CAPÍTULO 25
Necesidades
Esta era una de las razones por las cuales me había negado a que mi hermana atendiese otros “asuntos” en vez de preocuparse de los que realmente importaban en esos momentos. ¿Era mucho pedir que se mantuviera alejada de nuestras decisiones?.
Alice había llegado molesta, resentida.
“—No lo puedo creer…. ¿Las Vegas?. Como puedes hacerme esto Edward —“. Fueron los primeros pensamientos de Alice que pude escuchar.
Calculé que aun le faltaban unos cinco minutos para llegar a casa y ya me lanzaba al rostro nuestros planes de matrimonio. Era ridículo pensar que mi pequeña y molesta hermana se mantendría al margen de la decisión de Bella, por más que se lo pidiese.
“—¡ Las Vegas!. No te lo perdonaré nunca ¿Te queda claro? ¡Nunca!. —“. Decía ella indignada. —“Todo esto esta mal, muy mal. Además de todos los problemas que tengo que soportar, ahora me hacen esto. Es decir, no les basta con que yo tenga que andar casi a ciegas por la vida?, todo por vincularnos con esos asquerosos sacos de pulgas, si no que además me hacen esto de Las Vegas?. No hay justicia en esta vida! “—. Continuaba quejándose al llegar a casa.
Era tan típico de ella.
Estábamos en la víspera de un sangriento enfrentamiento y sólo le preocupaba que nos casáramos de manera tan… indigna.
Abrió su boca, dispuesta a regañarnos, a hacer una escena pero mi dura mirada la convenció de no hacerlo. En cambio agregó:
— Creo que deberías meter ropa de abrigo en la maleta. Edward no puedo ver dónde estás exactamente, ya que esta tarde sales con ese perro, pero parece que la tormenta que se avecina será aún más intensa en toda esa zona.
Va a nevar en las montañas —.
Supongo que todo fue mi culpa, no preví, no ponderé sus palabras. “Va a nevar en las montañas” no significaba nada para mi y ahí fallé, fallé nuevamente y esta vez de manera casi fatal….
Pero todo era por culpa de aquel que permanecía fuera, dando vueltas a la carpa.
Cuando comenzó a nevar Bella le había pedido que bajase de la montaña mas él se había negado a hacerlo, ahora se encontraba nervioso como yo, indeciso como yo, preocupado y preocupado tanto como yo.
—¿Qu-ué hooora es? —. Logró articular Bella que era victima una vez más de mi estupidez absoluta.
Ahora nevaba de manera inclemente y la insignificante carpa donde nos encontrábamos no ofrecía ningún refugio para ella, con cada ráfaga de viento se sacudía violentamente y cada vez que lo hacía el cuerpo de Bella lo hacia también.
De nada servía que me agazapara en una esquina, que me mantuviera lo más distante de ella que pudiera. Lo que Bella necesitaba en ese momento era un calentador, una manta térmica, una taza de chocolate caliente, una cama tibia, ella necesitaba la seguridad de cuatro paredes, pero se había negado una y otra vez a dejar nuestra posición, preocupada incluso en esas condiciones de que su rastro se perdiera bajo la nieve que no paraba de caer.
—Las dos —. Le contesté.
Instintivamente me mantenía alejado de ella, como si ese insignificare gesto pudiera evitar que ella, tarde o temprano se congelase.
“—Que estas esperando chupasangre, no vez que se congelará?—“. Me increpaba Jacob Black. “—¿Por que rayos no te mueves y haces algo? —“.
¿Que pensaba que estaba haciendo yo? ¿Acaso pensaba que estaba disfrutando de todo esto?
No sólo tenía que aguantarlo a él y sus lamentos, además tenía que aguantar las amenazas de la manada también.
Toda la mente colectiva estaba al corriente de lo que sucedía sobre la montaña, En otras circunstancias habría sido verdaderamente impresionante ver y comprobar el gran alcance que tenía aquella vinculación mental, ahora, era sólo una preocupación más.
En un principio la idea había sido mantenerme en contacto con la manada, de esa forma sería más fácil estar al corriente de los últimos detalles y coordinar las acciones para la jornada siguiente, pero en ese momento algunos de ellos, los más jóvenes sobre todo, clamaban y aullaban por mi cabeza.
Sam sin embargo se mantenía al margen de todo pensamiento agresivo hacia mí, él calmaba a los lobos exaltados cuando era necesario.
Fríamente Sam había analizado la situación, seguramente entendía, podía ver el posible peligro que significaba mover a Bella de su ubicación actual ya que los neófitos llegarían sin importar de en donde nosotros nos encontráramos, ellos llegarían y no importaba si a la mañana siguiente estábamos o no en el claro. Si no los deteníamos arrasarían con todos y todo a su paso en su búsqueda de Bella.
Y lo que sucediera después de eso dependería de las dos teorías que manejábamos hasta ese entonces, de ellas dos dependía también la vida de los Quileutes.
Pero yo era egoísta, la vida de Bella era para mi mucho más importante que Forks o que toda la raza Quileute. Sabía muy bien que no sobreviviría a esa noche si nos quedábamos ahí y tenía que llevarla lejos, llevarla a un lugar seguro.
—Quizá... —. Comencé a decir mas Bella me detuvo.
Todo habría sido mucho más fácil, pero ella se negaba a dejar la montaña. ¿Cuanto más podría soportar?
“—¿Y entonces? —“. Volvió a preguntar Jacob en su mente lobuna como si yo no estuviera pensando en ello.
—¿Qué puedo hacer yo? —. Dije en voz alta.
“—No lo se… Llévala a algún lado, a su casa por ejemplo—“.
Pero Bella se negaría una vez más. No quería estropear los planes. A pesar del frío inclemente ella aun quería continuar con lo planeado y estaba seguro que no sería ese estúpido chucho quien le convenciese de lo contrario.
Como reacción a mis palabras, Bella, pensando que era a ella a quien yo me había dirigido, negó con la cabeza en señal que no había nada que se pudiese hacer.
“—¡Maldición! —“. Exclamó Jacob dando un impaciente aullido.
—Vwete dee aquí —. Respondió Bella molesta.
—Sólo está preocupado por ti—. Le dije. —Él se encuentra bien. Su cuerpo está preparado para capear esto—.
—E-e-e-e-e—. Intentó decir ella y pude ver que hasta el simple acto de hablar se le estaba dificultando.
“—¿¡Acaso no vez que se estaba congelando viva!? —“. Volvió a proferir Jacob quejándose de manera aun más intensa que la anterior. “—No puedo creer que te sientes a ver como se congela lentamente. ¡Haz algo inútil chupasangre o hazte a un lado y deja que me encargue de ella! —“.
—¿Qué quieres que haga?. ¿Que la saque con la que está cayendo? No sé en qué puedes ser tú útil. ¿Por qué no vas por ahí a buscarte un sitio más caliente o lo que sea? —. Le respondí.
Necesitaba pensar, necesitaba tomar control sobre la situación, el corazón de Bella comenzaba a disminuir lentamente su ritmo cardiaco mostrando de esta forma los primeros signos de la hipotermia.
Tendría que correr el riesgo de llevarla lejos de ahí, esconderla, que estuvieras a salvo en otro sitio.
De pronto la visión de La Push ya no me parecía tan mala idea. ¿Podría dejarla sola tan lejos de mi, al cuidado de mis enemigos, expuesta a que posiblemente los neófitos encontraran su rastro?
¡No!. ¡Yo necesitaba estar a su lado!, no dejaría nada al azar, nada a la suerte. Ya estaba demostrado que la ley de Murphy pesaba sobre mi, sobre cada una de mis decisiones.
¿¡Entonces, que podía hacer!? ¿¡Que podía yo hacer!?...
—Estoy bbbieenn —. Agregó Bella, tratando inútilmente de defender su obstinación.
—Grrrrrr… —. Instintivamente de mi pecho emergió un sonoro gruñido que fue acompañado por el ulular de Jacob mientras el viento, con una intensidad inusitada arremetía sin piedad contra la carpa.
Pero no importaba cuanto ruido provocara el viento, la voz de Jacob retumbaba clara y fuerte en mi mente.
“— ¡Hay que hacer algo, cualquier cosa!...
Mira tal vez no sea mucho pero aquí esta el anorak que dejó colgado en el árbol, tal vez pueda servirle de algo—.”
Debía ser una broma, eso apenas serviría de algo, simplemente era la peor idea que había escuchado en toda mi larga vida y me aseguré de decirlo fuerte y claro para que él lo escuchase.
Entonces vi el cambio.
Lo primero que pude sentir fue la desvinculación de su mente con la manada y sentí el crujir de su cuerpo al pasar de lobo a hombre.
—Mejor que cualquier cosa que se te haya ocurrido a ti, seguro —. Me contestó ahora humanamente. —«¿Por qué no vas por ahí a buscarte un sitio más caliente?» —. Repitió él, irónico y molesto a la vez. —¿Qué te crees que soy? ¿Un san bernardo? —.
No, un San Bernardo era un animal útil en muchos aspectos; él, en cambio, era sólo una molestia, una gran y pestilente molestia.
Entonces ingresó a la carpa y por más cuidadoso que fue el viento se coló junto con él dentro de esta, provocando que el cuerpo de Bella se sacudiera al ritmo de implacables espasmos. Su dolor hizo eco en mi y mi desesperación, en ese momento, era inconmensurable. Lo único que no necesitábamos era que el perro entrara y saliera de la tienda a cada momento.
—Esto no me gusta nada —. Le dije mientras él cerraba la cremallera y entraba de una vez. —Limítate a darle el abrigo y sal de aquí—. Agregué mientras mi nariz era atacada por el pestilente hedor proveniente de su persona.
—Qqquuqqquu—. Intentó decir nuevamente Bella pero el frío que sentía era tan intenso que había perdido la capacidad de articular.
Seguramente quería saber que estaba haciendo Jacob, entonces él contestó que el anorak era para mañana, que en ese momento ella tenía demasiado frío como para entrar en calor por sus propios medios.
No me gustó en lo absoluto como sonaron esas palabras y mucho menos me gustó la idea asociada a ellas.
Entonces Jacob, sin previo aviso, se acomodó junto a Bella.
—Dijiste que ella necesitaba un lugar más caliente y aquí estoy yo —.
¡No podía estar hablando en serio!. Tenía que ser una maldita broma. Pero pude sentir que tenía razón, aun incluso ahí, lejos de él, al otro lado de la carpa, yo pude sentir el calor irradiando de su cuerpo.
—Jjjjaakkee, ttteee vas a cccoonnggelar —. Intentó decir nuevamente Bella, mas él sabía que eso era imposible, con su cuerpo a cuarenta y tres grados era un maldito calentador con patas.
—Te voy a tener sudando en un pispas—. Contestó él.
Todo era tan irreal en ese momento, no sólo estaba compartiendo un reducido espacio con mi enemigo natural, si no que también él pretendía compartir a mi futura esposa… Mi futura esposa.
Que Bella se negara a usar la sortija que otrora perteneciera a mi madre no cambiaba en nada la situación.
No llevaba la sortija, pero durante el corto momento que adornó su mano me sentí el ser más feliz sobre la faz de la tierra. Sin embargo no era tan malo, después de todo aun llevaba en la muñeca el obsequio que le había regalado al comienzo de la velada. ¿Inconcientemente había omitido que era un diamante? Recordaba perfectamente haber tenido la intención de aclarar aquel minúsculo detalle, pero otros asuntos habían terminado por captar mi total atención.
¿Se habría mostrado tan “cooperadora” al decirle lo que era realmente? Posiblemente no, pero no le proporcionaría la escusa perfecta para deshacerse de el tan fácilmente. Después de todo yo simplemente había excluido cierta información, sin importancia en realidad, no le había mentido.
Pero de nada servía pensar en eso, la noche ya había quedado atrás y ahora Bella estaba casi congelada y Jacob pretendía meterse en su saco de dormir.
Rugí y aprisioné su hombro como respuesta natural a tal falta, si no fuera conciente de mi incapacidad absoluta de soñar habría pensado que todo eso no era más que un mal sueño.
Pero no era así, en mi sueño yo habría sido libre de arrancarle toda la extremidad, pero no, no lo era.
—Quítame las manos de encima —. Bufó con la mandíbula apretada mientras su cuerpo te tensaba y se preparaba para la lucha. “—Quita tu mano o te la arranco de un mordisco—“. Terminó de decirme en su mente.
¿Debía sentirme intimidado por aquel simple acto y por esas amenazas vacías? Era mucho más rápido, más fuerte que él.
—Pues quítaselas tú a ella —. Respondí.
Bella trató de intervenir pero volvió a estremecerse presa del frío.
En ese momento sentía verdadero odio por Jacob Black. Que iluso, que tonto fui, no sabía aun lo que me esperaba, no sabía lo larga y agónica que la noche sería.
“—¿Cuanto más crees que soportará?—“. Me dijo en su mente y luego agregó en voz alta:
—Estoy seguro de que ella te agradecerá esto cuando los dedos se le pongan negros y se le
caigan —.
Y para entonces el odio que sentía ya no lo sentía por Jacob, ahora me odiaba a mi mismo.
Yo tenía que elegir, tenía que escoger entre su vida y su muerte. Sabía que él tenía razón, dentro de poco Bella estaría congelada.
Debía elegir, no lo que era bueno o cómodo para mi, tenía que dejar todos mis sentimientos egoístas a un lado.
Odiaba mi cuerpo frío, mi carencia de sangre caliente, la dureza de la masa que formaza cada uno de mis órganos, músculos y cada parte de todo mi ser.
Él tenía razón, no había otra salida, él era la única oportunidad que ella tenía y rendido le solté. Inútilmente me había rebanado los sesos tratando de encontrar alguna salida… pero no la había, sólo estaba él.
Volví a agazaparme en el rincón de la carpa no sin antes darle una advertencia.
En ese momento Bella le necesitaba, esa era la única razón por la cual no le lanzaba montaña abajo, no obstante su situación podía cambiar en cualquier minuto.
“—No te preocupes, voy a ser extremadamente cauteloso... —“. Respondió mentalmente mientras una risa idiota se colaba entre sus dientes.
—Hazme un sitio, Bella —. Pidió luego, esta vez dirigiéndose a Bella.
Ella trató de oponerse, había entendido cuales eran las intensiones de Jacob y al igual que a mi, no le agradaba la idea.
—No seas estúpida. ¿Es que quieres dejar de tener diez dedos? —. Rebatió él y sin esperar otra palabra terminó lo que había empezado. Un segundo después estaba junto a ella, compartiendo aquel intimo espacio, espacio que me pertenecía.
Apreté mis puños, tragué el veneno que llenaba mi boca.
“—Ella lo necesita, ella lo necesita. Es la única solución, es la única solución—”. Me dije a mi mismo. Repetí mil veces en mi mente mientras trataba de calmar todos los instintos de mi naturaleza salvaje y asesina.
En ese momento yo estaba hambriento de sangre lobuna, mientras que frente a mi Bella se apegaba un poco más a él, mientras le abrazaba ávidamente.
“—No es a él, es a su calor, es a su calor, lo necesita, lo necesita“—. Volví a recordarme.
Mientras tanto Jacob se quejaba de lo helada que Bella estaba, como si estarlo estuviera en sus manos o si lo estuviera por elección propia.
El corazón de Jacob latía fuertemente, no daba crédito a lo que estaba viviendo. ¿Cuantas noches había soñado con esto? Supongo que muchas, siendo ella siempre la heroína de sus tontos sueños adolescentes.
—Intenta relajarte—. Le sugirió cerrando los ojos. —Te caldearás en un minuto. Aunque claro, te calentarías mucho antes si te quitaras la ropa—.
“—Está fría como un cubo de hielo, pero que bien se siente. Ya me imagino como sería si….—“. Pensaba el muy sucio en ese momento.
Mi gruñido frenó la fantasía que nacía en el minúsculo cerebro de Jacob.
—Era sólo un hecho constatable—. Dijo a modo de disculpa. —Cuestión de mera supervivencia, nada más—.
Si tan sólo yo no fuera lo que era, si tan sólo de algo yo sirviera. Nunca en toda mi vida me había sentido tan impotente como en ese entonces.
“—Ella necesita su calor no a él—“. Volví a repetirme para tranquilizarme. “—Es sólo a su calor—”
¿Por que no podía ser yo a quien ella se aferraba? ¡¿Por qué, por que?!
—Ca-calla ya, Ja-jakee. Nnnnadie nnnnecesssita to-todos los de-dedddos—. Le advirtió Bella.
—No te preocupes por el chupasangres —. Respondió él. —Únicamente está celoso—.
¿Celos?
Tenía todos los motivos para estar celoso o que creía Jacob?
Que mi cuerpo fuera duro y frío no significaba que mi corazón también lo fuera. Estaba acostumbrado a dominar mis más oscuros sentimientos, estaba habituado a someterlos, a pasar por sobre ellos y transfórmalos, pero los celos eran un sentimiento nuevo para mi, un sentimiento que sólo había conocido con ella, cuando decidí que si quería que ella viviera una vida humana, yo debía serlo también.
—Claro que lo estoy —. Le aclaré tratando de ocultar mi malestar. —No tienes la más ligera idea de cuánto desearía hacer lo que estás haciendo por ella, chucho—.
—Así son las cosas en la vida —. Respondió trivialmente. Sin embargo el tono de su voz cambió significativamente al agregar: —Al menos sabes que ella querría que fueras tú—.
Esto pesaba en sobre él como lo hacía sobre mi el no poder darle a Bella calor alguno, pude entonces sentirme ante esto levemente reconfortado y frente a aquella aseveración asentí.
La noche era tan fría, tan negra; a pesar de mi incapacidad de percibir estas condiciones así me parecía en ese momento. Ella estaba de pronto tan lejos de mi, tan lejos como lo estaba la vida de la muerte, por que eso éramos a fin de cuentas, vida y muerte. Cuanto Bella necesitaba y cuanto no podía yo darle.
En cambio ahí estaba él, dispuesto y capaz de entregarle todo lo que tenía y lo que no también. ¿Qué habría sido si no se encontrase él aquí? Yo no habría esperado mucho más, nos habríamos marchado y con nosotros toda oportunidad de detener a nuestros enemigos.
¿Me habría perdonado? ¿Habría comprendido que nada era más importante para mí que ella? ¿Habríamos podido compartir la eternidad con ese peso sobre su conciencia?.
Tantas preguntas, tantas posibles situaciones que habría tenido que afrontar si él no estuviese ahí devolviéndole lo que ella tanto necesitaba. Por que así era, lo podía ver, no era necesario que Jacob le preguntara si se sentía mejor o no, no era necesario escuchar la claridad y la firmeza en la respuesta que ella le entregaba, yo podía ver en el color se su piel que así era, podía escuchar la tranquilidad en su respiración acompasada que así era, no importaba que sus labios mantuvieran un leve color azulado, Bella estaba recuperando la temperatura normal de su cuerpo.
Fue por esto que suspiré resignado cuando Jacob se ofreció “desinteresadamente” a devolverles el color sonrosado
—Compórtate —. Le susurró Bella preocupada por mis sentimientos pero esto no le importaba a su amigo, a él sólo le importaba tenerla ahí, muy cerca suyo, tan cerca como yo lejos estaba en ese momento, pereciendo solamente un espectador, un voyerista espiando la intimidad de una feliz pareja.
Y mi mente, mi corazón, mi piel, todo mi ser gritaba que ella era mía, que siempre lo había sido y que lo sería por toda la eternidad. No importaba que ahora pareciera suya, no importaba que él la sostuviera apagada a su cuerpo yo vivía en su corazón, por mi latía y por mi también estaba dispuesta a que dejase de hacerlo. Bella se uniría a mi, si tenía suerte tal vez esperaría un año o dos, pero estaba seguro que no pasarían más que estos y entonces ella sería mi perpetua compañera.
Los minutos pasaron en las misma condiciones, instintivamente manteníamos silencio, esperando que llegase el sueño reparador para Bella.
Le había preguntado sobre su pelaje, por que era más largo que el de sus compañeros y la respuesta era muy absurda en realidad, no se debía a vanidad de Jacob, muy por el contrario, él sólo lo llevaba largo, aun aguantando todas las incomodidades que esto acarraba para él, lo llevaba largo tan sólo por que creía que a Bella le gustaba de esta forma.
Pero sobre una cosa, esta vez Jacob llevaba toda la razón, sus greñas largas habían sido de suma utilidad esa noche.
La noche continuó su curso mientras la tormenta seguía golpeando la carpa sin compasión.
Seth llegó corriendo, un tanto preocupado, él y la manada. No tenían contacto con Jacob y eso los tenía intranquilos.
—Seth está aquí —. Le informé a Jacob tratando de no despertar a Bella pero él no tuvo la misma consideración, en cambió contestó:
—Perfecto. Ahora ya puedes estar al tanto de lo que pasa mientras yo cuido a tu novia por ti—.
Él era de verdad un gran y apestoso idiota pero me limité a guardar silencio.
—Déjalo ya —. Intervino Bella adormilada, entonces hicimos silenció y yo me dediqué a navegar en la mentes lupinas.
Seth había seguido sin problema alguno el rastro de Jacob, había inspeccionado todo el camino y no había encontrado nada que le indicase que no estaba solo. ¿Y como podía encontrar Seth el rastro de Bella? La pestilencia de Jacob era en efecto muy poderosa, yo mismo estaba siendo atacado por ella en ese momento. Me hacía feliz pensar que mi olor era para él tan desagradable como lo era la suya para mí.
Sam también estaba conforme con esa información, por un momento él también había temido por la perdida de la falsa pista hacia el claro, ahora más tranquilo, mandaba a unos cuantos a dormir, a otros a vigilar y al resto les recordaba las lecciones entregadas por mi hermano.
Veía todo esto gracias a la mente de Seth que bajo un árbol permanecía agazapado papeando la fuerte nevada… hasta que…
La escena no era muy diferente, sólo alguien faltaba y ese era yo. En ese preciso momento Jacob se imaginaba devolviéndole el calor corporal a Bella de una forma mucho más “eficiente”, según él, claro que para que eso fuera posible ella estaba con mucha menos ropa que la que llevaba verdaderamente en ese momento.
—¡Por favor! —. Una vez más apreté mis puños tan fuertemente hasta que pude sentir como se incrustaban en las palmas de mis manos. Sentía que en cualquier momento mis puños saldrían disparados hacia el rostro de Jacob y que terminaría arrancándole la cabeza de una vez por todas. Entonces mientras imaginaba como me deshacía de él, sentí como emergía de mi pecho un rugido, intenso, feroz. Una vez más tragué el veneno que llenaba mi boca y empujé el rugido hasta el fondo de mi cuerpo, subyugándolo.
Logré dominar mi impulso, mi voz, mi instinto, entonces le dije: — ¡Si no te importa...! —.
—¿Qué? —. Respondió sorprendido al mismo tiempo que su fantasía de desvanecía.
—¿No crees que deberías intentar controlar tus pensamientos? —. Le dije.
Pero mis reproches no le afectaron demasiado, por el contrario, pensaba que el problema era mío por meterme en su cabeza, pero sus fantasías retumbaban en mi mente de una forma casi ensordecedora, era imposible no escucharlas, prácticamente me las estaba gritando mentalmente.
—Intentaré bajarlas de tono —. Respondió irónicamente.
“—Seguro que también estas celoso de esto, de que yo pueda soñar con ella. ¿No es así? Si no puedes dormir, supongo que tampoco puedes soñar, es decir que ni en sueños puedes estar con Bella como lo estoy yo“
—Sí. También estoy celoso de eso—. Le confesé.
—Ya me lo imaginaba yo —. Dijo él muy satisfecho. —Igualar las apuestas hace que el juego adquiera más interés, ¿no?. “Y ya sabes lo que suele decirse: Todos los sueños pueden hacerse realidad” —. Agregó en su mente.
Jacob podía soñar con eso si quería y que lo hiciera no significaba que algún día eso sucediera, de eso estaba seguro.
Perdía su tiempo al pensar, al soñar en que Bella algún día pudiera cambiar de idea sobre nosotros, sobre nuestro amor. Teniendo en cuenta, según Jacob, todas las cosas que él podía hacer, cosa que en cambio yo no podía o al menos sin matarla.
—Duérmete, Jacob. Estás empezando a ponerme de los nervios—. Le advertí.
—Sí, creo que lo haré. Aquí se está la mar de a gusto—.
El único consuelo que me quedaba era que en algún punto él tendría que dormir y entonces, tal vez y solo tal vez yo podría tener un poco de tranquilidad.
Jacob cerró sus ojos dispuesto a dormir, pero cada vez que lo intentaba comenzaba nuevamente a fantasear, entonces conciente de mi presencia, se despertaba intranquilo.
“—¿Me pregunto que pasaría si pudieras ver también lo que pasa en la mente de Bella?. Seguro que en este momento esta soñando conmigo—“. Pensó de pronto Jacob.
—Ojalá pudiera —. Contesté.
En realidad no era muy difícil saber con que soñaba Bella, cada noche era a mí a quien ella llamaba, pero Jacob tenía razón, me habría gustado aunque fuese por un momento poder saber en que pensaba ella, sobre todo en ese momento en particular.
—Pero ¿serías sincero? —. Cuestionó Jacob. “—¿Si pudieras leer sus sentimientos podrías reconocer y aceptar, si así fuera, que es a mi a quien ella ama?” —.
—Siempre puedes curiosear a ver qué pasa—. Dije ahora yo irónicamente. Podría si tuviera mi habilidad.
—Bien, tú ves dentro de mi cabeza. Déjame echar una miradita dentro de la tuya esta noche; eso sería justo —.
La idea no me intimidó y accedí.
La mente de Jacob tenía tantas preguntas, tantas interrogantes. Quería saber sobre mis sentimientos, los motivos por los cuales hacía todo esto, que me motivaba a luchar en contra de mi naturaleza.
—Tu mente está llena de preguntas. ¿Cuáles quieres que conteste? —. Pregunté.
Su primera interrogante fue referente a los celos.
Él estaba seguro que mis celos eran mucho mas grandes de lo que yo demostraba, hasta llegó a dudar de mis sentimientos, todo por la falta de reacciones relacionadas a los celos.
Jacob no sabía que toda esa situación carecía de gracia y sentido para mí. No sabía él que todo lo hacía por ella, que para cualquier otra persona habría sido mucho más fácil alejarse, no ver lo que yo estaba viendo y de esta forma no sentir la impotencia que yo sentía en ese momento pero simplemente no podía, era infinitamente peor cuando estaba lejos de ella, cuando no la acompañaba, cuando estaba con él por ejemplo y no podía verla.
—¿Piensas en esto todo el tiempo? ¿No te resulta difícil concentrarte cuando ella no está? —.
—Sí y no —. Respondí. —Mi mente no funciona exactamente igual que la tuya— Le aclaré sin animo de ofenderlo realmente ya que había decidido ser lo más sincero que pudiera. .—Puedo pensar en muchas cosas a la vez. Eso significa que puedo pensar siempre en ti y en si es contigo con quien está cuando parece tranquila y pensativa—.
“—¡Wow! —“. Exclamó mentalmeten. “—¿Me pregunto entonces como te las arreglas con los celos? Por que después de todo seamos realistas, yo creo que Bella piensa mucho en mí—“.
Si, yo suponía que era cierto, y debía reconocer también que ella lo hacía con más frecuencia de la que a mi me gustaría. Pero era por otros motivos, me gustaba pensar que sólo lo hacía debido al cariño fraternal que sentía por él y nada más y Jacob estaba conciente de eso.
—A Bella le preocupa que seas infeliz. Y no es que tú no lo sepas, ni tampoco que no lo uses de forma deliberada—. Le reproché.
Mas él creía que aprovecharse de eso era algo lógico, algo así como: “Él fin justifica los medios” Y su fin era demostrar que era mejor que yo.
—Debo usar cuanto tenga a mano. Yo no cuento con tus ventajas, ventajas como la de saber que ella está enamorada de ti—.
Y si, eso ayudaba. Aunque creo que si Bella verdaderamente le amase daría signos claros de eso. Ella era tan fácil de leer.
—Pero Bella también me quiere a mí, ya lo sabes… Aunque no lo sabe—.
¿Podría ser posible? ¿Cómo saberlo verdaderamente? Nunca me había dado muestras de ello… o si? ¿Podría estar tan cegado, tan convencido de que me amaba que nunca me había permitido ver las señales?
Ella tenía necesidad de verle, de estar con él al punto de huir, de fugarse para hacerlo, pero lo hacía sólo por que se lo había negado, de no hacerlo ella jamás lo habría hecho.
¿Podría ser verdad? ¿Mi orgullo me había cegado? Entonces no pude decirle que eso no era cierto, que ella no le amaba y que nunca lo haría y en su lugar tan sólo pude responder:
—No puedo decirte si llevas razón—.
—¿Y eso te molesta? ¿Te gustaría ser capaz de saber también lo que ella piensa? —.
—Sí y no, otra vez. A ella le gusta más así, y aunque algunas veces me vuelve loco, prefiero que Bella sea feliz—.
Luego, mientras el viento arremetía violentamente la carpa, Jacob me habló silenciosamente.
“—Yo también quiero que ella sea feliz, pero quiero que viva y espero que sea a mi lado—“.
Instintivamente abrazó el cuerpo de Bella protegiéndola del frió.
—Gracias —. Le dije.
Tal vez podía parecerle raro que le agradeciera por poner sus sucias patas sobre mi novia, pero suponía que en ese momento agradecía su presencia.
—Si quieres decir que tanto como a mí me encantaría matarte, yo también estoy contento de que ella se haya calentado, ¿vale? —.
Era una tregua verdaderamente incómoda en realidad, incomoda pero necesaria.
Los celos me volvían prácticamente loco, nunca pensé que algún día pudiera llegar a sentir este sentimiento, tan fuerte, tan despiadado, carcomiendo desde adentro sin tregua pero tragaba este trago amargo y los dejaba a un lado por el bien de Bella, nada era más importante para mí.
Jacob suponía bien sobre mis celos, sin embargo yo no era tan espedido como él, no hacía de ello una consigna, después de todo, en su caso no ayudaba mucho.
—Tienes más paciencia que yo—. Respondió y posiblemente tuviera razón.
El tiempo estaba a mi favor, había tenido cien años de practica y eran exactamente los años que había esperado por ella.
—Bueno, y... ¿en qué momento decidiste jugarte el punto del buen chico lleno de paciencia? —.
No era muy difícil adivinar en que punto decidí hacerlo. Cuando se ama es lógico querer el bien del ser amado, que este no sufra, que sea feliz.
Me di cuenta del daño que le hacía al verse obligada a elegir entre estar conmigo y el verlo y al hacerlo, al negarle algo que ella quería, yo sufría enormemente también.
—En general no me es difícil ejercer este tipo de control. La mayoría de las veces soy capaz de sofocar... los sentimientos poco civilizados que siento por ti con bastante facilidad. Algunas veces ella cree ver en mi interior, pero no puedo estar seguro de eso—.
Mi respuesta pareció no satisfacerlo, seguía pensando que mi decisión era tomada por mezquindad de mi parte, por miedo a que si ella se veía obligada a elegir seguramente lo escogería a él, no obstante eso era en parte verdad, pero sólo en una pequeña fracción. Lógicamente que yo, al igual que todos en algún punto de la vida, tenía mis momentos de dudas al respecto, pero lo que realmente me importaba era que ella se hiciera daño mientras intentaba escaparse para verlo.
—Después de que acepté que, más o menos, estaba segura contigo, tan segura al menos como ella puede estar, me pareció mejor dejar de llevarla al límite—. Terminé de decir y luego Jacob suspiró resignado.
—Ya le he dicho a ella todo esto, pero no me cree—. Dijo. Y era verdad, eso yo ya lo sabía.
—Tú te crees que lo sabes todo —.
—Yo no conozco el futuro —. Me limité sólo decir.
Yo no conocía el futuro, o más bien no completamente. Había luchado tanto por que las visiones de mi hermana no se cumplieran, sin tener ningún resultado favorable, con todas mis fuerzas había tratado de doblarle la mano al destino y nada bueno había sucedido en cada oportunidad.
Ella había visto a Bella, junto a ella, siendo iguales, siendo igual a mí y había hecho de todo para impedirlo y nada se había logrado, su transformación era inminente pero aun seguía mantenido las esperanzas de que eso no sucediera.
Seguiría apelando a su sentido común, lo haría hasta el último latido de su corazón cesara.
—¿Qué harías si ella cambiara de idea? —. Me preguntó Jacob y eso tampoco lo sabía.
—¿Intentarías matarme? —. Volvió a preguntar un tanto divertido con la idea, sin embargo, por mucho que la idea fuera tentadora yo nunca podría hacerlo.
Él no comprendía, no entendía que mi amor por Bella era inmenso, que era ese amor el que me había impedido herirlo anteriormente ya que él era su amigo, si ella hipotéticamente le escogiera como compañero de vida tampoco le dañaría ya que al hacerlo también le heriría a ella y yo nunca podría hacer eso, nunca.
—¿De verdad crees que buscaría hacerle daño de esa manera? —. Me limité a contra preguntar.
Pensó unos momentos y después suspiró rendido.
—Sí, tienes razón. Ya sé que tienes la razón, pero algunas veces... “La sola idea de que tu y yo nos midiéramos…”
—...te resulta una idea fascinante—. Terminé de decir mientras él ahogaba una risa idiota.
Era el sueño de todo lobo, enfrentarse a un vampiro y Jacob no era la diferencia. Para él todo era competencia, supremacía, ego. Luego estaba su amor por Bella, amor que no era mas que una sombra comparada con el mío.
—Exactamente —. Agregó al final cuando logró contener la risa. Luego de un momento y más tranquilo preguntó:
—¿Y cómo sería?, me refiero a lo de perderla... ¿Cómo fue cuando pensaste que la habías perdido para siempre? ¿Cómo te las... apañaste? —.
Era muy difícil para mí recordar o hablar de esos sucesos.
No quería recordar su voz gritando mi nombre mientras yo me alejaba para volver a su casa y eliminar todo objeto que evocara mi presencia. Recordaba perfectamente bien cuando voltee para parle una última mirada mientras se adentraba sin rumbo en el bosque, recordaba la angustia que eso producía, era la misma que estaba sintiendo en ese momento al revivir esos tiempos. No obstante hice acopió de toda mi serenidad y continué hablando.
—En dos ocasiones había pensado que le había perdido. La primera vez, cuando creí que sería lo suficientemente fuerte para dejarla, fue casi… insoportable—. Me limité a decirle.
¿Cómo podría relatarle la terrible sucesión de los segundos, el tormentoso ritmo de las horas pasando lentamente mientras que con cada metro que recorría me alejaba inevitablemente de ella para siempre? No, él jamás comprendería. En cambió dije:
—Pensé que Bella me olvidaría y que sería como si no me hubiera cruzado con ella jamás. Durante unos seis meses fui capaz de estar lejos sin romper mi promesa de no interferir en su vida. Casi lo conseguí... Luchaba contra la idea, pero sabía que a la larga no vencería; tenía que regresar, aunque sólo fuera para saber cómo estaba. O al menos eso era lo que me decía a mí mismo. Y si la encontraba razonablemente feliz... Me gustaría pensar que, en ese caso, habría sido capaz de marcharme otra vez—.
Me vi entonces nuevamente recorriendo los caminos, siguiendo el rastro de Victoria mientras el tiempo pasaba y las estaciones se sucedían inevitablemente…
En aquel momento me concentré en seguir contestando la pregunta de Jacob de la forma menos hiriente para mí que me fuera posible.
—Pero ella no era feliz, así que me habría quedado. Y claro, este es el modo en que me ha convencido para quedarme con ella mañana. Hace un rato tú te estabas preguntando qué era lo que me motivaba... y por qué ella se sentía tan innecesariamente culpable. Me recuerda lo que le hice cuando me marché, lo que le seguiré haciendo si me marcho. Ella se siente fatal por sentirse así, pero lleva razón. Yo nunca podré compensarle por aquello, pero tampoco dejaré de intentarlo, de todos modos—.
Jacob también recordó aquellos tiempos, su tiempo junto a ella mientras no era más que un zombie con la mirada y la sonrisa perdida.
Luego vi sus cambios a través de sus ojos, vi el tiempo sobre ella, mientras la vida volvía lentamente a su rostro y con ella tal vez un poco de felicidad.
Si, yo le debía mucho a Jacob, le debía su vida y por ende la mía también.
—¿Y aquella otra vez, cuando pensaste que había muerto? ¿Qué sentiste? —.
—Sí —. Lo recordaba perfectamente bien.
La llamada de Rosalie, mi negación, la llamada a casa de Bella y la voz de Jacob informándome que su padre estaba en un funeral…
Pero nunca dijo que estaba en el funeral de Bella, sólo había dicho que era un funeral y yo había mal interpretado sus mezquinas palabras.
—Posiblemente tú te sentirás igual dentro de poco, ¿no? La manera en que nos percibes a nosotros no te permitirá verla sólo como «Bella» y nada más, pero eso es lo que ella será—. Contesté resentido.
—Eso no es lo que te he preguntado—.
No, no podía, era demasiado doloroso, creo que no existía palabra alguna que describa exactamente la sensación que se experimenta al perder al ser amado. Posiblemente Jacob sentiría dentro de poco, cuando ella fuera mi compañera eterna, una leve fracción de lo que yo experimente en ese entonces.
De nada le serviría ceñirla de la forma en la cual lo hacía en ese momento, cuando la hora llegara, Bella y yo seríamos uno, por siempre.
—Pero tú te fuiste porque no querías que ella se convirtiera en una chupasangres. Deseabas que continuara siendo humana—.
—Jacob, desde el momento en que me di cuenta de que la amaba, supe que había sólo cuatro posibilidades—.
Desde el momento en que comprendí que las palabras de mi hermana eran ciertas y que yo verdaderamente le amaba, comprendí que existían solamente cuatro alternativas:
La primera habría sido la mejor para Bella y esa era que ella jamás hubiera sentido esta amor tan fuerte que sentía por mi, de esta forma habría sido mas fácil, dejarme, que se alejase de mi.
Yo lo habría aceptado aunque con ella se marchara también mi corazón. El odio que sentía Jacob por mi no le permitía verme como era realmente, supongo que por mi capacidad para leer su mente yo le conocía perfectamente, pero no sabía nada sobre mi o sobre los de mi especie.
—Tú piensas que yo soy como... una piedra viviente, dura y fría. Y es verdad. Somos lo que somos y es muy raro que experimentemos ningún cambio real, pero cuando eso sucede, como cuando Bella entró en mi vida, es un cambio permanente. No hay forma de volver atrás... —.
La segunda alternativa era la que yo había escogido al principio cuando descubrí que era demasiado débil como para estar lejos de ella. Había decidido quedarme a su lado durante toda su vida humana. Era egoísta que Bella malgastara su existencia con alguien como yo pero era la única forma que yo podía soportar y estaba conciente de que cuando ella muriera yo también sabría encontrar la forma de hacerlo.
—Sesenta o setenta años seguramente me parecerían muy pocos años... Pero entonces se demostró lo peligroso que era para ella vivir tan cerca de mi mundo... Parecía que iba mal todo lo que podía ir mal. O bien pendía sobre nosotros... esperando para golpearnos. Me aterrorizaba pensar que ni siquiera tendría esos sesenta años si me quedaba cerca de Bella siendo ella humana—.
Entonces escogí la tercera posibilidad y con ella cometí el mayor error de toda mi existencia.
Salí de su vida esperanzado en que se viera forzada a aceptar la alternativa número uno.
—No funcionó y casi nos mata a ambos en el camino—.
Y de esta forma llegamos a la última alternativa.
Ella lo desea intensamente o cree hacerlo. Yo aun me sentía optimista, esperaba que me diera unos cuantos años, para que ella encontrara algun motivo que le diera motivos para querer seguir viviendo su vida humana, pero ella era muy terca. Jacob sabía que así era.
—Tendré suerte si consigo alargarlo unos cuantos meses más. Tiene pánico a hacerse mayor y su cumpleaños es en septiembre... —.
De nada que a él le gustase la primera alternativa. No le estaba pidiendo permiso, sólo le informaba de algo seguro, el día llegaría aunque le costase aceptar la idea, Bella más pronto que tarde sería como yo.
—Pero veo cuánto la amas... a tu manera. No lo puedo negar y por esto mismo creo que no debes abandonar tan fácilmente la primera opción—. Dijo él. —Estoy convencido de que ella hubiera estado bien, digo, si no hubiera saltado el acantilado o si tu te hubieras demorado otros seis meses antes de volver a comprobar como estaba… Bueno, pienso, que había muchas posibilidades de que la hubieras encontrado razonablemente feliz, yo ya tenía un plan en marcha—.
Reí ante la idea.
—Quizá hubiera funcionado. Era un plan muy bien pensado—.
Jacob malinterpretó mis palabras e ilusionado habló de lo bueno que él era para ella, que yo no tenía de que preocuparme, que ella era fuerte, que podría sanar, que tenía esa capacidad.
—De hecho, se hubiera curado antes. Y ella podría seguir siendo humana, en compañía de Charlie y Renée, y maduraría, tendría niños y... sería Bella.
Tú la quieres tanto como para ver las ventajas de este plan. Ella cree que eres muy altruista, pero ¿lo eres de veras? ¿Puedes llegar a considerar la idea de que yo sea mejor para Bella que tú? —.
¿Cuantas veces había pensado en eso?
Sabía que en muchos sentido él sería el más apropiado para estar con ella que cualquier otro ser humano.
—Bella necesita alguien a quien cuidar y tú eres lo bastante fuerte para protegerla de sí misma y de cualquiera que intentara hacerle daño. Ya lo has hecho, razón por la que estoy en deuda contigo por el resto de mi vida, es decir, para siempre, sea lo que sea que venga antes... —.
En mi desesperación por encontrar el futuro mas seguro para Bella, no había dudado en recurrir a la visiones de mi hermana, mas todo había sido en vano ya que ella no podía ver a Jacob. De esta forma un posible futuro a su lado era completamente incierto. Pero lo certero era que yo no volvería a cometer los mismos errores. No intentaría obligar a Bella a escoger la primera alternativa. Me quedaría a su lado hasta que ella decidiese lo contrario.
—¿Y si al final decidiera que me quiere a mí?. De acuerdo, es una posibilidad muy remota, te concedo eso—. ¿Verdaderamente guardaba esperazas al respecto? De cierto modo su persistencia era digna de admirar. Sin embargo había aprendido que nada en esta existencia era seguro, yo mismo había apostado todo a un imposible en innumerables oportunidades.
—La dejaría marchar—. Dije sinceramente.
—¿Sin más? ¿Simplemente así? —. Pregunto incrédulo.
—En el sentido de que nunca le mostraría lo duro que eso sería para mí, sí, pero me mantendría vigilante—.
Jacob se olvidaba que un día él, al igual que todos los de la manada, como Sam y Emily, llegaría un día en que él también conocería a su pareja, a su compañera y nada más sería importante para él, se olvidaría de Bella para siempre sin importar cuanto amor profiriera hoy por ella. Y entonces ahí estaría yo, esperaría por siempre a que ese día llegase y yo le sustituiría gustosamente.
—Y me moriría de ganas de que eso sucediera—.
Él sabía que yo tenía razón, aunque su corazón quisiera creer que ese día nunca llegaría, su mente estaba plenamente conciente que así era, ninguno de ellos escaparía a la imprimación, que no quisiese pensar en ellos no significaba que no sucediese a su tiempo.
Dejó de pensar en ello para agregar:
—Bueno, has sido mucho más sincero de lo que tenía derecho a esperar, Edward. Gracias por permitirme entrar en tu mente—.
Yo había sido sincero al darle las gracias por estar en su vida… esa noche. Ser franco era lo menos que podía hacer para que de una u otra forma tratase de pagar el gran favor que me estaba haciendo en ese momento.
—Ya sabes, Jacob, si no fuera por el hecho de que somos enemigos naturales y que pretendes robarme la razón de mi existencia, en realidad, creo que me caerías muy bien—.
—Quizá... si no fueras un asqueroso vampiro que planea quitarle la vida a la chica que amo... Bueno, no, ni siquiera entonces—.
Traté de no reír muy alto. Estos lobos podían ser unas criaturas muy divertidas cuando querían serlo.
Luego de un momento recordé las extrañas palabras que Bella había pronunciado mientras dormía.
—¿Puedo preguntarte algo? —. Le dije a Jacob. Algo me decía que era algo importante, que no debía dejarlo pasar tan fácilmente
—¿Acaso necesitas preguntar? —.
Le recordé que mi habilidad consistía simplemente en leer los pensamientos mientras estos se desarrollaban.
—Es sobre una historia que Bella no tenía interés alguno en contarme el otro día. Algo acerca de una tercera esposa... —.
—¿Qué pasa con eso? —.
Rápidamente la mente de Jacob viajó hasta aquella noche en la cual narraron aquella leyenda Quileute reunidos frente a una gran fogata y así fue como comprendí a que se refería Bella.
La historia era simple, contaba como los lobos habían dado muerte a un vampiro y de cómo luego de esto su compañera llegó buscando venganza.
Las imágenes mentales daban saltos vertiginosos mientras las escenas se sucedían rápidamente, sin embargo se detuvo justo cuando llegaban a la parte donde salía a escena la famosa tercera esposa.
Horrorizado vi el sacrificio que hacía por su pueblo y por su esposo.
Jacob leyó en mi rostro que algo no andaba bien.
—¿Qué? —.
—Claro. ¡Claro! —. Respondí pasando del miedo a la furia. —Hubiera preferido que tus mayores se hubieran callado esa historia para ellos mismos, Jacob—.
—¿No te gusta ver a las sanguijuelas en el papel de chicos malos? —. Malinterpreto. —Ya sabes que lo son. Entonces y ahora—. Pero eso me tenía sin el menor cuidado.
—¿No adivinas con qué personaje podría sentirse identificada Bella? —.
Luego de un largo minuto Jacob lo comprendió.
Ahora todo estaba claro para mi, ahora compendia su intención de querer estar en claro durante la batalla, ella quería… quería emular a la tercera esposa, sacrificarse, volver locos a los neófitos con su sangre y de esta forma darnos la ventaja.
—Ése es otro buen motivo para que mañana no me separe de ella. Tiene una gran inventiva cuando desea algo—.
—Pues ya sabes, tu hermano de armas le dio esa misma idea tanto como la propia historia—.
Si, Jasper también tenía culpa de ello, pero nadie había querido hacer daño después de todo. La culpa era de Bella por ser tan terca.
Ahora estaba seguro de que en cuando la dejase sola, aunque fuese un segundo ella intentaría llegar al claro a como diera lugar.
—¿Y cuánto durará esta pequeña tregua? —. Preguntó Jacob sacándome de mis pensamientos.
—¿Hasta las primeras luces? ¿O mejor esperamos hasta que termine la lucha? —.
Estaba seguro que no podría soportar a Jacob durante tanto tiempo y él pensó lo mismo también y acordamos que la tregua duraría hasta el amanecer.
—Que duermas bien, Jacob. Disfruta del momento—. Le dije luego de un momento.
Jacob me parecía gracioso pero lo único que quería en ese momento era que llegase el día y que él se largara de una vez.
Nos quedamos en silencio y Jacob cerró los ojos. Lentamente, mientras la tormenta seguía su curso los pensamientos de Jacob fueron dando forma a nuevas fantasías…
Bella despertando en sus brazos pidiéndole que le calentase mientras se frotaba contra su cuerpo… Demasiado vivido, demasiado hiriente.
Una vez más controlé el sonido que subía por mi garganta y trataba de controlar mi voz.
—No quería decir eso de forma tan literal—. Le aclaré.
—Lo siento—. Contestó dando un salto. —Podrías dejarme, ya sabes... dejarnos una cierta intimidad—.
—¿Quieres que te ayude a dormir, Jacob? —. Le ofrecí mostrando mis dientes, estaba la carpa estaba a oscuras pero estaba seguro que él, al igual que yo, no tenía problemas para ver.
—Podrías intentarlo. Sería interesante ver quién saldría peor parado, ¿no? —.
—No me tientes mucho, lobo. Mi paciencia no es tan grande como para eso—.
Podía ver lo mucho que se estaba divirtiendo con toda la situación, no hacía falta que se riera de mi, Jacob Black haría de esa noche un verdadero tormento.