- El viernes un taxista arrolló al protagonista de la película "Crepúsculo" cuando intentaba huir de un grupo de admiradores. Un 1% de los fans pasan de la veneración a la patología, suelen ser personas solitarias y obsesivas.
- Internet se ha convertido en la pieza fundamental en la relación entre los fans y sus ídolos
- El ataque "es una forma de devolverle la frialdad con la que el fan cree que le están tratando"
CARMEN PLANELLES . EFE. MADRID Domingo, 21 de junio de 2009 - 04:00 h.
Aritmo de rock and roll, Elvis Presley arrastró a miles de seguidores en los 50 dando origen al "fenómeno fan", que los Beatles consolidaron años después. Legiones de admiradores siguen aupando hoy a sus mitos pero, entre ellos, se cuelan individuos solitarios, obsesivos y capaces hasta de matar al ídolo.
Con relativa frecuencia, el espectáculo o el deporte deparan trágicos ejemplos: el más famoso, el asesinato en 1980 en Nueva York del beatle John Lennon, por Mark David Chapman, que minutos antes le había pedido un autógrafo; el más reciente, el pasado 7 de junio en Madrid, el intento de asesinato de la actriz Sara Casasnovas, a quien un admirador alemán, que decía estar enamorado de ella, le disparó con una ballesta.
Un fervor, con consecuencias por lo general menos graves, pero que obligan a actores, cantantes o deportistas a mantener distancias con sus fans, para evitar situaciones como la que se produjo el viernes, en Los Ángeles, donde un taxista atropelló al actor Robert Pattinson, protagonista de la película de vampiros juveniles Crepúsculo, cuando intentaba huir de un grupo de admiradores.
Un estudio de la Universidad de Leicester, en Reino Unido, sobre el Síndrome de adoración al mito, establecía, en 2003, que uno de cada tres británicos lo padecía en distintos niveles: un 22% bajo, un 12% medio y un 1% patológico.
Personas solitarias, impulsivas, carentes de habilidades sociales, manejadas por los medios, con una personalidad neurótica, un posible trastorno obsesivo y predominantemente varones, era el perfil del grupo minoritario en esa escala. En su modo de actuar, les caracterizaba su pérdida de contacto con la realidad, la utilización de un lenguaje agresivo, el gasto de sumas enormes de dinero por un pequeño recuerdo, la convicción de que el ídolo les conoce y les quiere, el padecimiento de enfermedades psicosomáticas y la capacidad de dar la vida, agredir o matar por su mito.
En el nivel bajo de esa escala se encuadrarían la mayoría de los fans: personas jóvenes, predominantemente mujeres, extrovertidas, que pertenecen a clubes, que participan del fervor colectivo en actuaciones y que conocen la obra y canciones del artista.
Y en el medio encajarían personas de humor cambiante, con rasgos de ansiedad, propensas a la depresión, que se cuelan en los camerinos, gritan o se desmayan en las actuaciones y que desearían mantener una relación sexual con el ídolo.
La psicóloga y periodista Pilar Varela, coautora junto al escritor Jordi Sierra i Fabra del libro El fenómeno de los fans (Ed.SM), afirma que "cuando llegas a la agresión has confundido la realidad con tu imaginación". El ataque "es una forma de poseer extraordinariamente al personaje, de devolverle la frialdad con la que el fan cree que le están tratando, y esto se produce porque entre ídolos y fans existe una relación desigual".
Una "dialógica asimétrica", según definición de la psicóloga y socióloga Caridad García Moreno: "no son amigos, ni colegas, no hay relación entre iguales, uno está en el escenario y otro en el patio de butacas", afirma.
Favorecer al ídolo
Estos fans patológicos, en los que interviene a veces la psicopatía, según Pilar Varela, presentan en ocasiones "conductas indignas, con el único objetivo de favorecer al ídolo". Así se explican sucesos como el que en 1993 protagonizó otro alemán, Günter Parche, que apuñaló a la tenista Mónica Selles en pleno partido, para dejar vía libre hacia el primer puesto a su admirada Steffi Graf. O el intento de asesinato del entonces presidente de los EEUU, Ronald Reagan, por parte de un seguidor de Jodie Foster, que trataba así de llamar la atención de la actriz.
Jordi Busquet, profesor de Sociología de la Universidad Ramón Llull, dedica una parte de su libro Los escenarios de la cultura a la "cultura fan". "Todos tendemos a mitificar a determinadas personas, a proyectar en las que triunfan nuestras ambiciones e ilusiones, sobre todo en la adolescencia, pero también en otras etapas de la vida", afirma. El de los fans es un "fenómeno colectivo", que reúne a gente a través de Internet, en clubes donde comparten información e imágenes, que hacen fiestas para compartir la misma pasión. "Y esto no es malo a no ser que impida a una persona hacer su vida normal", comenta.
La idea de grupo es, a juicio de este profesor de Sociología, lo que diferencia a los fans de los "frikies", un colectivo que Busquet está estudiando en la actualidad.
"El "friki" es un ser solitario, raro y estrafalario, muy especial. Hay muchos pero ninguno se parece al otro. Sin embargo, el fan es más gregario, se une con otros para compartir una misma ilusión y una misma pasión, y sus identidades tienden a parecerse".
Como en tantos otros ámbitos, Internet se ha convertido en pieza fundamental en la relación entre los fans y sus ídolos. El pasado mes de marzo se conoció que en EEUU famosos como Demi Moore, su pareja Ashton Kutcher, Lance Armstrong o Yoko Ono se intercambiaban mensajes cortos con sus fans a través de la red social Twitter. "Internet permite acercarte más al ídolo y en muchas ocasiones personalizar la relación", afirma la Varela, que ve algunas desventajas, porque "si en el grado máximo de erotomanía (deseo sexual exagerado) el fan recibe por la red la respuesta de su ídolo, esa relación patológica y perversa puede convertir la admiración en agresión".
"Las redes sociales -alerta García Moreno- son para los adolescentes una vía de contagio muy severa, y clave en este momento para que la juventud entre en todo tipo de fanatismos".