unos kilómetros y después de algún tiempo me sentí un poco mejor.
Emmett y Rosalie ya se habían instalado en su dormitorio, efectiva mente pasarían una temporada con nosotros.
—Vamos chico—. Dijo Emmett. —¿Aún con esa cara?. Hubiera jurado que te encontraría con mejor semblante—.
Pero no le dije nada.
Los demás estaban entusiasmados por el partido.
Jasper había apostado con Rosalie quien anotaba mas sticks.
Alice había comprado nuevos equipos deportivos para todos, incluyéndome.
No entendía aquella fijación suya con la ropa, para mi solo era ropa, pero creo que mi pulcra apariencia y la de los chicos, se la debíamos a ella.
Creo que después de unos 50 años, podía decir que me había acostumbrado a aquella rutina, ella compraba y nosotros vestíamos.
Escuche que todos se dirigían al jardín, al parecer por otra apuesta, cuando me reuní con ellos, Emmett y Jasper jugaban a las vencidas Rosalie y Alice los animaban respectivamente.
La competencia estaba pareja, ambos con la misma fuerza.
—Veo que ganaras amor—. Le dijo Alice a Jasper.
Rosalie resoplo por la nariz. —¡Emmett ya aposté con Alice! —.
—No…. es… jus…to—. Dijo entre jadeos Emmett.
—¡Ahora dijo Alice!—. Y Jasper aplicó toda su fuerza, en un segundo la competencia había terminado.
—Maldición Emmett—. Le dijo Rosalie.
—Estoy bien amor, gracias por preocuparte—. Contesto Emmett.
No entendía por que Emmett seguía apostando en contra de Alice.
—Una ventana hermano, solo necesito un ventana—. Me dijo él.
Creo que esperaba que Alice se equivocara en alguna oportunidad. Yo también esperaba eso con todo mi ser.
Esme se había molestado, no le gustaba que jugáramos de esa forma.
Para Emmett era muy frustrante, sentía la necesidad de explotar su capacidad corporal al límite, de ahí su preferencia por los osos, era la única manera de liberar toda su energía.
No le había gustado la idea de la Tregua con nuestros viejos amigos de la reserva, se había visto truncada la única oportunidad de una lucha real, pero nunca perdía las esperanzas.
—Será mejor ir pronto—. Dijo Esme. —Veo que están todos impacientes—.
—Ya era hora—. Dijo Jasper.
—Tan ansioso por la derrota—. Le respondió Rosalie, con una maliciosa sonrisa en los labios.
—Hey Emmett algún problema si me llevo tu Jeep? — Le pregunte.
—Que va, sin problema—. Me contesto.
Estacioné el Jeep y apagué el motor, la lluvia ya se dejaba caer sobre la ciudad, presté atención hacia el interior de la casa de Bella al parecer estaba fregando los platos, lo hacía rápidamente, por poco y se le cae uno, me reí de buen animo.
Cuando llamé a su puerta el propio Charlie abrió la puerta para mi.
—Entra, Edward, me dijo su padre.
Bella se encontraba uno cuantos pasos detrás de el y dejó escapar un suspiro.
—Gracias, jefe Swan— Le dije, ya sentía curiosidad por ese suspiro.
Su padre me pidió que le llamara Charlie, me sentí aliviado ya que esto de llamar a el padre de mi novia “Jefe” no me hacía mucha gracia.
Bella ya le había comentado que iríamos a jugar béisbol, después de hacer uno o dos graciosos comentarios sobre ella, nos marchamos. No sin antes hacerme prometer que estaría a salvo con migo.
“Mas te vale” Dijo en su mente.
Le ayude a subir al Jeep y al abrochar el arnés me incline levemente sobre ella, estaba plenamente consiente de que su padre nos observaba desde el porche, pero no pude evitar acariciar su cuello, tan largo y exquisito, lo único que quería en esos momentos era salir pronto de la vista de su padre.
—Esto es... humm... ¡Vaya pedazo de Jeep que tienes!—.
Le dije que era de Emmet y que era lo mejor para que ella no tuviera que correr todo el camino, bueno en realidad yo correría. Ella solo estaría aferrada a mi cuerpo.
—Me voy a marear—.
—Si cierras los ojos, seguro que estarás bien—. Le dije. Pero no contestó y solo se mordió el labio ya estaba nerviosa.
Su expresión era adorable, me incline para besar su cabeza.
Mmmmm. Su olor era tan exquisito.
Se había mojado un poco al salir de su casa y ahora olía a lluvia y frutos silvestres… Dolor.
Quise acariciar sus cabellos, inclinándome sobre su cuello.
Quería parar ahí mismo el coche… Involuntariamente deje escapar un quejido provocado por aquel exquisito dolor.
Bella alejó un poco su cuerpo y me miró sorprendida.
Vergüenza… Verdadera vergüenza sentía en ese momento, me defendí como mejor pude.
—Hueles deliciosamente a lluvia—.
—Pero, ¿bien o mal?—. Me preguntó.
—De las dos maneras, siempre de las dos maneras.
Para evitar mas problemas, me concentré en el camino, ya debíamos estar cerca y no quería estropear las cosas.
Ya me estaba costando menos tener control junto a ella y estaba entusiasmado con el partido.
Por fin podría saldar algunas cuentas con Emmett y liberar algo de estas sensaciones.
Llegamos al final de la carretera y le dije:
—Lo siento, Bella, pero desde aquí tenemos que ir a pie—. La lluvia se había convertido en una fina llovizna y ya se formaban grandes y altas nubes negras, no tardaría en empezar la tormenta.
A Bella repentinamente ya no le parecía tan buena idea el que corriera con ella en mi espalda.
—Pero ¿qué le ha pasado a tu coraje? Estuviste estupenda esta mañana—.
—Todavía no se me ha olvidado la última vez.
Pero ya habíamos llegado hasta aquí y no la llevaría de vuelta a su casa, eso por ningún motivo, no estaba dispuesto a separarme de ella tan pronto.
La tarde me había parecido un suplicio sin su compañía.
Me baje velozmente del carro para abrir su puerta, cuando estaba desatando el arnés me dijo:
—Ya los suelto yo; tú, vete—.
Por ningún motivo permitiría eso tal vez debería tratar de convencerla.
—Humm...—. Quizás podría tratar eso de “deslumbrarla” como ella decía.
—Me parece que voy a tener que forzar un poco tu memoria—.
— ¿Forzar mi memoria? ¿Cómo? —Me pregunto y sus palabras salían entrecortadas por el nerviosismo.
—Algo como esto— Le dije mientras clavaba la mirada en sus ojos.
Me recordé que debía solo “deslumbrarla” pero era tan fácil caer en sus ojos, apoye mis manos contra el Jeep justo a la altura de su cabeza.
Incliné mi rostro sobre el suyo, tenía mi cuerpo a una distancia prudente del suyo, no quería que el deslumbrado fuera yo.
—Ahora, dime, ¿qué es exactamente lo que te preocupa?—.
—Esto, bueno... estamparme contra un árbol y morir. Ah, y marearme.
El olor de su garganta baño mi rostro; Ahhh, exquisita tortura, sentí un escalofrío bajando por mi espalda y se dividió en mis piernas.
Cerré mis ojos e incliné mi cabeza para besar su cuello. inconscientemente me acerqué un poco mas a su cuerpo.
— ¿Sigues preocupada?— Dije contra su piel.
—Me preocupa terminar estampada en los árboles y el mareo—. Dijo con voz entrecortada.
Con mi nariz subí hasta el borde de su mandíbula, inspirando lentamente su esencia con el deseo quemando mi cuerpo y la sed de su sangre mi garganta.
Acorté un poco mas la distancia de nuestros cuerpos.
— ¿Y ahora?—. Susurre contra su mandíbula.
—Árboles—. Logro decir. —Movimiento, mareo.
Con mis labios rozando su piel, subí hasta sus párpados para besarlos.
—Bella, en realidad, no crees que te vayas a estampar contra un árbol,
¿a que no?—.
Quería que siguiera obstinada, quería seguir jugando, di otro pequeño paso y mi cuerpo quedó completamente adherido al suyo.
—No, aunque podría—.
Descendí dando pequeños besos sobre su mejilla hasta llegar a la comisura de sus labios.
— ¿Crees que dejaría que te hiriera un árbol?.
Mis labios siguieron el contorno de su boca, rozándola levemente.
—No—. Dijo. Y cuando entreabrió sus labios sentí su dulce perfume, una invitación imposible de rechazar.
—Ya ves—. Le dije con mis labios sobre los suyos, no hay nada de lo que tengas que asustarte, ¿a que no?
—No—. Dijo en un suspiro y rompió todas mis defensas.
Firmemente tomé su cara entre mis manos y la bese con todo mi ser.
Sus labios se abrieron para mi, invitando mi lengua, mi pierna se abrió paso entre las suyas y pude sentir nuestras caderas como si fueran una.
Bella sujetaba mi nuca con fuerza y con su lengua acariciaba la mía.
Mis manos bajaron por su hombros hasta llegar a su cintura, acaricié insistentemente su cuerpo el cual se contoneaba de puro placer.
Seguí bajando sin pedir permiso y sin parar de besar ahora su cuello, mis labios me quemaban al puro contacto de su piel.
Bella jadeaba mientras una de sus rodillas ascendía hasta la altura de mis muslos. Con una mano la sujeté fuertemente y con la otra recorría la redondez de sus glúteos.
El fuego quemaba mi boca y acaricié su cuello. El hambre, la sed…. su aroma… su cuerpo soldado al mío, mi cadera presionando la suya una y otra vez. Y de pronto sentí el placer de su sangre fluyendo en mi boca… caliente, exquisita.
El placer colmo mis sentidos explotando en mi cuerpo y en mi cabeza, alce el rostro y estire mis brazos al cielo disfrutando el orgasmo de su sangre.
La imagen de Bella tendida a mis pies con su cuerpo sin vida por mi causa, me golpeo en cuerpo y la mente, me quede paralizado en el acto. ¡No! ¡No!. Aquello no podía pasar, no ahora que casi conseguía controlar todos mis impulsos.
Bella había enroscado su brazos en mi cuello, jadeaba en mi boca y yo me había entregado por completo a una estúpida ensoñación.
La anhelaba demasiado, me había dejado llevar demasiado lejos por aquella fantasía, había estado a un segundo de terminar con su vida, me tambalee hacia atrás con la imagen de su cuerpo sin vida, aun en mi cabeza.
No sentía las piernas y por poco caigo al suelo.
— ¡Maldita sea, Bella!—. Logré decir. —¡Eres mi perdición, te juro que lo eres! —
Agradecí el fuerte viento que sopló en esos momentos. Respiré profundamente llenando mis pulmones de aire limpio de su esencia.
Apenas estaba recuperando mi auto control y me di media vuelta para no verla.
—Eres indestructible—. Me recriminó Bella.
Aquella palabra me resultaba sumamente ridícula en ese momento, que ella pensara que mi voluntad era indestructible, me parecía ridículamente absurdo.
—Eso creía antes de conocerte, ahora será mejor que salgamos de aquí rápido antes de que cometa algún error de verdad—. Le dije descortésmente.
Indestructible debía ser mi voluntad, mi control sobre mi cuerpo y mi mente.
No debía dejarme llevar por algo así nunca mas.
¿Pero cuanto podría estar junto a ella sin perderme a mi mismo? ¿Dos minutos, tal vez tres?
Me sentía tan estúpido, tan… inútil. ¿No podía hacer nunca nada bien?.
Caminé hacia ella y la tomé de un brazo, estaba demasiado disgustado con migo.
Recordé que debía tener cuidado con su cuerpo, no quería estropear más las cosas.
Recurrí a toda mi concentración para depositarla cuidadosamente sobre mi espalda.
Ella se sujetó como la vez anterior, con todas sus fuerzas a mi cuello y con sus piernas envueltas en mi cintura.
Le dije que no olvidara de cerrar los ojos y me largue a correr.
Había escondido su cabeza en mi espalda y su respiración quemaba mi espalda.
El viento golpeando mi cuerpo era lo que necesitaba, traté se concentrarme en aquella sensación y olvidé por un minuto todo lo demás.
No quería estar molesto con ella. No era su culpa.
Mi amada Bella. ¿Cuanto mas pondría en peligro su vida?
No, eso era impensable. No debía volver a ocurrir. Nunca más. Nunca.
Le dije a Bella que habíamos llegado y me quede muy quieto.
En realidad no se como sucedió, estaba esperando que ella bajara de mi espalda, cuando escuche:
—¡Ay! —.
Voltee rápidamente y la vi de espaldas en el suelo.
Tenía la cara roja, no sabría decir si era de vergüenza o de rabia.
No supe que hacer, quería reírme desesperadamente pero debía ayudarla.
Pude ver en su expresión que solo su orgullo había sido lastimado con esa caída y no pude aguantar mas la risa.
Me reí a todo pulmón, agarrando mi estomago con mis dos manos. Era verdaderamente gracioso.
Los ojos de Bella brillaron de rabia, a ella no le pareció tan gracioso.
Se puso de pie lo mejor que pudo y comenzó a caminar de vuelta al bosque.
— ¿Adonde vas, Bella?—. Le dije aun riendo.
—A ver un partido de béisbol. Ya que tú no pareces interesado en jugar, voy a asegurarme de que los demás se diviertan sin ti—.
Uff!. Se había molestado de verdad, pero caminaba en sentido contrario, trate con todas mi fuerza no volver a reír.
Cuando le dije que caminaba en sentido contrario no dejó de caminar, fue verdaderamente gracioso, solo dio una rápida media vuelta y caminó en la dirección opuesta, sin siquiera mirarme.
Cuando pasó junto a mi, estiré mi mano y la detuve sujetando la por los hombros, le pedí que no se enojara, le explique que la expresión de su rostro había sido la culpable y que no lo pude evitar.
—Ah claro, aquí tú eres el único que se puede enfadar, ¿no?—. Sus palabras estaban cargadas de resentimiento. —¿«Bella, eres mi perdición»?—. Dijo repitiendo mi tono de voz.
¿Así habían sonado mis palabras? ¿Acaso pensaba que estaba molesto con ella?
—Eso fue simplemente la constatación de un hecho—. Le dije.
Pobre Bella nunca entendía nada.
Aun cuando la muerte estaba parada junto a ella, esperando a que yo cometiera cualquier error.
Ella nunca entendía nada.
Trató de huir de mis brazos.
—Te habías enfadado—. Me dijo presionando mi respuesta.
—Sí—. Le respondí sinceramente.
Le conté que me odiaba a mi mismo por no dejar de ponerla en peligro una y otra vez.
Que no estaba molesto con ella. ¿Como podría molestarme ella? ¿No era ella mi compañera, el amor de mi existencia, la luz de mis días y la luna de mi noche?. ¿No era mi norte, mi razón de ser y sentir?.
¿Como podría molestarme con ella si era tan leal y valiente al querer estar con migo aun cuando no dejaba de ponerla en peligro una y otra y otra vez?.
¿Y como podría, si ella era capas de amarme mas que a su propia vida?.
—Te quiero—. Le dije. —Es una excusa muy pobre para todo lo que te hago pasar, pero es la pura verdad.
Reanudamos el paso y pronto estuvimos en el amplio espacio que nos servía como campo de juego.
Carlisle marcaba lentamente las bases, estaba esperando a que llegáramos, los otros estaban impacientes por comenzar el partido.
Alice y Jasper estaban practicando las lanzadas mientras que Emmett, Rosalie y Esme nos esperaban sentados en una roca muy cerca del borde del bosque.
Bueno en realidad solo Esme y Emmett nos esperaban y al parecer estaban un tanto curiosos.
Cuando Rosalie sintió nuestra presencia solo pensó en una cosa:
“Estúpido como te atreves”.
Fue lo único que soltó su mente y luego se marcho en dirección al campo de juego.
Esme estaba contenta de vernos nuevamente y di las gracias que ella la acogiera de esa manera, tal vez si podría divertirme después de todo.
Se acercaron a nosotros y mi madre pregunto:
— ¿Es a ti a quien hemos oído, Edward?—.
—Sonaba como si se estuviera ahogando un oso—. Agregó Emmett.
—Era él—. Dijo Bella.
—Sin querer, Bella resultaba muy cómica en ese momento—. Le conteste.
Traté de no pensar mucho en ello, no fuera que me diera otro ataque de risa.
Alice se acercaba a nosotros, ya era hora de comenzar.
—Es la hora—. Dijo ella , a continuación de esas palabras resonó en el cielo un trueno.
Alice y Emmett corrieron al campo tomados de la manos, muy animados por el partido que comenzaba.
Yo me moría por correr junto a ellos pero no quería dejar a Bella.
— ¿Te apetece jugar una bola?—. Pregunté. No sería lo mismo que con mis hermanos pero podría resultar.
— ¡Ve con los demás!. Me dijo ella.
Corrí para dar alcance a mis hermanos y lo hice fácilmente.
Eche una última mirada a la mente de mi madre para ver que todo estuviera bien y me entregue al juego.
Rosalie, Emmett y Jasper estaban en el equipo contrario, jugaban contra Carlisle, Alice y yo.
Emmett siempre discutía por la formación de los equipos. Decía que no era justo que Alice y yo jugáramos juntos, pero no me gustaba mucho jugar al lado de Rosalie y sabía perfectamente que a ella tampoco le agradaba mucho.
Alice fue la primera en lanzar y cuando Emmett logro anotar, la bola salió disparada por los aires, adentrándose en el bosque. Muy rápida de verdad pero no tanto como para que yo la perdiera.
Me lancé en picada tras ella y la alcance sin complicaciones en el aire.
— ¡out!—. Dijo mi madre, cuando me vio salir del bosque, los ojos de Bella parecían dos grandes platos y me miraba sorprendida.
El resto del partido se desarrollo con normalidad, digo normalidad para nosotros, no estaba muy seguro si Bella podía entender lo que estaba viendo, pero estaba junto a Esme y yo podía estar tranquilo.
En la mitad del juego me acerqué a Bella.
— ¿Qué te parece? —Le pregunte expectante de su opinión, no quería pensar que estuviera aburrida ni nada por el estilo.
Pero ella estaba bien y hasta bromeó sobre el tema.
Muy rápido mis hermanos me llamaron a continuar con el juego ya que era mi turno de batear.
Estábamos empatados, era el turno de Carlisle cuando escuche a Alice, la busque con la vista y pude ver lo inevitable.
Corrí junto a Bella sin saber muy bien que hacer.
Un minutó después todos se reunieron junto a nosotros preguntando a Alice lo que había visto.
Yo ya sabía, lo había visto, el aquelarre estaba en camino hacia nosotros.
— ¿Qué pasa, Alice?—. Le pregunto mi padre.
Ella le explico su visión y se sentía culpable por no poder ver claramente.
— ¿Qué es lo que ha cambiado?— Le pregunto ahora Jasper.
—Nos han oído jugar y han cambiado de dirección—.
Instintivamente mire a Bella pero al parecer había sido la misma reacción para el resto de mi familia.
— ¿Cuánto tardarán en llegar?—. Me preguntó mi Padre.
Me concentré en los pensamientos de aquellos extraños, deje de lado la preocupación de Esme, la culpa de Alice y mi angustia y desesperación.
Ya se encontraban cerca, demasiado como para poder hacer algo.
—Menos de cinco minutos. Vienen corriendo, quieren jugar—.
Carlisle no quería tener algún enfrentamiento con aquellos desconocidos.
Pero no permitiría que nada le pasara a Bella.
Trataba con todas sus fuerzas de encontrar alguna rápida salida para nosotros.
— ¿Puedes hacerlo?—. Me preguntó mientras pensaba si yo sería lo suficientemente rápido para huir con ella.
Esa posibilidad ya había cruzado por mi mente.
—No, con carga, no, además, lo que menos necesitamos es que capten el olor y comiencen la caza—.
Sería demasiado fácil seguir la estela de esencia que dejaríamos.
— ¿Cuántos son?—. Preguntó Emmett a Alice.
Son tres, respondimos al mismo tiempo.
— ¡Tres!. Dejadlos que vengan—.
Estaba verdaderamente contento con la idea, pero mi padre no estaba tan seguro, que pasaría con Bella?. Solo hoy la presentaba a mi familia y ahora debería presenciar una lucha a muerte?
De algo ambos estábamos seguros: Aquello si sería demasiado para su mente humana.
—Nos limitaremos a seguir jugando, dijo mi padre, al fin. —Alice dijo que sólo sentían curiosidad—.
Mi madre me hacia preguntas referentes a aquellos que estaban por llegar.
Quería saber si se encontraban hambrientos, yo no podía ver bien sus mentes aun estaban lejos de mi alcance y no conocía su sonido mental, aunque eran los únicos extraños en metros a la redonda.
Hasta que por fin pude ver…
La noche anterior habían dado muerte a un pequeño grupo de excursionistas.
Eran 5 y nadie logro escapar.
Veía sus rostros en la mente la hembra, gritando y pidiendo piedad.
Aquello había sido horrible, cerré mis ojos, tratando de borrar aquellas terribles imágenes. Esos no eran como nosotros, aquellos eran unos animales.
Dando un leve movimiento a mi cabeza, negué en respuesta a la pregunta de mi madre, Bella no necesitaba enterarse de aquello.
—Intenta atrapar tú la bola, Esme, yo me encargo de prepararla—.
Aunque su piel era blanca, casi traslúcida, aun se podía ver en ella el calor de su sangre.
—Suéltate el pelo—. Le dije tratando de controlar mis nervios, aquello era inútil, no había nada que yo pudiera hacer para ocultar su forma o disfrazar su olor.
Desesperado mordí mi labio inferior.
Bella soltó su cabello y lo sacudió, no había nada que pudiera hacer.
—Los otros vienen ya para acá—. Dijo mirando mis ojos.
—Sí, quédate inmóvil, permanece callada, y no te apartes de mi lado, por favor—.
Traté inútilmente de ocultar su rostro con su cabello, pero Alice dijo que era un caso perdido.
Como si yo no supiera aquello, que era tan evidente.
Mi familia ya estaba llevando a cabo el plan, trataban de parecer concentrados en el juego. Emmett, Jasper y Rosalie están encargados de vigilar la llegada, Esme, Carlisle y Alice intentaban poner atención a la bola.
Permanecí al lado de Bella sin dejar de vigilar el borde del bosque.
—Lo siento, Bella—. Le dije apretando los dientes. —Exponerte de este modo ha sido estúpido e irresponsable por mi parte. ¡Cuánto lo siento! —.
Un segundo después los pude escuchar claramente, ya estaban aquí.
Quería que mi cuerpo formara una pared entre ellos y Bella.
Sería mi esencia lo suficientemente fuerte para disfrazar la suya?.
En ese momento todos nos quedamos inmóviles expectantes.
Ahí venía el destino, corriendo hacia nosotros como un tren sin frenos…
Capítulo 17
Maldito Partido
Maldito Partido
Bella se inclinó hacia un costado para reposar su cabeza en mi hombro.
Yo manejaba con una mano y con la otra la abrazaba tiernamente.
No formuló palabra alguna durante todo el camino a su casa, seguramente estaría pensando en todo lo relatado esta tarde.
Cuando entramos a su calle sentí la presencia de aquellos desagradables Quileutes.
—Sucios perros—. Pensé en voz alta.
Otra vez rondando la casa de Bella, pero esta vez no venían de visita, hoy su presencia obedecía a otros motivos, por lo menos la del viejo, ya que el estúpido de Jacob Black venía, como era obvio, esperanzado de ver y hablar con ella.
Pero Billy Black traía otra cosa en mente.
Ambos se encontraban frente a casa de Bella, el anciano me miraba con desprecio y en su mente me escupía en la cara.
Apreté mis manos en el volante, tratando de controlar mi ira.
—Esto...— Logre decir. —Esto es pasarse de la raya—.
— ¿Han venido a avisar a Charlie?—.
Asentí con la cabeza.
Efectivamente eso era lo que ocultaba la presencia del anciano.
Tal era la expresión en su rostro, que hasta Bella se había percatado de sus intenciones.
Pero Jefe Swan aun no llegaba a casa.
—Déjame arreglarlo a mí —. Dijo ella.
Sabía que eso era lo mas acertado que podía hacer, retirarme.
El amor a mi padre fue lo que me obligó a hacerlo, no debía enfrentarme a ellos, no podía hacerle eso a mi padre.
—Quizás sea lo mejor, pero, de todos modos, ten cuidado, el chico no sabe nada—. Le dije, haciendo hincapié en la palabra chico. A mi lado, cualquiera de sus “amigos” eran chicos.
Me recordó que prácticamente eran de la misma edad, pero la edad mental de Bella no iba de la mano con su edad física, era como si ya hubiera vivido una vida entera.
—Sí, ya lo sé—. Le dije.
No quería que se sintiera ofendida por mi tonto comentario.
Le pedí que los hiciera entrar para poder irme, asegurándole que volvería al atardecer.
Sugirió que me llevara su coche y si no hubiera estado tan nervioso con la presencia de esos sucios perros, me habría largado a reír.
—Puedo llegar a casa mucho más rápido de lo que puede llevarme este coche—.
—No tienes por qué irte— Me dijo muy apenada.
Pero debía hacerlo, por mi familia y por ella, no quería que se encontrara en medio de una pelea, y no sería yo quien diera comienzo a esta guerra.
—Una vez que te libres de ellos, debes preparar a Charlie para presentarle a tu nuevo novio—.
Bella me agradeció sarcásticamente y le prometí que volvería pronto.
Torpemente me incliné para poder besar a mi novia, pero no podía apartar la vista de los dos que se encontraba a pocos metros de nosotros y bese su mandíbula cuando quería besar sus labios.
“Malditos y mil veces malditos” pensó Billy Black.
Lo único que el quería en esos momentos era poder caminar y sacar a Bella del coche. Además de patear mi trasero, claro esta.
Bella caminó hacia la casa y cuando estuvieron dentro de la casa baje del coche, miré alrededor para ver si había algún posible testigo y corrí hacia el bosque.
Debería haber ido directo a casa pero no pude, simplemente no pude.
Trepé a un árbol y espere.
No transcurrido mucho tiempo, escuche los pensamientos de Jacob Black.
“Cielos, solo a mi padre se le ocurre traer un cuadro en un día lluvioso, seguro que se estropea y me culparan a mi…
¿Pero donde esta el horrendo cuadro?...
Bella esta muy linda hoy ¿Y con quien estaba?, ¿Era Edward Cullen? Seguramente están saliendo, es una pena.
Tal vez podría invitarla a salir, no creo que sea nada serio”.
En esos momentos lo único que quería era bajar y arrancar la cabeza del muchacho. Tomarla por sus largos cabellos y arrojarla lo mas lejos posible para que nunca nadie pudiera encontrarla.
“¿Y el cuadro?...
Seguro que lo dejo en casa y yo aquí todo mojado cuando podría estar charlando de lo lindo con Bella”.
No pude aguantar mas todo aquello y de un gran salto me adentre más en el bosque, debería haber ido a casa cuando baje del coche, me recriminaba mentalmente, estaba tan furioso que de un golpe tumbe dos viejos y enormes árboles.
Pensé en correr a casa pero llegaría demasiado rápido y no quería hacerlo en estas condiciones.
Camine unos kilómetros y después de algún tiempo me sentí un poco mejor.
Emmett y Rosalie ya se habían instalado en su dormitorio, efectiva mente pasarían una temporada con nosotros.
—Vamos chico—. Dijo Emmett. —¿Aún con esa cara?. Hubiera jurado que te encontraría con mejor semblante—.
Pero no le dije nada.
Los demás estaban entusiasmados por el partido.
Jasper había apostado con Rosalie quien anotaba mas sticks.
Alice había comprado nuevos equipos deportivos para todos, incluyéndome.
No entendía aquella fijación suya con la ropa, para mi solo era ropa, pero creo que mi pulcra apariencia y la de los chicos, se la debíamos a ella.
Creo que después de unos 50 años, podía decir que me había acostumbrado a aquella rutina, ella compraba y nosotros vestíamos.
Escuche que todos se dirigían al jardín, al parecer por otra apuesta, cuando me reuní con ellos, Emmett y Jasper jugaban a las vencidas Rosalie y Alice los animaban respectivamente.
La competencia estaba pareja, ambos con la misma fuerza.
—Veo que ganaras amor—. Le dijo Alice a Jasper.
Rosalie resoplo por la nariz. —¡Emmett ya aposté con Alice! —.
—No…. es… jus…to—. Dijo entre jadeos Emmett.
—¡Ahora dijo Alice!—. Y Jasper aplicó toda su fuerza, en un segundo la competencia había terminado.
—Maldición Emmett—. Le dijo Rosalie.
—Estoy bien amor, gracias por preocuparte—. Contesto Emmett.
No entendía por que Emmett seguía apostando en contra de Alice.
—Una ventana hermano, solo necesito un ventana—. Me dijo él.
Creo que esperaba que Alice se equivocara en alguna oportunidad. Yo también esperaba eso con todo mi ser.
Esme se había molestado, no le gustaba que jugáramos de esa forma.
Para Emmett era muy frustrante, sentía la necesidad de explotar su capacidad corporal al límite, de ahí su preferencia por los osos, era la única manera de liberar toda su energía.
No le había gustado la idea de la Tregua con nuestros viejos amigos de la reserva, se había visto truncada la única oportunidad de una lucha real, pero nunca perdía las esperanzas.
—Será mejor ir pronto—. Dijo Esme. —Veo que están todos impacientes—.
—Ya era hora—. Dijo Jasper.
—Tan ansioso por la derrota—. Le respondió Rosalie, con una maliciosa sonrisa en los labios.
—Hey Emmett algún problema si me llevo tu Jeep? — Le pregunte.
—Que va, sin problema—. Me contesto.
Estacioné el Jeep y apagué el motor, la lluvia ya se dejaba caer sobre la ciudad, presté atención hacia el interior de la casa de Bella al parecer estaba fregando los platos, lo hacía rápidamente, por poco y se le cae uno, me reí de buen animo.
Cuando llamé a su puerta el propio Charlie abrió la puerta para mi.
—Entra, Edward, me dijo su padre.
Bella se encontraba uno cuantos pasos detrás de el y dejó escapar un suspiro.
—Gracias, jefe Swan— Le dije, ya sentía curiosidad por ese suspiro.
Su padre me pidió que le llamara Charlie, me sentí aliviado ya que esto de llamar a el padre de mi novia “Jefe” no me hacía mucha gracia.
Bella ya le había comentado que iríamos a jugar béisbol, después de hacer uno o dos graciosos comentarios sobre ella, nos marchamos. No sin antes hacerme prometer que estaría a salvo con migo.
“Mas te vale” Dijo en su mente.
Le ayude a subir al Jeep y al abrochar el arnés me incline levemente sobre ella, estaba plenamente consiente de que su padre nos observaba desde el porche, pero no pude evitar acariciar su cuello, tan largo y exquisito, lo único que quería en esos momentos era salir pronto de la vista de su padre.
—Esto es... humm... ¡Vaya pedazo de Jeep que tienes!—.
Le dije que era de Emmet y que era lo mejor para que ella no tuviera que correr todo el camino, bueno en realidad yo correría. Ella solo estaría aferrada a mi cuerpo.
—Me voy a marear—.
—Si cierras los ojos, seguro que estarás bien—. Le dije. Pero no contestó y solo se mordió el labio ya estaba nerviosa.
Su expresión era adorable, me incline para besar su cabeza.
Mmmmm. Su olor era tan exquisito.
Se había mojado un poco al salir de su casa y ahora olía a lluvia y frutos silvestres… Dolor.
Quise acariciar sus cabellos, inclinándome sobre su cuello.
Quería parar ahí mismo el coche… Involuntariamente deje escapar un quejido provocado por aquel exquisito dolor.
Bella alejó un poco su cuerpo y me miró sorprendida.
Vergüenza… Verdadera vergüenza sentía en ese momento, me defendí como mejor pude.
—Hueles deliciosamente a lluvia—.
—Pero, ¿bien o mal?—. Me preguntó.
—De las dos maneras, siempre de las dos maneras.
Para evitar mas problemas, me concentré en el camino, ya debíamos estar cerca y no quería estropear las cosas.
Ya me estaba costando menos tener control junto a ella y estaba entusiasmado con el partido.
Por fin podría saldar algunas cuentas con Emmett y liberar algo de estas sensaciones.
Llegamos al final de la carretera y le dije:
—Lo siento, Bella, pero desde aquí tenemos que ir a pie—. La lluvia se había convertido en una fina llovizna y ya se formaban grandes y altas nubes negras, no tardaría en empezar la tormenta.
A Bella repentinamente ya no le parecía tan buena idea el que corriera con ella en mi espalda.
—Pero ¿qué le ha pasado a tu coraje? Estuviste estupenda esta mañana—.
—Todavía no se me ha olvidado la última vez.
Pero ya habíamos llegado hasta aquí y no la llevaría de vuelta a su casa, eso por ningún motivo, no estaba dispuesto a separarme de ella tan pronto.
La tarde me había parecido un suplicio sin su compañía.
Me baje velozmente del carro para abrir su puerta, cuando estaba desatando el arnés me dijo:
—Ya los suelto yo; tú, vete—.
Por ningún motivo permitiría eso tal vez debería tratar de convencerla.
—Humm...—. Quizás podría tratar eso de “deslumbrarla” como ella decía.
—Me parece que voy a tener que forzar un poco tu memoria—.
— ¿Forzar mi memoria? ¿Cómo? —Me pregunto y sus palabras salían entrecortadas por el nerviosismo.
—Algo como esto— Le dije mientras clavaba la mirada en sus ojos.
Me recordé que debía solo “deslumbrarla” pero era tan fácil caer en sus ojos, apoye mis manos contra el Jeep justo a la altura de su cabeza.
Incliné mi rostro sobre el suyo, tenía mi cuerpo a una distancia prudente del suyo, no quería que el deslumbrado fuera yo.
—Ahora, dime, ¿qué es exactamente lo que te preocupa?—.
—Esto, bueno... estamparme contra un árbol y morir. Ah, y marearme.
El olor de su garganta baño mi rostro; Ahhh, exquisita tortura, sentí un escalofrío bajando por mi espalda y se dividió en mis piernas.
Cerré mis ojos e incliné mi cabeza para besar su cuello. inconscientemente me acerqué un poco mas a su cuerpo.
— ¿Sigues preocupada?— Dije contra su piel.
—Me preocupa terminar estampada en los árboles y el mareo—. Dijo con voz entrecortada.
Con mi nariz subí hasta el borde de su mandíbula, inspirando lentamente su esencia con el deseo quemando mi cuerpo y la sed de su sangre mi garganta.
Acorté un poco mas la distancia de nuestros cuerpos.
— ¿Y ahora?—. Susurre contra su mandíbula.
—Árboles—. Logro decir. —Movimiento, mareo.
Con mis labios rozando su piel, subí hasta sus párpados para besarlos.
—Bella, en realidad, no crees que te vayas a estampar contra un árbol,
¿a que no?—.
Quería que siguiera obstinada, quería seguir jugando, di otro pequeño paso y mi cuerpo quedó completamente adherido al suyo.
—No, aunque podría—.
Descendí dando pequeños besos sobre su mejilla hasta llegar a la comisura de sus labios.
— ¿Crees que dejaría que te hiriera un árbol?.
Mis labios siguieron el contorno de su boca, rozándola levemente.
—No—. Dijo. Y cuando entreabrió sus labios sentí su dulce perfume, una invitación imposible de rechazar.
—Ya ves—. Le dije con mis labios sobre los suyos, no hay nada de lo que tengas que asustarte, ¿a que no?
—No—. Dijo en un suspiro y rompió todas mis defensas.
Firmemente tomé su cara entre mis manos y la bese con todo mi ser.
Sus labios se abrieron para mi, invitando mi lengua, mi pierna se abrió paso entre las suyas y pude sentir nuestras caderas como si fueran una.
Bella sujetaba mi nuca con fuerza y con su lengua acariciaba la mía.
Mis manos bajaron por su hombros hasta llegar a su cintura, acaricié insistentemente su cuerpo el cual se contoneaba de puro placer.
Seguí bajando sin pedir permiso y sin parar de besar ahora su cuello, mis labios me quemaban al puro contacto de su piel.
Bella jadeaba mientras una de sus rodillas ascendía hasta la altura de mis muslos. Con una mano la sujeté fuertemente y con la otra recorría la redondez de sus glúteos.
El fuego quemaba mi boca y acaricié su cuello. El hambre, la sed…. su aroma… su cuerpo soldado al mío, mi cadera presionando la suya una y otra vez. Y de pronto sentí el placer de su sangre fluyendo en mi boca… caliente, exquisita.
El placer colmo mis sentidos explotando en mi cuerpo y en mi cabeza, alce el rostro y estire mis brazos al cielo disfrutando el orgasmo de su sangre.
La imagen de Bella tendida a mis pies con su cuerpo sin vida por mi causa, me golpeo en cuerpo y la mente, me quede paralizado en el acto. ¡No! ¡No!. Aquello no podía pasar, no ahora que casi conseguía controlar todos mis impulsos.
Bella había enroscado su brazos en mi cuello, jadeaba en mi boca y yo me había entregado por completo a una estúpida ensoñación.
La anhelaba demasiado, me había dejado llevar demasiado lejos por aquella fantasía, había estado a un segundo de terminar con su vida, me tambalee hacia atrás con la imagen de su cuerpo sin vida, aun en mi cabeza.
No sentía las piernas y por poco caigo al suelo.
— ¡Maldita sea, Bella!—. Logré decir. —¡Eres mi perdición, te juro que lo eres! —
Agradecí el fuerte viento que sopló en esos momentos. Respiré profundamente llenando mis pulmones de aire limpio de su esencia.
Apenas estaba recuperando mi auto control y me di media vuelta para no verla.
—Eres indestructible—. Me recriminó Bella.
Aquella palabra me resultaba sumamente ridícula en ese momento, que ella pensara que mi voluntad era indestructible, me parecía ridículamente absurdo.
—Eso creía antes de conocerte, ahora será mejor que salgamos de aquí rápido antes de que cometa algún error de verdad—. Le dije descortésmente.
Indestructible debía ser mi voluntad, mi control sobre mi cuerpo y mi mente.
No debía dejarme llevar por algo así nunca mas.
¿Pero cuanto podría estar junto a ella sin perderme a mi mismo? ¿Dos minutos, tal vez tres?
Me sentía tan estúpido, tan… inútil. ¿No podía hacer nunca nada bien?.
Caminé hacia ella y la tomé de un brazo, estaba demasiado disgustado con migo.
Recordé que debía tener cuidado con su cuerpo, no quería estropear más las cosas.
Recurrí a toda mi concentración para depositarla cuidadosamente sobre mi espalda.
Ella se sujetó como la vez anterior, con todas sus fuerzas a mi cuello y con sus piernas envueltas en mi cintura.
Le dije que no olvidara de cerrar los ojos y me largue a correr.
Había escondido su cabeza en mi espalda y su respiración quemaba mi espalda.
El viento golpeando mi cuerpo era lo que necesitaba, traté se concentrarme en aquella sensación y olvidé por un minuto todo lo demás.
No quería estar molesto con ella. No era su culpa.
Mi amada Bella. ¿Cuanto mas pondría en peligro su vida?
No, eso era impensable. No debía volver a ocurrir. Nunca más. Nunca.
Le dije a Bella que habíamos llegado y me quede muy quieto.
En realidad no se como sucedió, estaba esperando que ella bajara de mi espalda, cuando escuche:
—¡Ay! —.
Voltee rápidamente y la vi de espaldas en el suelo.
Tenía la cara roja, no sabría decir si era de vergüenza o de rabia.
No supe que hacer, quería reírme desesperadamente pero debía ayudarla.
Pude ver en su expresión que solo su orgullo había sido lastimado con esa caída y no pude aguantar mas la risa.
Me reí a todo pulmón, agarrando mi estomago con mis dos manos. Era verdaderamente gracioso.
Los ojos de Bella brillaron de rabia, a ella no le pareció tan gracioso.
Se puso de pie lo mejor que pudo y comenzó a caminar de vuelta al bosque.
— ¿Adonde vas, Bella?—. Le dije aun riendo.
—A ver un partido de béisbol. Ya que tú no pareces interesado en jugar, voy a asegurarme de que los demás se diviertan sin ti—.
Uff!. Se había molestado de verdad, pero caminaba en sentido contrario, trate con todas mi fuerza no volver a reír.
Cuando le dije que caminaba en sentido contrario no dejó de caminar, fue verdaderamente gracioso, solo dio una rápida media vuelta y caminó en la dirección opuesta, sin siquiera mirarme.
Cuando pasó junto a mi, estiré mi mano y la detuve sujetando la por los hombros, le pedí que no se enojara, le explique que la expresión de su rostro había sido la culpable y que no lo pude evitar.
—Ah claro, aquí tú eres el único que se puede enfadar, ¿no?—. Sus palabras estaban cargadas de resentimiento. —¿«Bella, eres mi perdición»?—. Dijo repitiendo mi tono de voz.
¿Así habían sonado mis palabras? ¿Acaso pensaba que estaba molesto con ella?
—Eso fue simplemente la constatación de un hecho—. Le dije.
Pobre Bella nunca entendía nada.
Aun cuando la muerte estaba parada junto a ella, esperando a que yo cometiera cualquier error.
Ella nunca entendía nada.
Trató de huir de mis brazos.
—Te habías enfadado—. Me dijo presionando mi respuesta.
—Sí—. Le respondí sinceramente.
Le conté que me odiaba a mi mismo por no dejar de ponerla en peligro una y otra vez.
Que no estaba molesto con ella. ¿Como podría molestarme ella? ¿No era ella mi compañera, el amor de mi existencia, la luz de mis días y la luna de mi noche?. ¿No era mi norte, mi razón de ser y sentir?.
¿Como podría molestarme con ella si era tan leal y valiente al querer estar con migo aun cuando no dejaba de ponerla en peligro una y otra y otra vez?.
¿Y como podría, si ella era capas de amarme mas que a su propia vida?.
—Te quiero—. Le dije. —Es una excusa muy pobre para todo lo que te hago pasar, pero es la pura verdad.
Reanudamos el paso y pronto estuvimos en el amplio espacio que nos servía como campo de juego.
Carlisle marcaba lentamente las bases, estaba esperando a que llegáramos, los otros estaban impacientes por comenzar el partido.
Alice y Jasper estaban practicando las lanzadas mientras que Emmett, Rosalie y Esme nos esperaban sentados en una roca muy cerca del borde del bosque.
Bueno en realidad solo Esme y Emmett nos esperaban y al parecer estaban un tanto curiosos.
Cuando Rosalie sintió nuestra presencia solo pensó en una cosa:
“Estúpido como te atreves”.
Fue lo único que soltó su mente y luego se marcho en dirección al campo de juego.
Esme estaba contenta de vernos nuevamente y di las gracias que ella la acogiera de esa manera, tal vez si podría divertirme después de todo.
Se acercaron a nosotros y mi madre pregunto:
— ¿Es a ti a quien hemos oído, Edward?—.
—Sonaba como si se estuviera ahogando un oso—. Agregó Emmett.
—Era él—. Dijo Bella.
—Sin querer, Bella resultaba muy cómica en ese momento—. Le conteste.
Traté de no pensar mucho en ello, no fuera que me diera otro ataque de risa.
Alice se acercaba a nosotros, ya era hora de comenzar.
—Es la hora—. Dijo ella , a continuación de esas palabras resonó en el cielo un trueno.
Alice y Emmett corrieron al campo tomados de la manos, muy animados por el partido que comenzaba.
Yo me moría por correr junto a ellos pero no quería dejar a Bella.
— ¿Te apetece jugar una bola?—. Pregunté. No sería lo mismo que con mis hermanos pero podría resultar.
— ¡Ve con los demás!. Me dijo ella.
Corrí para dar alcance a mis hermanos y lo hice fácilmente.
Eche una última mirada a la mente de mi madre para ver que todo estuviera bien y me entregue al juego.
Rosalie, Emmett y Jasper estaban en el equipo contrario, jugaban contra Carlisle, Alice y yo.
Emmett siempre discutía por la formación de los equipos. Decía que no era justo que Alice y yo jugáramos juntos, pero no me gustaba mucho jugar al lado de Rosalie y sabía perfectamente que a ella tampoco le agradaba mucho.
Alice fue la primera en lanzar y cuando Emmett logro anotar, la bola salió disparada por los aires, adentrándose en el bosque. Muy rápida de verdad pero no tanto como para que yo la perdiera.
Me lancé en picada tras ella y la alcance sin complicaciones en el aire.
— ¡out!—. Dijo mi madre, cuando me vio salir del bosque, los ojos de Bella parecían dos grandes platos y me miraba sorprendida.
El resto del partido se desarrollo con normalidad, digo normalidad para nosotros, no estaba muy seguro si Bella podía entender lo que estaba viendo, pero estaba junto a Esme y yo podía estar tranquilo.
En la mitad del juego me acerqué a Bella.
— ¿Qué te parece? —Le pregunte expectante de su opinión, no quería pensar que estuviera aburrida ni nada por el estilo.
Pero ella estaba bien y hasta bromeó sobre el tema.
Muy rápido mis hermanos me llamaron a continuar con el juego ya que era mi turno de batear.
Estábamos empatados, era el turno de Carlisle cuando escuche a Alice, la busque con la vista y pude ver lo inevitable.
Corrí junto a Bella sin saber muy bien que hacer.
Un minutó después todos se reunieron junto a nosotros preguntando a Alice lo que había visto.
Yo ya sabía, lo había visto, el aquelarre estaba en camino hacia nosotros.
— ¿Qué pasa, Alice?—. Le pregunto mi padre.
Ella le explico su visión y se sentía culpable por no poder ver claramente.
— ¿Qué es lo que ha cambiado?— Le pregunto ahora Jasper.
—Nos han oído jugar y han cambiado de dirección—.
Instintivamente mire a Bella pero al parecer había sido la misma reacción para el resto de mi familia.
— ¿Cuánto tardarán en llegar?—. Me preguntó mi Padre.
Me concentré en los pensamientos de aquellos extraños, deje de lado la preocupación de Esme, la culpa de Alice y mi angustia y desesperación.
Ya se encontraban cerca, demasiado como para poder hacer algo.
—Menos de cinco minutos. Vienen corriendo, quieren jugar—.
Carlisle no quería tener algún enfrentamiento con aquellos desconocidos.
Pero no permitiría que nada le pasara a Bella.
Trataba con todas sus fuerzas de encontrar alguna rápida salida para nosotros.
— ¿Puedes hacerlo?—. Me preguntó mientras pensaba si yo sería lo suficientemente rápido para huir con ella.
Esa posibilidad ya había cruzado por mi mente.
—No, con carga, no, además, lo que menos necesitamos es que capten el olor y comiencen la caza—.
Sería demasiado fácil seguir la estela de esencia que dejaríamos.
— ¿Cuántos son?—. Preguntó Emmett a Alice.
Son tres, respondimos al mismo tiempo.
— ¡Tres!. Dejadlos que vengan—.
Estaba verdaderamente contento con la idea, pero mi padre no estaba tan seguro, que pasaría con Bella?. Solo hoy la presentaba a mi familia y ahora debería presenciar una lucha a muerte?
De algo ambos estábamos seguros: Aquello si sería demasiado para su mente humana.
—Nos limitaremos a seguir jugando, dijo mi padre, al fin. —Alice dijo que sólo sentían curiosidad—.
Mi madre me hacia preguntas referentes a aquellos que estaban por llegar.
Quería saber si se encontraban hambrientos, yo no podía ver bien sus mentes aun estaban lejos de mi alcance y no conocía su sonido mental, aunque eran los únicos extraños en metros a la redonda.
Hasta que por fin pude ver…
La noche anterior habían dado muerte a un pequeño grupo de excursionistas.
Eran 5 y nadie logro escapar.
Veía sus rostros en la mente la hembra, gritando y pidiendo piedad.
Aquello había sido horrible, cerré mis ojos, tratando de borrar aquellas terribles imágenes. Esos no eran como nosotros, aquellos eran unos animales.
Dando un leve movimiento a mi cabeza, negué en respuesta a la pregunta de mi madre, Bella no necesitaba enterarse de aquello.
—Intenta atrapar tú la bola, Esme, yo me encargo de prepararla—.
Aunque su piel era blanca, casi traslúcida, aun se podía ver en ella el calor de su sangre.
—Suéltate el pelo—. Le dije tratando de controlar mis nervios, aquello era inútil, no había nada que yo pudiera hacer para ocultar su forma o disfrazar su olor.
Desesperado mordí mi labio inferior.
Bella soltó su cabello y lo sacudió, no había nada que pudiera hacer.
—Los otros vienen ya para acá—. Dijo mirando mis ojos.
—Sí, quédate inmóvil, permanece callada, y no te apartes de mi lado, por favor—.
Traté inútilmente de ocultar su rostro con su cabello, pero Alice dijo que era un caso perdido.
Como si yo no supiera aquello, que era tan evidente.
Mi familia ya estaba llevando a cabo el plan, trataban de parecer concentrados en el juego. Emmett, Jasper y Rosalie están encargados de vigilar la llegada, Esme, Carlisle y Alice intentaban poner atención a la bola.
Permanecí al lado de Bella sin dejar de vigilar el borde del bosque.
—Lo siento, Bella—. Le dije apretando los dientes. —Exponerte de este modo ha sido estúpido e irresponsable por mi parte. ¡Cuánto lo siento! —.
Un segundo después los pude escuchar claramente, ya estaban aquí.
Quería que mi cuerpo formara una pared entre ellos y Bella.
Sería mi esencia lo suficientemente fuerte para disfrazar la suya?.
En ese momento todos nos quedamos inmóviles expectantes.
Ahí venía el destino, corriendo hacia nosotros como un tren sin frenos…
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