CAP. 4 FAN FIC "NOCHE ETERNA" -Luna Nueva-

Capítulo 4

El final



No me sorprendí a escuchar la voz de Alice, solo ella podría ver que no estaba en casa de Bella, seguramente me vio sentado en este tronco cuando decidí saltar por la ventana.
—Jasper se marcha—. Me dijo sin rodeos. —Y yo me voy con el—.
Eso era mas que obvio para mi. Alice nunca lo dejaría solo.
—Alice, también me iré, aún no se cuando ni a donde, pero debo alejarme—.
—No lo hagas por nosotros Edward, es por esta razón que nos marchamos. No queremos ser mas un problema para ti y Bella. Quiero que sean felices. No podríamos vivir sabiendo que por nuestra causa se separan—.
—No es culpa vuestra Alice, es que no lo vez, si no hubiera sido Jasper habría sido cualquiera—.
—Edward, por favor le partirás el corazón—.
— ¿Y no crees que estoy consiente de ello? —
—No, no me marchare entonces. Hablare con Jasper para que nos quedemos solo un poco—.
—Eso no te lo permitiré Alice, te prohíbo interferir. Vasta de criaturas sobrenaturales en su vida. Debe tener una vida normal. Se lo debo, por todo lo que la he hecho pasar—.
Decir aquello en voz alta era infinitamente peor. Por un minuto sentí como mi cuerpo se estremecía levemente. ¿Que era aquello que estaba sintiendo?
— ¿Pero es que no entiendes que con eso la mataras? — Dijo Alice con una mueca de dolor en el rostro.
—No Alice, encontraré la forma, ella me olvidará, se que así será, pero para eso necesito que tu estés lejos, que todos estén lejos. No se porque te digo esto, debo hablar con Carlisle primero—.
—No te preocupes, nuestro padre también ha sacado sus conclusiones. Te espera para poder hablar—.
En silencio no contemplamos. No quería ver a mi familia desecha por mi culpa, por mi falta de juicio.
— ¿Donde irán? Procura estar en contacto con Esme y Carlisle. Seguramente ella se sentirá terrible con todo esto—.
—Y lo hace, Edward. Esme esta desconsolada—.
Trate de convencerla para que fueran a Delani. Mi madre se sentiría un poco mejor al saber que estaban con miembros de la “familia”.
Alice se acercó a mi, rodeando mi cintura con sus brazos.
—Lo siento tanto Edward. Me mata el pensar que todo esto a sido por mi culpa. Si no hubiera insistido en la estúpida fiesta, nada de esto había ocurrido—.
—No es tu culpa—. Dije abrazándola también.
—La extrañaré Edward—.
—Lo se Alice, no sabes lo terrible que será esto para mi—.
Alice retrocedió unos pasos con los ojos cerrados. Permaneció así unos segundos.
—Si, lo se Edward. Si, será terrible para ti; y para ella también. Edward por favor no lo hagas, sufrirá mucho—.
—Pero lo lograra, lo hará ¿Cierto? —
Cerro nuevamente sus ojos. — Maldición Edward, si lo hará pero le partirás el alma—.
Con eso me bastaba, Bella sufriría, es cierto y yo sufriría aún mas al saber que lo hacia por mi culpa, pero al final ella lo lograría, me olvidaría.
—Gracias Alice, Dije en voz baja—.
¿¡Y que me agradeces Edward, no vez que de un golpe he destrozado dos corazones? El de ella y el tuyo!? — Dijo apretando los puños. —Adiós hermano. Ojala que logres encontrar un poco de paz donde sea que te dirijas—.
Dio la media vuelta y corrió adentrándose en el bosque.
Su mente lloraba, pero pronto estaría con Jasper y el lograría consolarla.
“Vampiros afortunados, que se tienen el uno al otro”.
Caminé lentamente, arrastrando cada paso. Tendría que romper su corazón.
¡Bella… mi amor, mi vida!.. Ahogue el grito que emergía de mi pecho. No quiero dejarla, ¿como podré vivir sin su calor sin su risa clara y transparente? Bella, Bella, su nombre quemaba mi boca.
Trepe por su ventana, no se había movido. Pude sentir nuevamente aquella extraña sensación. Me resultaba familiar… solo que no sabia lo que era.
Lo que quedó de noche, lo dedique a memorizar su rostro, recostado junto a ella acariciando su cabello. La última vez, mi última vez.
—Adiós amor—. dije en un susurro. —Adiós mi Bella, esta será la última vez que hable mi corazón. Trata de olvidar, mi vida. Trata de ser feliz. Te amo Bella, te amo mas que a mi propia vida, te entrego mi felicidad, aquí junto a ti quedará por siempre—.
Para la mañana siguiente ya no quedaba un solo rastro del Edward que Bella tanto amaba en mi cuerpo. Me incorporé besando su frente. Pude ver por un minuto a su Edward, recostado junto a ella. Lo que ahora se alzaba solo era un sombra, una cáscara. Junto a ella, en aquella pequeña cama quedaba todo mi ser. Era suyo, ya no me pertenecía.
Salté por su ventana como la noche anterior, sin voltear, sin observarla.
— ¿Has visto a Alice?—, Dijo preocupada mi madre.
—Después Esme, lo prometo—. Subí a toda prisa para cambiar mis ropas.
Llegue al instituto solo un poco antes de que Bella lo hiciera.
Me acerque a su coche para ayudarla a bajar. Seguramente no se sentiría muy bien esta mañana.
— ¿Qué tal te sientes? — Dije tratando de contenerme.
—Muy bien — Respondió, pero traté de no preocuparme, traté de contener la repentina ansiedad.
Caminamos en silencio, lentamente mirando el pavimento. Aquella mañana parecía eterna. Las clases se hacían interminables y ahí estaba de nuevo la monotonía de las materias.
Bella se mantuvo muy callada y me sorprendió que no me bombardeara con miles y miles de preguntas. Estaba dispuesto a decirle que nos marchábamos en cuanto ella empezara ha hablar sobre lo ocurrido el día de ayer, pero ella simplemente no lo hizo. ¿Instinto, presentimiento? Sin embargo agradecí postergar aquello, solo un poco. Tendría que desprenderla de a poco, hiriéndola con mi indiferencia.
— ¿Dónde está Alice? — Preguntó en el almuerzo.
—Está con Jasper—. Dije fríamente, sin mirarla. Pude sentir como su corazón comenzaba a latir rápidamente. Con la voz llena de angustia preguntó si el estaba bien, pero no conteste, ni siquiera le mire. Solo me dedique a seguir jugando con mi “comida”.
—Se han marchado una temporada— Le solté de golpe.
Bella dejo escapar un pequeño grito. — ¡¿Qué?! ¿Adonde? — Traté de parecer indiferente antes su reacción.
—A ningún lado en especial—. Le contesté alzándome de hombros.
Su voz tiritaba cuando pregunto si Alice se había marchado también. Quería consolarla, abrazarla. Calmar el dolor que le producía su partida, pero no podía. Me obligué a no levantar la mirada, obligue a mis músculos a permanecer rígidos a menos de medio metro de ella. Era tan fácil hacerla sentir bien, solo tendría que levantar mi mano y acariciar su rostro, pero no, no haría y no lo hice, solo confirme lo que ella suponía, Alice se había marchado siguiendo a Jasper.
En su cara se dibujó una mueca de dolor, estaba seguro que sería por mis palabras. — ¿Te molesta el brazo? — Dije de todas maneras.
— ¿A quién le importa mi estúpido brazo? — Murmuró molesta por mi pregunta y dejó caer su cabeza sobre la mesa. Involuntariamente estiré mi mano hacia ella. Casi podía imaginar el contacto con su suave cabello. Cerré de golpe mi mano, solo a unos centímetros de tocarla. No me permitiría flaquear, la decisión ya estaba tomada.
Al sonar el timbre me levante sin decir palabra, procurando arrastrar la silla al pararme para que Bella me escuchara. Durante el resto del día escolar mantuvimos esta situación, yo no hablaba y ella respondía a mi silencio con más silencio. Sólo cuando nos dirigíamos hacia su carro, al finalizar las clases, me habló nuevamente.
Pregunto si iría a su casa por la noche, debía trabajar, pero en la noche quería verme. Me mostré indiferente sobre el tema, pero accedía a ir. Bese su frente rápidamente, disponiéndome.


—O—


— ¿Te ha dicho Alice donde irían? — Me preguntó mi madre, muy preocupada. No debí salir tan rápido esta mañana, se encontraba casi angustiada por Alice y Jasper.
—Madre, Alice estará bien, creo que irán a visitar a Tanya, estará en contacto—.
— ¿Y que se supone que haremos nosotros? —. Preguntó molesta Rosalie.
—Rose—. Dijo esta vez mi padre. —Deja que hable, seguramente es lo que ha pensado toda la noche. Adelante Edward—
—Les pido disculpas a todos, si yo no hubiera sido tan egoísta, esto no habría pasado. Hace mucho tiempo que debí escuchar a Rosalie. Se que ella solo quiere lo mejor para la familia y ahora debo pagar por mi estupidez. Lamento tanto tener que arrastrarlos con mis problemas, pero créanme que no veo otra salida para todo esto—.
—No debes disculparte por amar a Bella— Dijo mi madre.
—No Esme, no pido disculpas por amarla. Sin duda la amaré por siempre, pero he sido desconsiderado al esperar que todos ustedes tuvieran la misma tolerancia que he tratado de tener cuando estoy junto a ella.
No fue justo para Jasper someterlo a aquella dura prueba, estoy consiente que para mi es solo un poco mas fácil por que la amo, pero ustedes no tenía la misma obligación—.
—Claro que la tenemos hijo, ella es tu compañera. También la amamos y es parte nuestra—. Continuo Esme.
— ¡Pero ya no lo será mas! Ya no podemos vivir aquí, debemos marcharnos—.
—Ya había previsto algo así, pero jamás pensé que tú también te marcharías. ¿Estas seguro de esto? ¿Quizás si no estuviéramos, si solo fueran ustedes dos?..
—Terminaría matándola… de una u otra manera. No puedo… no puedo…—Desgarrado por el dolor caí al suelo. Odiaba mostrarme débil, pero es que no podía controlar el dolor.
Sentí los brazos de mi madre rodeando mi espalda.
—Cariño, se que lo haces por ella. Esto es lo más noble que alguien podría hacer por el ser amado. No existe en la tierra una persona que merezca ser feliz más que tu, mi pequeño Edward. Estaremos contigo hijo, en todo momento—.
—No madre— Dije desprendiéndome de su abrazo, pude ver como la hería mi brusquedad. —No. Yo no iré con ustedes, no esta vez. Necesito superar esto solo. No estoy seguro de cómo lo haré, pero tengo que hacerlo—.
Los ojos de Esme confirmaban todo lo que su mente me decía. Pena, dolor, incertidumbre, pero sobre todo tristeza, mucha tristeza. Su familia se desmoronaba poco a poco y yo era el culpable.
—No tengas pena, por favor madre. Estaré en contacto—. Le dije sacando de mi bolsillo el pequeño celular plateado y tratando de fingir una sonrisa.
— ¿Y que piensas hacer? ¿Donde iras? —
—No estoy seguro, he pensado en tratar de encontrar a Victoría. Se que en las últimas rondas no hemos encontrado rastro alguno de ella, pero me sentiría mejor si estoy seguro de que ella ha salido completamente de nuestras vidas—
Desde nuestra vuelta a Forks, se había vuelto una costumbre el vigilar los alrededores. Claro que a Emmett le fastidiaba hacerlo ya que nunca encontrábamos nada.
—Genial, yo voy contigo—. Dijo muy entusiasta mi hermano—.
—Emmett, ¿No pretenderás dejarme nuevamente? Le recriminaba Rosalie—.
—Pero nena, solo será un corto tiempo, ¿No es así Edward? —
Pero yo no estaba seguro de volver algún día. Por lo menos trataría de no hacerlo.
—Será mejor que viaje solo Emmett. Créeme, no seré el mejor compañero de aventuras. Además para Esme ya que mucho perder a tres hijos de golpe—.
—En eso tienes razón, gracias por la consideración— Me dijo mi madre.
—No lo hago para heríos—.
—Te entendemos. Debes hacer lo que creas que es correcto. Eres nuestro hijo, vuelve a nosotros cuando estés listo. Te extrañaremos y esperaremos ansiosos tu regreso. —“Ve hijo, pero vuelve. Ya te extraño.” Agregaba la voz mental de mi padre.


—O—


Aún era temprano, Bella seguramente estaría saliendo del trabajo. En otras circunstancias podría haber pasado por ella, como solía hacerlo, pero hoy no, ya nunca mas.
Charlie estaba ansioso por ver un partido por televisión. Me senté en el sillón esperando que Bella llegara… Bueno trataba de no esperar. Me enfoqué en el televisor, agradecí que su padre fuera un hombre de pocas palabras, lo último que quería hacer era platicar.
Era sorprendente como podía fingir frialdad frente a Bella. Esa noche no la recibí con los brazos abiertos. Tampoco bese sus labios y caminamos tomados de la mano hacia la cocina. Esa noche solo la mire, dedicándole solo una fingida y pequeña sonrisa. ¿Con cuanta facilidad podía cavar mi propia tumba? Yo era un monstruo y los monstruos no tienen sentimiento ni emociones.
—Ahora voy contigo — Le dije para luego seguir contemplando el televisor. Bella se quedo ahí, su corazón latía ahora rápidamente, pero no se movió.
No quería mira, no debía mirar. Indiferencia, mi corazón era una roca.
Claro que no pude evitar escuchar. Me enfoque en los ruidos que llegaban desde la cocina, pero solo escuche el ruido de la silla cuando ella la arrastro para sentarse. ¿Que estaría pensando? No podía pasar por alto mi comportamiento. ¿Que pensaría? Y ahí estaba otra vez aquella extraña sensación. Desde las profundidades de mi menoría surgían extraños recuerdos, casi olvidados ya. Traté de recordar, atravesando la densa nube tras la cual se guardan mis antiguos recuerdos humanos.
La silenciosa risa de Bella surgió de pronto. ¿Qué era lo que la hacia reír? Estaba completamente seguro de no hacerle entregado motivo alguno, es más a estas alturas ya debería estar llena de incertidumbre, pero sin embargo no preguntaba nada, era como si simplemente aceptara mi comportamiento. Como si fuera normal. Subió a su dormitorio, al parecer estaba sacando una fotografía. ¿Una fotografía de que? Ya no era libre de hacer preguntas, tampoco podía leer sus ojos. Aquello era peor, mucho peor de lo que esperaba, infinitamente peor. Sin embargo no podía dejar de espiar sus movimientos por la casa. Bajo los escalones lento, despacio; tratando de no hacer ruido. Claro que aquello era imposible.
Obligue a mis ojos a no mirar, claro que tampoco pestañeaban. Estaba completamente petrificado, sin vida, sin alma.
Bella tomó unas cuantas fotos de su padre y mías. Lo más difícil fue cuando nos tomamos una juntos. Su suave cuerpo se sentía exquisitamente cálido.
—Sonríe, Bella — Le dijo su padre.
Y por un momento me invadió la necesidad de contemplar su rostro. Y una vez mas me contuve.
Deje caer mi mano de su hombro, casi dolía la separación de su cuerpo. “Acostúmbrate, acostúmbrate. Es solo el comienzo” Pero en realidad era el fin.
Me senté a fingir ver el televisor. El reloj no avanzaba, estar junto a ella de esta manera era insoportable. Sentí que no podía mas.
— ¿Te quedarás? — Me pregunto casi en un hilo de voz.
Por todos los cielos, su voz era débil, sin vida, pero lo superará, Alice lo aseguró.
—Esta noche, no—. Le dije desconsideradamente. Bella no protesto, como supuse que lo haría, tampoco demostró tener mas interés en que lo hiciera. Posiblemente le habría dicho que si, si hubiera insistido, pero no lo hizo y agradecí aquello.
Sin mirar atrás, entre a mi coche. Demasiado rápido llegue a casa. Las cosas ya estaban listas para la partida. En un par de días mi familia se marcharía y luego vendría mi turno. El turno del adios.
—Iremos a cazar por los alrededores, ¿Vendrás con nosotros?—.
—No madre, gracias—.
—Estaremos cerca por si nos necesitas—.
Todos se fueron. Era como ver mi futuro. Soledad, desolación.
De un lado a otro camine en mi habitación. Aquel no era el lugar donde yo quería estar, pero no iría. No correría por el bosque y treparía por su ventana. No lo haría. Ya nunca mas entraría por su ventana, ni me recostaría junto a ella en su cama. —Bella—, dije en voz baja. —Bella—. Cerré mis ojos. Perfectamente podía recrear en mi mente todos lo detalles de su habitación, la conocía perfectamente cada centímetro. Los libros que tenia en la estantería, los CD’s de su colección, los afiches de su pared, etc. Y sobre todo la recordaba vividamente. Me deje caer sobre el sillón de mi dormitorio.
—Bella… Golpee mi cabeza con mis puños, aquello no ayudaba.
Me arrepentí profundamente de no haber salido a cazar. Salté por la ventana, trepando a un árbol. Mi familia ya debía estar lejos, pero sería fácil encontrar su rastro. Corrí sin prestar demasiada atención por el bosque, mi mente era un caos. Me detuve de golpe. Fue como ver la luz al final de un túnel oscuro. Aquella extraña sensación me inundaba por completo. Sin embargo ya la recordaba claramente.
La última vez que la sentí fue hace muchos, muchos años. Fue antes de entrar en la inconsciencia debido a la gripe española. Sabía perfectamente que moriría y no volvería a ver a mi madre ni a mi familia. Había olvidado completamente aquella terrible sensación. Mi muerte y mi nueva vida estaban marchadas por sensaciones completamente contrarias, como el día y la noche, frío y calor. El frío que experimentaba en mi muerte paro de golpe cuando el calor del veneno quemaba mis entrañas. Aquel recuerdo de muerte había desaparecido en lo más profundo de mis recuerdos…. Hasta ahora.
Corrí con más fuerza tratando de calentar mi cuerpo, pero era inútil. Sin darme cuenta había llegado a casa de Bella. No entendía como, me había propuesto no ir, pero supongo que era una respuesta de mis sentidos. Mi ser tenía frío y ella era la única capaz de curarlo. ¿Pero que pasaría en el futuro? ¿También correría tras ella? Nunca podría olvidar su calor, ahora que estaba consiente del frío tendría que vivir con el para siempre. Frío eterno en mi noche eterna. Seguramente el infierno sería mejor, por lo menos ahí no tendría frío.
Trepe por su ventana. Una mirada, solo una última mirada. ¿Y luego? … ¿Una última caricia, un último beso?... aquello no ayudaba. Me obligué a bajar, sin mirar. Mi mano colgaba del marco de su ventana. No podía dejarme caer.
En más de un sentido aquello representaba la separación. Tal vez, solo tal vez, si lograba soltar mis dedos, podría soltarme de ella. Un tras otro los levanté, quedando solo colgado del índice. Tan doloroso era dejarme caer. Caer a la noche, caer al frío, a la soledad y al olvido.
Pero no había marcha atrás, no había alternativa.


Permanecí oculto entre los árboles, seguramente podría verla desayunar. Vi salir a su padre y poco después los ruidos provenientes del segundo piso me indicaron que Bella ya estaba despierta. No tardó en bajar a la cocina y efectivamente, trepando a un árbol, pude ver como tomaba su desayuno. Se sentó en su sitio de costumbre. Su postura, la forma de sostener la cuchara, hasta la frecuencia en que tomaba sus bocados me indicaban que estaba triste. Estaba destruyendo su corazón, lenta y sistemáticamente. De pronto de levanto a toda prisa y pude escuchar como salía por la puerta principal, pero era demasiado temprano para ir al Instituto.
Me moví horizontalmente por el bosque, tratando de encontrar un mejor ángulo pero era inútil. Trepe a unos de los árboles mas altos y pude ver lo que mis oídos me habían anticipado.
Bella se encontraba frente a su casa y se disponía a tomar una fotografía de esta. Era la cámara que le había obsequiado su madre para su cumpleaños.
Rodeo la fachada de la casa y se acercó un poco al bosque. De un salto me adentré en las sombras de los árboles.
Bella buscó el mejor ángulo y tomó una última fotografía. Se quedó ahí un momento, contemplando los árboles. Su rostro parecía esperanzado y supongo que aquel era el sentimiento correcto que sentía en ese momento ya que dejo escapar un hondo suspiro.


—O—


Aquel fue otro día de terapia anti-Edward para ella. Me mantuve como los días anteriores, indiferente… solo en apariencias. No podía dejar de monitorear cada movimiento, cada cambio en sus latido, cada respiración y sobre todo cada suspiro que inconscientemente dejaba escapar. En resumidas cuentas, era un verdadero martirio.
Bella se encontraba más distraída que nunca en las clases, al punto de tener que “soplar” una respuesta en la clase de Lengua.
Aquella fue la única vez que me permití dirigirle la palabra. Silencio, indiferencia. Me odiaba a mi mismo, me odiaba con todo mí ser.
Por fin llegó el final del día escolar. La acompañe a su carro, pero esta vez no bese su frente al despedirme, tampoco sonreí.
Cada día la desprendía un poco mas, cada día destruía su corazón, de apoco, sin compasión.
Camine hasta mi coche, tratando de mantener el paso humano. Era tan difícil fingir. Todo lo humano pesaba. El tener que pestañear, el fingir respirar, todo aquello que hacíamos para fingir nuestra humanidad.

Esa noche, como la anterior, salte por mi ventana. No soportaba el frío. Corrí por el bosque en dirección a su casa, en dirección a mi corazón.
Bella estaba dormida. Por su frente corría un gota de sudor. No debería haber ido. Debí pedir a Emmett que retuviera por la fuerza si era necesario. No debía estar ahí. Nada bueno lograría con aquello. Estaba dispuesto a volver a casa de mis padres cuando algo en el suelo de su habitación llamo mi atención. Era el álbum fotográfico que su madre le había regalado. Aquello fue un carnada demasiado tentadora como para no morderla. Cuidadosamente abrí la ventana. Una ola de calor baño mi cuerpo al mismo tiempo que el ardor quemaba mi garganta. Demasiado tiempo lejos de ella. Todo volvía a ser como en el comienzo. Para los humanos el tiempo todo lo cura, para nosotros solo lo hace más insoportable.
La primera fotografía era mía, del mismo día de su cumpleaños. Me sorprendí al ver la segunda. Era la fotografía que nos había tomado el día anterior, cuando estaba fingiendo ver televisión y la tercera era la mas dolorosa de apreciar. Bella y yo, uno junto al otro pero a la vez demasiado lejos ya. Contuve las ganas de romper aquellas terribles muestras de nuestra separación, pero estaba consiente que solo de aquella manera podría separarme de ella, solo así, ella me olvidaría. Fingir que no la amaba y sufrir por aquello. Solo ese futuro podía ofrecerle, pero a su vez era la única salida.
Como podía pretender que Bella continuará con su vida teniendo tales recuerdos tangibles de mí persona. Nunca olvidaría, por el contrario solo haría las cosas más difíciles para ella. Me incorporé silenciosamente con el álbum entre mis manos. Gire buscando el CD que le había regalado. Dos muestras de mi amor, de mi persona. Un ancla, un lastre y sobre todo un estorbo para su vida. Debía desaparecer completamente de su vida y de sus recuerdos. Debía facilitarle las cosas, pero no podía llevarlos con migo. Yo también debía aprender a vivir sin ella. Jamás volvería a tocar aquella melodía. Era suya, al igual que mi vida.
¿Pero que podía hacer con las fotografías? Yo también debía olvidar.
Deambule por el bosque, tratando de encontrar algún rastro de Victoria. Sin embargo como antes no encontraba nada. Así transcurrió mi ultima noche, en un ir y venir a ningún sitio en realidad, como un fantasma, como el ser sin alma que era.
La escuela fue terrible. Por primera vez en días las horas volaban. Corrían y yo no podía hacer nada por detenerlas.
— ¿Te importaría si voy a verte hoy? — Le pregunte cuando llegábamos a su coche esa tarde después de clases.
—Claro que no—
— ¿Ahora? — Le dije, sin respirar.
—Sí, claro —
Bella debía entregar unas cartas. Me ofrecí a dejarlas, mi carro era mucho más rápido que el suyo.
Entregue las cartas y aún así logre llegar antes que ella.
—Vamos a dar un paseo — Le dije mientras tomaba de su mano.
Acomodé mi paso a su ritmo y me dirigí hacia el pequeño sendero que se encuentra en el bosque justo detrás de su casa. No caminamos demasiado, solo unos cuantos metros. Me detuve cerca de un árbol, apoyando mi cuerpo en este. Deje de lado todos mis sentimientos.
Bella me miró y dijo:
—Está bien, hablemos —
Debía interpretar un papel. Llene mis pulmones de aire, tratando de que mi voz no se quebrara.
—Bella, nos vamos—.
— ¿Por qué ahora? Otro año...

Trate de argumentar cosas demasiado obvia, cosas en las que mi familia y yo siempre debíamos pensar cuando vivíamos demasiado tiempo en un lugar, pero eran solo excusas, sabia perfectamente que aún podíamos vivir en Forks un buena temporada sin levantar sospechas.
Excusas, solo eran tontas excusas.
Bella me miraba con los ojos muy abiertos, pero llenos de duda. Solo vasto un segundo para que su rostro cambiara de color. La sangre bajo de su rostro y quedó completamente blanca.
—Cuando dices nosotros... — Dijo en un susurro.
—Me refiero a mí y a mi familia—.
Bella sacudió su cabeza de lado a lado, negando mis palabras. Su ritmo cardiaco se había disparado. Esperé su respuesta, sin mostrar sentimiento alguno en mi rostro. Ya tendría tiempo suficiente para eso, pero no aquí, no ahora. Una tras otra fui debatiendo sus razones. Una tras otra fui enterrando espadas en su pecho, hasta romper su corazón.
Bella logro sobre ponerse y tal como pensaba no quería dejarme marchar. Quería ir conmigo. Todo fue demasiado doloroso. Dolía hacerla sufrir y dolía saber que abandonaba lo único por lo cual valía la pena la vida.
—No puedes, Bella. El lugar adonde vamos... no es apropiado para ti.
Ella pensaba que donde yo estuviera, sería apropiado para ella, pero yo no estaba seguro de donde iría. Solo estaba seguro que sería un infierno y aquel no era sitio para ella.
—No te convengo, Bella—.
“Mi Bella, mi amor. Comprende que siempre seré tuyo, mi corazón el tuyo”.
—No seas ridículo — Dijo suplicante. —Eres lo mejor que me ha pasado en la vida—
Aquello no estaba resultando, como lo había planeado. Bella estaba mas obstinada que de costumbre.
—Mi mundo no es para ti — Dije sinceramente esta vez.
— ¡Lo que ha ocurrido con Jasper no ha sido nada, Edward, nada! —
Pero en eso tenía razón. Era lo que se podía esperar, solo que yo había estado demasiado ciego para ver realmente.
De pronto Bella cambio el tomo de su voz, aquello no estaba bien, debía terminar lo más pronto posible aquella situación.
— ¡Lo prometiste! Me prometiste en Phoenix que siempre permanecerías... —
Me recriminaba, casi gritando, pero yo no prometí aquello. Siempre traté de dejar eso en claro. Solo hasta que fuera bueno para ella y eso ocurría ahora.
— ¡No! ¿Esto tiene que ver con mi alma, no? — Dijo de pronto furiosa. —Carlisle me habló de eso y a mí no me importa, Edward. ¡No me importa! Puedes llevarte mi alma, porque no la quiero sin ti, ¡ya es tuya! —
Obligue a mi cuerpo a congelarse donde estaba. Quería recorrer el pequeño pero a la vez gran espacio que nos separaba ahora. No podía contemplar por un minuto mas su sufrimiento. Aquello no estaba bien, todo estaba fuera de control. Podía verme tomándola en mis brazos, mientras le pedía disculpas por haberme comportado como un estúpido, pero no lo haría. La amaba demasiado, pero no quería seguir torturándola. Solo un intento mas, solo una ultima oportunidad y si eso no funcionaba, me quedaría o nos iríamos. No estaba seguro, de lo único que estaba seguro era de no aguantar mas aquella terrible situación.
Respiré hondo y lance mi última carta.
—Bella, no quiero que me acompañes — Le dije sosteniendo mi mirada, clavándola en sus ojos.
Bella no dijo nada en respuesta. Por un momento permanecimos en silencio. Yo esperaba que ella debatiera mis palabras, estaba seguro de que no creería ni una sola palabra. Seguramente ya se había percatado de que todo esto era solo un truco para mantenerla a salvo.
— ¿Tú... no...me quieres? —
Para mi asombro ocurrió todo lo contrario. Pude ver en su voz como dudaba de mis sentimientos.
Como era posible que creyera aquella estúpida escusa? Acaso no sabia que la amaba mas que a nada? Mas que a mi mismo, mas que a mi familia, mas que a cualquier cosa.
Pude escuchar como mi corazón se rompía con la duda hacia mi amor.
—No— Dije muriendo por dentro.
Con esas pequeñas letras moría todo lo que importaba.
—Bien, eso cambia las cosas — Dijo tranquilamente.
Desvié mi mirada. Ahogando los gritos de mí pecho. Trate de encontrar las palabras adecuadas y el tono adecuado, dejando todo rastro humano fuera de mi rostro.
—En cierto modo, te he querido, por supuesto, pero lo que pasó la otra noche me hizo darme cuenta de que necesito un cambio. Porque me he cansado de intentar ser lo que no soy. No soy humano —
Dije fingiendo, pero por dentro el frío quemaba mi ser. “Soy un monstruo y este es mi infierno” Mi infierno frío y desolado. Le dije que había permitido que esto llegara demasiado lejos. Pude ver como destruida a la persona que tanto amaba. Era demasiado, era aún mas terrible de lo que yo había previsto.
Recordé las palabras de Alice “La destruirás” me había asegurado, pero también sabia que lo superaría, Bella lo superaría. Tendría otra oportunidad si yo salía de su vida completamente.
Hundí más la espada en su corazón afirmándole que no me convenía. Bella solo afirmaba mis palabras con la mirada perdida y tuve miedo. Miedo de su reacción, su corazón era solo un suspiro en esos momentos. Como si fuera a dejar de latir en cualquier momento.
Tuve miedo por su vida. Me estremecí un momento. Los humanos tienden a hacer cosas estúpidas cuando están desesperados. Como Romeo y Julieta. Yo no quería que Bella atentara contra su propia vida. Aquello no lo podría superar. Le pedí que se cuidara que no hiciera nada desquiciado y a todas mis palabras ella asintió, sin vida en la voz y los ojos.
Ya no podía estar ahí, ya no lo soportaba.
Volvía ponerme la mascara pidiéndole que lo hiciera por su padre, el también la necesitaba.

—Lo haré — Dijo en un murmullo. Sabía que cumpliría su promesa. De aquello estaba seguro. Alice había visto que lo lograría.
Le prometí que nunca más volvería a verme. Que podría seguir con su vida. Debía seguir con su vida. Con los años yo solo sería un triste recuerdo. Algo sin importancia.
—Podrás retomar tu vida sin que yo interfiera para nada. Será como si nunca hubiese existido—.
Su corazón latía rápidamente de nuevo, pero de mis palabras estaba completamente seguro.
—No te preocupes. Eres humana y tu memoria es un auténtico colador. A vosotros, el tiempo os cura todas las heridas.
— ¿Y tus recuerdos? — Dijo casi en un grito. Aquello era tan típico de ella. Tan acertada en sus preguntas. Por poco me desarma por completo.
—Bueno, yo no olvidaré, pero los de mi clase... nos distraemos con suma facilidad. Trate de sonar lo mas convincente que me permitía mi dolor. Jamás la olvidaría, jamás lograría existir completamente sin ella. Solo tendría el consuelo de que lo ha logrado, de que será feliz.
Di un paso atrás, alejándome de ella.
—Supongo que eso es todo. No te molestaremos más—.
Pude ver la sorpresa en su rostro. Aquello era otra terrible sorpresa para ella. Confirmé lo que su rostro me decía.
—Los demás se han ido. Yo me he quedado para decirte adios—.
— ¿Alice se ha ido? —
—Ella quería despedirse, pero la convencí de que una ruptura limpia sería mejor para ti—
Su rostro estaba desesperado. Ya era suficiente, ya no podía hacerla ni verla sufrir un momento mas.
—Adiós, Bella — Dije inexpresivamente. Me aleje caminando sin darle la espalda.
— ¡Espera! — Grito mientras caminaba con los brazos extendidos hacia mi, tratando de alcanzarme. “No puedo, no puedo. Adios mi amor”
Permití que se acercara a mi, el dolor quemaba mi cuerpo, mis sentidos. “Adiós mi Bella, mi dulce Bella, se feliz. Yo por mi parte te recordaré y te amare por siempre”
Tome sus brazos por las muñecas, sosteniéndolas en los costados. Lentamente me incline besando frente, memorizando su cálido y suave contacto.
—Cuídate mucho……..

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