Capítulo 16
La Espera
No miré atrás.
Seguí adelante mientras los neumáticos quemaban el asfalto de la carretera mientras todo en mi interior me decía que diera media vuelta y fuera por ella.
La voz mental de Jacob seguía retumbando en mi mente, como si hablara directamente en mis oídos.
“—¿Pero que demonios…?—. Había pensado al ver a Bella.
Creía que su vestimenta era ridícula e innecesaria. Pensaba que junto a él nada podía pasarle.
Pero el jamás podría protegerle como yo.
Él no era más que un absurdo e inconsciente licántropo, demasiado joven para ver en el peligro que se encontraba cada vez que forzaba mi tolerancia.
¡¡Maldición!! ¡¿Por que me había impuesto ser razonable?!
¿Acaso no era más fácil se egoísta e intransigente?
Si, era lo mejor… pero era lo mejor para mi y sólo para mi.
No era lo que ella merecía.
Mi mano buscó el móvil que permanecía en mi bolsillo, tendría que esperar que el tiempo jugara con mi mente una vez más.
Llegué a casa donde su viejo monovolumen esperaba por ella tal y cual lo hacia yo mismo.
No podía comprender el por que Bella sentía cierto cariño por aquel viejo y desgastado cacharro que sin duda le daba más problemas que nada.
Entonces me detuve por un momento frente al el y posiblemente en aquel momento habría sido fácil el compararnos y encontrar similitudes.
Mi corazón también era un viejo cacharro oxidado hasta que ella llegó a mi vida. Yo también era un ser deslavado por dentro antes de conocerle.
Ahora sin embargo era otro, era alguien que trataba de ser mejor y por eso debía permanecer congelado hasta estar una vez más completo.
Pero era tan difícil hacerlo, era tan difícil que dolía en el intento.
Puede un corazón frío congelar todo un pecho? Puede la soledad ser tan miserable y mortal cuando no se tiene la compañía del ser amado?
Si, si podía.
Muchos meses había sentido aquella sensación. Sin embargo hoy la volvía a sentir como si fuera la vez primera.
Soledad, soledad, amarga y tortuosa soledad.
Bajé de mi coche y me arrastré hasta el viejo monovolunen, el también parecía esperar por ella.
Era estúpido permanecer ahí siendo un alma en pena, pero supongo que era inútil luchar contra la corriente.
Me aleje de ahí.
Permanecer estático no daría resultado, tampoco lo haría permacer en casa esperando.
Una vez más aferré el pequeño móvil en mi mano y comencé a correr entre los árboles tratando de eludir lo ineludible.
Ella estaba ahí junto a ellos, sentada junto a él sin lugar a dudas.
Riendo y compartiendo… siendo feliz.
Siendo feliz… y realmente eso era lo único que importaba… su felicidad.
Corrí entonces un poco más mientras sentía el viento en mi rostro.
Cerré los ojos recordando las caricias, el suave contacto de su dedos sobre mi piel…
Todo y cada uno de mis actos me llevaban inevitablemente a pensar en ella, mi vida, mi amor, mi Bella.
—!Corriendo con los ojos cerrados!! Eso si que es nuevo—. Dijo de pronto la voz de Emmett. —¿Estas tratando de estamparte contra un árbol? Por que si es así me gustaría verlo, seguro que seria muy divertido verte hacerlo—.
De un salto trepé a un gran abeto siguiendo el sonido de la voz de mi impertinente hermano.
—Supongo que no tienes nada mejor que hacer a esta hora—. Le respondí.
—No, la verdad es que no.
Esme y Alice están vigilando el pueblo y la casa de los Swan. Jasper y Carlisle están recorriendo los alrededores, Rosalie esta en casa cubriendo la retaguardia y yo estoy aquí vigilando no se que.
—Yo tampoco se que o a quien estamos esperando, pero estoy seguro que pronto se mostrará ante nosotros y entonces, en es momento…—
—¡Le caeremos encima y acabaremos con él de una buena vez por todas… !Si!—. Gritó él olvidando por un momento su tarea.
La vida silvestre que permanencia en los alrededores se estremeció por su grito de alegría.
Al parecer ya no pasaría desapercibido escondido ahí en la copa del árbol.
—Vamos—. Agregó saltando a tierra.
No tenía intención de dejarme distraer por un momento, yo era feliz retorciéndome como una lombriz por el dolor.
—¿Que esperas?— Me preguntó al ver que yo no me movía.
¿Se habría reído al saber que esperaba por ella?
Lo habría hecho sin duda si permanecía ahí sentado esperando que sonara mi teléfono celular.
Con demasiado esfuerzo brinqué yo también del árbol.
No había nada que yo quisiera hacer en eses mismo momento, solo esperar, esperar, esperar y esperar. Deseando siempre no tener que hacerlo.
Era una agonía, sufría.
Mis pies se pegaron al suelo sin poder moverme.
—¡Vamos!—. Incitó otra vez mi hermano mientras volvía sobre sus paso con la intención de llevarme a rastras si era necesario.
Y sabía muy bien que era capaz de hacerlo si se lo proponía.
Sabía que no quería molestarme, aquel sólo era un intento inútil por entretenerme…
¡Como si eso fuera posible!.
Entonces Emmett corrió y yo me lancé sobre sus pasos.
—Creo que es una buena oportunidad de ir a Seattle. ¿Que te parece?. Solo tu y yo.
Con mi fuerza y tu habilidad estoy seguro que podríamos acabar con quien quiera que esté haciendo ese desorden—. Dijo después de un segundo.
—Tal vez tengas razón pero esta noche estoy ocupado y no pretendo dejar el pueblo por nada del mundo—.
—¿A si?—. Preguntó sarcásticamente.
No te metas, no es asunto tuyo.
—Claro que no es asunto mío, se muy bien que a las mujeres hay que darles su espacio y sobre todo no hay que prohibirles nada….— Agregó recordando la primera y la última vez que le prohibió algo a Rosalie.
Pobre Esme, ese día quedó destruida por completo la mesa del siglo XV que tanto adoraba.
Pero creo que lo tenia merecido mi hermano. ¿Acaso no sabe que no importa el número de zapatos que tenga una mujer?. Sin importar los que tengan siempre habrá lugar para otro más y en eso no hay que meterse por nada del mundo.
Recordar todo aquello logró arrancarme una sonrisa de mis labios y me sorprendí a mi mismo al ver que podía hacerlo al estar lejos de ella.
—Gracias—. Le dije a mi hermano sin dejar de correr.
—¿Gracias de que?—. Preguntó sorprendido. —No te comprendo pero si me quieres agradecer verdaderamente será mejor que me acompañes de una vez a la ciudad—.
—Primero que todo y ya que estamos hablando de Rosalie, no quiero ni imaginar que haría si se enterase que nos fuimos de justicieros a Seattle.
Segundo, Carlisle no cree que sea prudente hacerlo y yo estoy de acuerdo con él, ya llegará el momento en que podremos actuar y ahí, puedes estar seguro que todos lo haremos.
—Mmm—. Dijo pensándolo un momento. —Tal vez tengas razón sobre lo de Rosalie, tampoco quiero enfadar a Carlisle pero esta espera me esta matando.
A mi también la espera me mataba y parecía que eso era lo único que hacia últimamente.
Para matar el tiempo decidimos correr tras un grupo de venados pero me alimente de ninguno, esa noche no terminé con vida alguna. No era esa pequeña criatura a quien quería clavarle mis afilados dientes.
Sentí el móvil vibrar y un microsegundo después lo sostenía en mi mano y reconocí de inmediato el número.
—¡Bella!—. Dije sin medir la efusividad de mis palabras. —¿Estas bien Bella?—. Pero nadie contestó.
Escuché entonces una especie de risa contenida al otro lado del teléfono, esa persona no podía ser Bella.
¿Y si no era ella, quien podría ser?…
Era estupida mi pregunta, tan estupida como mi reaccion, era tan estupida que podía escuchar la risa de Jacob Black.
Recobré mi compostura, era una perdida de tiempo preguntar pero haciendo acopio de toda mi dignidad pregunté aun sabiendo cual sería la respuesta:
—¿Quien habla?—.
—Heee… Es… Jacob Black—. Respondió riendo por ultima vez.
—¿Donde esta Bella?… Si algo malo le ha sucedi...—.
—Wow… Calmate, calmate!—.
—¡Responde de una vez!—. Le exigí casi demencialmente.
—Debe ser terrible ser como tu—. Dijo ahora seriamente. —Yo suponía que eras un poco… ¿Como decirlo educadamente?… Mmmm… “¿Controlador?” Si, esa es la palabra. Yo suponía que eras sólo un poquito controlador pero nunca pensé que fuera para tanto—. Entonces Jacob Black dejó escapar otra risa entre sus dientes. —Ella esta bien, sólo se ha quedado dormida y no he querido despertarla eso es todo—.
Traté de seguir su voz mental a través del espacio que nos separaba en ese momento, pero me encontraba muy lejos de la reservación, era inútil.
Comencé a correr olvidando a mi hermano completamente.
—¿Donde vas? —. Preguntó Emmett mientras me alejaba de el rápidamente. —¡Loco! ¡Vampiro desquiciado!
¡Ve por ella hermano!—. Gritaba en mi mente mientras corría hacia la casa de mis padres sin despegar el teléfono de mi oído.
—¿Donde esta ahora?—. Pregunté a Jacob.
—Ya te dije, esta placidamente dormida en mi coche, ahí esta tibia no tienes que preocuparte—.
—¡Yo decidiré sobre que puedo no o preocuparme!—.
Que ella estuviera ahí no significaba que nuestra opinión sobre su raza cambiara en algo, sabíamos lo peligrosos que eran, sobre todo para los humanos, y yo estaba más que consiente de la falta de autocontrol de su especie.
—No son los humanos quienes deben temernos y no es a ellos a quienes cazamos—. Respondió entre los dientes, evidentemente molesto por mis palabras. —De todas maneras no te he llamado para discutir, en este momento me gustaría aprovechar el poco tiempo que me queda para disfrutar otro poco de la compañía de Bella… claro esta sólo hasta que tu vengas por ella lo cual será en?…—
En ese momento salté el riachuelo que separaba nuestra casa del resto del bosque y sopesé un momento el tiempo que me tomaría arrastrar el viejo coche de Bella hasta la reservación y opté por viajar en el mío.
Tenía la intención de tardarme sólo unos minutos en llegar hasta ella y no veinte como me tardaría si usaba el suyo.
—Cinco minutos.
En cinco minutos estaré esperando en el mismo lugar donde la deje—.
—Ahí estaremos entonces—. Y dicho esto colgó el llamado.
Un gruñido subió por mi pecho pero inale y exale calmadamente
Y de todas formas tarde demasiado en llegar.
Luché contra mi pié, luche por no aplicar toda la fuerza que mi cuerpo me pedía mientras trataba de pisar suavemente el acelerador, pero sentía que no tenia sentido el hacerlo.
Estaba conciente que llegaría más rápido si me bajaba y empujaba el carro con mis propias manos.
Pero no podía exponerme de esa forma.
Mucho tiempo había pasado desde el apogeo de la industria maderera en la región, ahora las carreteras eran casi carreteras fantasmas. Nadie solía utilizarlas demasiado, permanecían casi desiertas, pero no podía arriesgarme y mucho menos arriesgar a mi familia.
Tardé demasiado en llegar y sin embargo cuando llegué ahí no había rastro de ellos.
Cerré mis ojos dejando que mis oídos y mi mente les buscara, entonces reconocí el sonido del motor de coche de Jabob Black subiendo por el camino y sólo un segundo después pude escuchar su mente.
La luz del automóvil se abría camino entre la oscuridad que les rodeaba, el ruido del motor se alzaba sobre el retumbar de las olas que rompían cerca, en la playa.
Vi el camino a través de sus ojos y vi también la cabeza de Bella recostada sobre su hombro.
Entonces me aferré al asiento de mi coche luchando por no salir disparado hacia ellos y de paso romperle el cuello a Jacob Black.
Apagué el motor y recosté mi cabeza sobre el volante.
Por que no podía mantener todas las emociones juntas y encapsuladas en mi interior?
Quería atarlas todas y empujarlas al fondo de mi ser, que el monstruo que habitaba en mi jugara con ellas un momento, quería que mi mente estuviera libre de sangrientos deseos.
¿Eso era el amor, de esta manera estaba condenado a amar?
Una vez más me concentré en la voz mental de Jacob y esta vez sin mayor esfuerzo le alcancé.
Estaban más cerca y pude ver también las luces acercándose, subiendo por el camino lentamente, intencionalmente lento.
Jacob Black deseaba no llegar con la misma fuerza que yo deseaba que lo hicieran.
En su mente emergían todas las sonrisas que se habían dibujado en el rostro de Bella aquella noche.
Por lo menos mi sufrimiento no había sido en vano, por lo menos ella había sido feliz.
Y me mataba que yo no estuviera incluido en esa felicidad.
Pero ya todo terminaba y aunque él no quisiera llegarían de todas maneras y ella y yo volveríamos a estar juntos, juntos hasta ella quisiera otra vez alejarse de mi.
Y nuevamente yo tragaría el veneno que inundaría mi boca y extendería la mejor y relajadas de mis sonrisas, con mi rostro inmutable, con la mascara del autocontrol dejaría que se fuera, que se alejase de mi para ir con él, por que estaba seguro que siempre seria con él.
Y yo tendría que aceptarlo, no le exigía a Bella elegir, no dividiría su corazón en dos aun cuando eso me costara… me costara el alma, si es que tenía.
Sólo unos segundos después el coche se detuvo a unos cuantos metros, unos veintitrés para ser exactos y escuche y vi con total claridad lo que sucedía dentro del pequeño automóvil.
Jacob abrió levemente la ventanilla y alzo la cabeza olfateando la brisa que se colaba y fue conciente complemente de mi presencia.
Acarició el cabello de Bela mientras le observaba como si de ello dependiera su vida. Entonces se inclinó por un segundo y si no hubiera captado todos sus pensamientos habría jurado que mientras lo hacia la idea de besarla cruzó su mente.
Sólo el estar consiente de mi presencia hizo que abandonara la idea.
Entonces buscó su oído y hablándole suavemente de dijo:
—Eh, vamos, Bella, regresa—.
Se alejó sólo unos centímetros de ella para observar su rostro y vi como se despertaba.
Aquel despertar que tan sólo a mi me pertenecía ahora también era de él.
Bella parpadeó un par de veces mientras observa a su alrededor confundida notoriamente pero sin levantar el rostro del hombro de Jacob y después de todo un minuto exclamó:
—Ay, cielos—. Su voz salía entrecortadamente confundida y un tanto asustada. — ¿Qué hora es? Maldita sea, ¿dónde he guardado ese estúpido móvil?—.
El recordó sus estúpidos movimientos mientras trataba de localizar el móvil en uno de los bolsillos de Bella.
¡Maldito perro! Podría matarlo sólo por eso.
Una vez más luche contra mis instintos, contra mis deseos de tomar su vida.
Bella buscó entre su ropa el móvil que permanecía en la mano de su amigo y este le pidió que se calmara.
—Aún no es medianoche. Ya le he llamado yo—. Y alzando la barbilla hacia la dirección donde yo me encontraba le dijo. —Mira, te está esperando—.
—¿Medianoche? —. Respondió Bella aun confundida.
El no dejaba de mirarle lo que en esta oportunidad me favorecía ya que a través de sus ojos pude ver como se mostraba ansiosa también ella por llegar junto a mi.
Mi corazón de descongeló por el deseo de tenerle otra vez entre mis brazos y poder sentir su calor junto a mi cuerpo.
Vi como se apresuró a bajar del coche y también vi como él le detuvo por unos segundo para entregarle el móvil depositándolo en la palma de su mano, esto sorprendió a Bella.
—¿Has llamado a Edward en mi lugar?—. Le preguntó.
Su mente elaboró una sonrisa al recordar mi reacción al recibir su llamado y me maldije por mostrarme tan… vulnerable.
—Supuse que podría pasar un rato más contigo si jugaba bien mis cartas—.
—Gracias, Jake —. Respondió ella claramente emocionada. —Te lo agradezco de verdad, y también por haberme invitado esta noche. Ha sido.... Guau, ha sido algo realmente especial—.
Jacob agregó algo que no alcancé a entender, no vi el recuerdo en su mente, algo sobre una vaca y de cómo Bella se lo había perdido. Palabras sin sentido para mi pero que seguramente guardaban un secreto, un secreto que yo no alcanzaba a ver.
El rió de sus incomprensibles palabras y luego de esto continuó.
—Sí, me alegro de que te haya gustado. Ha sido... estupendo para mí. El tenerte aquí, me refiero—.
La despedida se estaba alargando demasiado, ¿Que más querida decirle?. ¿Que supuestamente la amaba? ¿Que no se fuera, ¿Que ahí tendría una vida normal, una vida con futuro?
Y eso era verdad, en el fondo de todo yo sabia que eso era verdad, que eso pasaría realmente. Si ella eligiera estar junto a él. Tendría todo eso y tal vez más.
Esas esperanzas flotaban en su mente como un cardume de peses, nadando en torno a cada palabra, a cada respiración que él daba. Con casa respiración de su cuerpo.
Pero mientras ella no lo pidiera yo seguiría ahí como una sombra junto a ella… para siempre.
Bella miró hacia donde yo me encontraba y entonces di unos pasos hacia ella deseando siempre ya que estuviera junto a mi.
—Vaya, no es tan paciente, ¿a que no? —. Dijo él mirándome también. —Vete ya, pero vuelve pronto, ¿vale?—.
Ella prometió que lo haría mientras baja por fin del coche.
Su cuerpo se estremeció levemente al enfrentarse al cambio de temperatura, la noche era fría y en el aire se podía oler la lluvia próxima.
—Duerme bien, Bella—. Le dijo Jacob mientras Bella descendía. —No te preocupes por nada. Estaré vigilándote toda la noche—.
El maldito sólo trataba de ganar tiempo, cada palabra le manipulaba, inconscientemente, pero le manipulaba.
Bella respondió a su palabras y su voz sonó afligida cuando le pidió que no lo hiciera, que descansara un poco. Asegurándole que estaría bien. Y sobre ello no había duda alguna.
—Vale, vale —. Respondió el recordando lo agotado que estaba pero estaba seguro que eso no le detendría.
Una vez más Bella se despidió de él y Jacob Black sin poder hacer otra cosa para retenerle se despidió de ella también.
No esperé a que ella se alejara de la línea para ir por ella, me moví tan rápido como pude y le esperé junto al borde.
Demasiado ansioso, demasiado intranquilo, demasiadas cosas podían pasar mientras ella corría humanamente hacia mi. Demasiadas cosas podían aun apartarnos.
En el fondo sabia que era imposible que eso sucediera pero no podia pensar en mil cosas podían pasar.
Un terremoto, un rayo, cosas que yo no podía controlar y que en un parpadeo humano nos podían suceder.
Reí por mis tontos temores.
Ella ya había vivido muchos meses sin mi y ahí estaba, entera, viva. Bella no me necesitaba para protegerla o para vivir. El único dependiente en esta historia era yo.
—¡Bella! —. Pude decir cuando por fin llegó a mi lado.
Su palpitar estaba acelerado por el trote y retumbaba en mis oídos llenando mi cabeza, nuevamente era feliz, nuevamente estaba vivo y todo gracias a ella.
—Hola. Siento llegar tan tarde. Me quedé dormida y...— Comenzó a decir, tratando de disculparse pero le detuve explicándole que ya estaba al tanto de todo, que su amigo me había llamado.
— ¿Estas cansada? Puedo llevarte en brazos—. Le dije al ver que sufría por el frío pero ella aseguró que estaba bien.
—Voy a llevarte a casa para acostarte. ¿Te lo has pasado bien?—.
—Si ha sido sorprendente Edward—. Dijo de pronto iluminada, como si fuera una niña llegada de un sorprendente y mágico e increíble viaje. —Me habría gustado que hubieras venido. No encuentro palabras para explicarlo. El padre de Jake nos contó las viejas leyendas y fue algo… algo mágico—.
—Ya me lo contaras, pero después de que hayas dormido—. El sueño en su voz era evidente, además no quería que estuviera expuesta ni un segundo más al frío de la noche.
—No me acordaré de todo —. Dijo respondiendo a mis palabras entonces bostezó cerrando los ojos casi abatida por el cansancio.
Solo bastaría unos cuantos segundos en el interior del coche para que ella volviera a dormir tal y como lo hacen los niños pequeños.
Sin contestarle abrí para ella la puerta del copiloto y la tomé en mis brazos para sentarla y atarle el cinturón de seguridad justo en el momento en que Jacob Black se retiraba pensando en lo malditamente afortunado que era.
Me erguí y cerré suavemente la puerta para subirme de una vez por toda a mi coche y largarme de ese lugar.
Tal y como había previsto Bella durmió todo el camino de regreso hasta su casa donde Esme permanecía oculta entre la sombra de los árboles.
—Volveré pronto—. Le dije besando su frente. —Lo prometo—.
Busqué entonces la voz de mi madre, estaba cerca y me lancé por la carretera.
Sólo al salir del pueblo me detuve, bajé del coche y corrí por el bosque tras Esme.
Mientras corria pude sentir el lejano golpetear de un par de patas contra el suelo húmedo.
No necesitaba recurrir a mi habilidad para saber de quien se trataba.
El también corría en la noche, en la espesura del bosque.
Esme estaba muy cerca de casa de Bella, reclinada contra un árbol y al verme caminó hacia mi dispuesta a darme todo el consuelo que sólo una madre puede dar.
—Ha sido una noche tranquila querido. No debes estar preocupado. Todo esta bien—. Me dijo al llegar junto a ella. —¿Como lo haz pasado tu Edward? ¿Ha sido menos tortuoso esta vez estar lejos de ella?
—No, creo que nunca dejará de serlo—.
—Cuanto lo siento. Pero con el tiempo los dolores pasan—.
—Creo que estar sin ella dolerá por siempre—.
—Por siempre es una palabra que sólo seres como nosotros comprendemos, se muy bien a que te refieres.
Pero ella hoy a elegido estar lejos de ti y tu se lo haz permitido.
No existe acto más lleno de amor que sacrificar nuestra propia felicidad por la del ser amado—.
—Pero eso no amortigua mi dolor Esme, no lo hace en lo absoluto—.
—Tranquilo, ya todo ha terminado por esta noche. Ve con ella hijo, ve con ella que te espera ahí con la ventana abierta—.
Le pedí a mi madre que se llevara mi coche mientras comenzaban a caer finas gotas de lluvia y dando tres saltos me colé por la ventana de Bella que permanecía abierta para mi como lo había dicho mi madre.
Bella tiritaba de frío, era una insensata al esperarme ahí junto a la ventana.
En un acto completamente inútil de mi parte le abracé olvidando por un segundo la carencia absoluta de calor en mi cuerpo.
—¿Está Jacob ahí fuera? —. Preguntó entre dientes, tiritando de frío.
—Sí, en alguna parte—. Contesté —Y Esme va de camino a casa—.
Bella dejó escapar un suspiro, creía que todas nuestras medidas de vigilancia eran absurdas, creía que la noche era demasiado helada como para que alguien estuviera a la intemperie en la mitad de la noche y volvió a estremecerse entre mis brazos.
—Sólo tú tienes frío, Bella—. Respondí sin poder evitar reírme.
—Ya es suficiente de preocupaciones por esta noche. Será mejor que te metas de una vez a la cama y descanses—.
—No estoy cansada—. Dijo bostezando otra vez.
Le arropé y me acosté junto a ella.
—¿Me besarás antes de dormir?—. Preguntó mientras pasaba uno de sus brazos sobre mi pecho.
Besé su frente y sus ojos para que los cerrara.
Besé la punta de su nariz y sus labios suavemente.
—Duerme Bella, duerme mi vida—. Le dije y luego tararee su nana hasta que se durmió no mucho tiempo después.
Recostado junto a ella, con sus tibios brazos enredados en mi cuerpo contemplé las negras nubes y la lluvia que golpeaba el cristal de su ventana.
Se estrellaban contra el para luego desplazarse lentamente, casi lastimosamente hasta que se perdían tras el marco de madera.
Yo era como aquellas gotas y me había estrellado contra Bella.
Mi existencia se había reventado en el incidente y ya no era ni la sombra del ser que había sido y jamás, aunque viviera mil años después de ese primer día volvería a ser lo mismo para mi.
Ella me impedía que volviera a ser el ser detestable que había sido durante tantos años, sin embargo había un instinto que no podía olvidar, un instinto que seguía viviendo en mi.
Y era ese instinto el que me rogaba que saltara por la ventana y cazara al ser que se movía en la profundidad de la noche amenazando mi felicidad.
Bella giró en su cama algo inquieta, sus parpados cerrados de movían de lado a lado rápidamente, un sueño rondaba su inconciente y al parecer no era uno muy placentero.
Acaricié su frente tratando de calmarla y al parecer dio resultado.
Seguí entonces dedicado a mis pensamientos…
Esa noche nadie notaria si alguien o algo decidiera terminar con su vida y seria fácil hacerlo.
Le extrañarían sin duda, pero nadie podría decir que su desaparición no era algo extraño dentro de su raza.
Escondería su cuerpo, nadie nunca le encontraría y entonces yo seria libre de su presencia, de su obsesión por Bella y ya nadie más se interpondría entre nosotros.
Me senté entonces suavemente apoyando mis codos en mis piernas para luego descansar mi cabeza en mis manos.
Debía luchar contra aquellos impulsos.
Por Bella debía hacerlo aunque realmente no me conformara a hacerlo.
Vi entonces que estaba sobre su mesa de noche un viejo y desgastado libro.
Sus hojas permanecían abiertas de tantas veces que habían sido leídas y releídas.
Era la copia de “Cumbres borrascosas”.
Pensé en la extraña fascinación que los personajes ejercían sobre Bella, era casi idéntico al que ella sentía por mi y por un momento sopesé la revelación que surgía ante mis ojos.
Sus personajes eran fríos, demasiados malvados…. Demasiados parecidos a mi.
Perplejo tomé la copia entre mis manos y sin pensarlo demasiado comencé a leer fragmentos al azar y me detuve en el capítulo XIV y entonces un párrafo capto por completo mi atención y ahí en esa pequeña habitación, en ese desencuaderno libro encontré la respuesta para soportar y aplacar las tribulaciones que atacaban mi corazón, encontré la respuesta para evitar ser un asesino desalmado, encontré el por que no daría esa noche… ni otra dar caza a Jacob Black…
“Sólo me contiene el temor de la pena que ello pudiera causarle“. —Decia Heathcliff— “Ya ves lo diferentes que son nuestros sentimientos. De haber estado él en mi lugar y yo en el suyo, jamás hubiera osado alzar mi mano contra él. Mírame con toda la incredulidad que quieras, pero es así. Jamás le hubiera arrojado de su compañía mientras ella le recibiera con satisfacción. Ahora que, apenas hubiera dejado de mostrarle afecto, ¡le habría arrancado el corazón y bebido su sangre! Pero hasta ese momento, me hubiera dejado descuartizar antes que tocar un pelo de su cabeza“
Éramos idénticos en dolor, idénticos en sentimientos.
Esa noche, después de casi setenta años de haber leído la novela de Emily Brontë, esa noche por primera vez sentí simpatía y logré comprender la verdadera naturaleza de los sentimientos de sus protagonistas.
Y comprendí que eso era lo que realmente me detenía, esa era la única razón por la cual no rompía el frágil cuello de Jacob Black de una vez por todas, sólo me detenía el dolor que le infringiría a Bella si lo hiciera.
Él era sin duda el ser con la mayor suerte que yo había conocido, sólo mi infinito amor por ella le salvarían la vida.
Entonces Bella articuló una extraña palabra que no comprendí y su cuerpo de estremeció casi violentamente para luego girar hacia mi para abrasarme nuevamente.
Temí por un momento que yo le hubiera despertado pero sólo se trataba de una pesadilla.
Tal vez si me contaba de que se trataba ella se sentiría mas tranquila pero dejo que estaba cazada y que lo haría a la mañana siguiente si es que lograba recordar.
—¿Qué estás leyendo? —. Preguntó con voz cansada, mas dormida que despierta.
Le respondí que leía Cumbres Borrascosas.
—Creía que no te gustaba ese libro—.
—Lo has dejado aquí olvidado —. Susurré un tanto avergonzado. —Además, cuanto más tiempo paso contigo, mejor comprendo las emociones humanas. Estoy descubriendo que simpatizo con Heathcliff de un modo que antes no creí posible—.
—Aja —. Dijo casi sumida otra vez en la inconciencia.
—Creo que tal vez tengas razón sobre el libro y sus personajes…—. Y al bajar la vista para verle a los ojos descubrí que había vuelto a dormir profundamente.
No volví a leer aquella noche. Solo disfruté del exquisito contacto de la piel de bella sobre la mía meditando en lo descubierto casi accidentalmente.
Yo no quería ser arrastrado por el odio hacia Jacob Black, no quería sucumbir, ser débil.
Y agradecí encontrar ahí la solución, la fuerza necesaria para luchar, para ser digno.
Yo, a diferencia de Heathcliff, si podía ser digno, si podía redimirme.
Podía y lo haría.