Calles

Calles por Astrid Manrique Galicia

Son las 11:30 de la noche, la luz de mi ultimo cigarro se esta extinguiendo, -diablos- pensé en la molestia de buscar un local abierto a esta hora mientras escuchaba aquella cinta de the Cure que se había convertido en mi favorita. Estaba sentada en un montón de cajas apiladas desde la azotea del viejo edificio, me gustaba mirar con admiración las luces que parpadeaban en todas direcciones, lo grandiosa y funesta que puede llegar hacer la cuidad de México, el que había dejado de ser aquel lugar mágico y seguro de mi infancia cuando mi madre me llevaba al centro a verla trabajar en aquella fabrica de muñecas que era un paraíso para cualquier niño o con mi padre, acompañándolo al estadio a gritar ¡goool! Como todos unos irracionales, eso lo hacia feliz, siempre fui su favorita, talvez por llenar esa parte machista de tener un varón y al menos en aptitudes era lo mas parecido a un niño según mi madre, ir a esos cines baratos o aquellos parques públicos donde peleabas con otros niños para ver quien se subía al columpio viejo y oxidado o a la resbaladilla rota arriesgándote a salir herido con esa lamina cortante, aquellas carreras en las calles con los niños de la cuadra tocando timbres, hasta que un anciano molesto nos atrapaba y a jalones y mentadas nos llevaba a casa aun eminente castigo, el sentarme en la banqueta toda sucia quejándome de los raspones a causa de las bicicletas mientras mascaba un chicle que con tanto esfuerzo había logrado que mi tío me comprara,... pero creciendo se acaba, es inevitable que el mundo devore la inocencia que alguna vez tuvimos...

Volví a mi azotea fría y humeda cuando la colilla del cigarro quemo mi mano, no tuve opción por instinto solté aquel pedazo de nada y vi como caía dejando una pequeña estela de luz hasta tocar el suelo. –¡maldita sea!- con fastidio tome mi chaqueta y comencé a bajar las obscuras escaleras de mi edificio mientras escuchaba roer a algunas ratas en los pisos de abajo, avance y apareció entre la oscuridad sentado en un escalón Carim, aquel joven del departamento 3, nos conocíamos desde los 12 años cuando llegue a vivir a ese lugar después de la ruptura de mi familia por lo cual, tuve que mudarme con mi padre ahora cascarrabias, era un chico callado que mantenía una revolución interminable con sus teorías fatalistas acerca de la vida; pasábamos horas discutiendo acerca de la inexistencia del amor, amistad, lealtad y lo ponían de muy mal humor aquellas señoritas que contestan cuestionarios y recortan fotos de revistas para “pubertos” todo lo reducía a basura y la verdad que la mayoría del tiempo estaba de acuerdo con el; las consideraba utopías que generaban una total angustia cuando las pretendemos completas y sin equivoco terminan en pesadillas, aunque nunca le daba la razón.

Siempre jugueteábamos con un pequeño gato gris y andrajoso que hacia la función de mascota al que llamamos ixtab, aquella diosa encargada de los suicidios y la muerte en la cultura Maya. Siempre supe que era alguien interesante algo muy escaso en estos tiempos, un romántico existencialista con algo de ególatra mi propia opinión: -eres raro- alguna vez arriesgue a comentar y la respuesta logro plasmar una sonrisa en mi rostro, -¿según tu que es ser normal?.- si, ni yo lo sabia, la mayoría intentamos encajar en el estándar de sociedad, -¡si nos comportáramos en la vida real como en los sueños, seriamos tomados por locos decía Freud!-. Compartíamos libros de Edgar Allan Poe, Lovecraft, Nietzche, Quiroga, me encantaban eran unos tipos medio alucinados, había ocasiones que lo perdía de vista, pero siempre volvía con esa sonrisa camaleónica a tocar mi puerta. Éramos buenos cuates (aunque afirmara que no existía tal cosa).

Olvide mi cajetilla y decidí acompañarlo en aquel escalón mientras de entre su overol compartíamos una caguama y hablábamos del nuevo disco de Molotov, de la virginidad de las putas y lo putas que pueden llegar a ser las vírgenes, ¡eso en verdad me hacia reír!, de los problemas de todos los días; el servicio publico, los microbuses que son unos malditos cafres inevitablemente necesarios, pero no paso mucho rato y volvió la ansiedad por ese tabaco y el envase yacía vació, decidimos buscar algo abierto, era viernes y no seria difícil.

Mientras vagábamos por las calles llamo mi atención un hombre sentado en una de esas bancas solitarias que encuentras de vez en cuando entre las ceras, como esperando a que alguien lo descubriera, bebía de una copa que después agitaba con la mano derecha con cierta sensualidad, vestía totalmente de negro o al menos eso me pareció con la noche encima, una gabardina que parecía querer huir con el viento de la media noche reposaba a su lado, mientras que su caballera larga y castaña reposaba en sus hombros que era sostenida con un delicado pañuelo morado a la vez, con las sombras del lugar no lograba distinguir facción con detalle, en ese momento parecía uno de esos cantantes de rock de algún antro de mala muerte. -¿te latió el darketo verdad Tara?,- me pregunto Carim con aquélla mirada burlona mientras avanzábamos unos pasos delante de ese hombre, a lo cual sonreí con cierta afirmación al mismo tiempo que baje un poco la cabeza.

Llegamos a una de esas tiendas de 24 horas en donde nos surtimos con licor para toda la noche, en el trayecto de regreso aun estaba aquel hombre, que en un movimiento sutil giro su rostro hacia nosotros, sonrió con su dentadura blanca y perfecta que sobre salía en esa oscuridad -¡buenas noches chavos!- le sonreí mientras sacaba el primer cigarro de cajetilla recién comprada, Carim fue un poco mas directo con ese movimiento de mano que por lo regular hacemos con familiaridad entre camaradas, de repente ese sombra se levanto y ofreció lumbre de un hermoso encendedor plateado de una bella flama azul que de inmediato acepte. -Mi nombre es Aldemar.- -algo teatral pensé.- nos invito a acompañarlo, ahora se que fue algo osado el sentarnos en ese lugar a lado de aquel desconocido pero irresistible caballero. –soy Tara,- -¡hermoso nombre; pináculo de piedra niña, ojala le hagas honor.!- respondió, en realidad no sabia aquello de mi nombre, pero a partir de ese momento lo tome como verdad, Carim no quiso hacer lo propio, solo se limito a beber de una de las botella que traía consigo, cuando de una forma abrupta y talvez por efecto del alcohol señalo en toda dirección y afirmo lo maravillosa que es la noche. A lo que Aldemar continuo; -En verdad que lo es, cualquier lugar se transforma con las sombras. Aquí no hay nada nuevo, pero cuantas cosas viejas hay que no conocemos. Estas y todas las ciudades hablan y se dividen en dos, una que es la cotidiana y otra que pocos conocen y que la gran mayoría ni siquiera en sus pesadillas se imaginan, ¿sabían que hay seres noctámbulos, que vigilan todo desde las cloacas, desde casonas viejas o talvez desde un lujoso edificio del sur, y su misión es hacer la limpieza, aquella que no se ve pero que es necesaria para que el ciclo de la vida siga su curso en cadena,?- -¿no sobre estimas a los trabajadores de limpieza de la delegación?, si, esos cuates de naranja.- Aquel comentario sarcástico de Carim no pareció molestar a nuestro amigo que con una sonrisa continuo.

-Va mas haya de tu pequeño mundo, todos creen que la punta de creación es el hombre, pero aun ustedes tienen depredadores, y el poder radica gracias a la incredulidad del mundo actual, por ello han logrado sobrevivir al tiempo, la nueva era de ideas sirvió mucho y hay que aprovecharla para pasar desapercibidos, los hombres actuales son “racionales” y no ven mas allá de lo que suponen palpable, de entre los animales de la naturaleza solo el hombre es ambicioso, solo el es avaro, solo el es soberbio ... y eso hace mas fácil todo, no como en los tiempos antiguos cuando la noche era temida y todos eran precavidos, los temores actuales son distintos; un asalto, una violación, un secuestro o una devaluación y eso es perfecto por que los decesos que ocurren en las calles son atribuidas a inadaptados sociales o deficientes mentales como dicen los psicólogos, asesinatos o accidentes lamentables y eso cabe en esta especie, solo el hombre mata hombre sin razón, y esta es una ciudad llena de ese tipo de personas. La policía, la prensa, la sociedad lo atribuya a mil motivos distintos... la muerte de un vagabundo o de un niño de la calle es cotidiano para esta sociedad, no les afecta, y esas son presas usuales, ¿no creen?.-

Solo hubo un pequeño silencio quebrado por una inquietud, -¿por qué mantenerse en total anonimato pudiendo tener poder.?- a lo que Carim reacciono con una sonrisa, talvez pensando que tendría en aprieto al darketo, como lo llamo. –Te contestare querida Tara, como lo dije el humano es alimento, son rebaño y por lógica el depredador debe ser mas inteligente que su comida talvez por eso te cueste trabajo entender.- el haber cuestionado mi capacidad en otra circunstancia me hubiera echo levantarme de aquella banca, pero el relato me atrapo, y solo conteste con una mueca de lado y deje que continuara. –No hay muchos y a ciencia exacta no podría decirte que tan escasos, podría verse como una desventaja, pero es sencillo, no puede haber mas, el alimento se escasearía y la especie moriría, solamente cenar uno o dos mantiene el equilibrio, como pastores que cuidan a sus ovejas, ellos mantienen a las personas cerca y disponibles para cuando tengan hambre, la noche y los lugares obscuros de la cuidad son el gran restauran hoy en día, ya no hay bosques con leñadores perdidos hay discotecas con muchachos enfiestados, bares con borrachos ahogados, parejas haciendo el amor en lugares solitarios, prostitutas buscando clientes, taxistas o algún despistado vagando por algún lugar, siempre hay algo,-

Iba en mi sexto cigarro mientras escuchaba con atención cuando Carim rompió su hermetismo : -¡yo los e visto!.- mientras bebía con algo de desesperación. – hace un par de años cuando volvía de una fiesta de la prepa, eran como las cuatro o cinco de la mañana talvez... creo que Enero, aun estaba muy oscuro a esa hora, en una de esas largas calles a un costado de Palacio Nacional, caminaba como sonámbulo no tenia dinero para un taxi, a lo lejos vi un limosnero anciano que intentaba comenzar su jornada poniendo en el piso un cartón y colocando un viejo y roto sombrero sobre el, cuando de repente llego una mujer vestida de traje sastre bastante bien, pensé que se acercaba a dejar unas monedas al anciano, pero de repente, lo tomo del cuello y vi como brotaba sangre del pobre viejo, intente correr pero me paralice unos momentos, ya que reaccione huí sin parar hasta llegar a casa, ¡pensé que me había visto y me seguiría!, pero me convencí que estaba tan ocupada con el anciano que no se percato que la habían visto, esa imagen no pude borrarla de mi mente por mucho tiempo.- Todo lo hubiera asociado con un viaje de LSD que eran comunes en sus fiestas si no hubiera visto el rostro de mi amigo de aventuras tan afligido, mientras daba largos tragos a su ultima botella.

Aldemar sonrió y comento; -existen personas que saben todo, pero por seguridad no lo divulgan, personas dentro la iglesia o la politica por eso hacen caso omiso a la muerte como el de las mujeres que tanto menciona la televisión, tienen poder en varios lugares clave, todos esos libros acerca de los muertos demonios chupa sangre con miedo a los ajos, murciélagos, o hechizos bobos, son tan graciosos, hay novelas románticas y hasta chuscas que son parte del mito, algunas están totalmente alejadas de la realidad y otras no tanto, por que incluso algunas ellos mismos las escriben para divertirse .- veía esos ojos llenos de fuego que hacían que todo mi cuerpo se estremeciera, era obvio, en realidad nos había platicado todo aquello para aterrarnos antes de saciarse, con temor me levante pero en un solo movimiento me tomo del cuello y me acerco a su rostro al mismo tiempo que soltó un extraño chillido que calaba los huesos, Carim estaba incrédulo ante lo que sucedía, la calle estaba totalmente solitaria, estábamos a su merced.... pero antes de intentar algo con su otra larga y fría mano rompió su copa y saco de la balsa de mi chaqueta el ultimo de mis cigarros, lo prendió con aquel hermosos encendedor dejándome caer al suelo cuando casi sentía perder toda respiración, se alejo tomando la gabardina sobre su hombro derecho, mientras daba algunos pasos avanzando giro su hermoso rostro. – cuida a tu amigo estas calles son muy peligrosas y mas de noche, ojala no vuelve a verte cuando tenga hambre niña.- solo se oían los ecos de sus botas en el pavimento, intente reaccionar lo mas rápido que pude, no sabia en realidad que tiempo había transcurrido, solo corrimos como locos y no paramos hasta sentir el resguardo de nuestro viejo edificio, pensaba y no podía entender por que nos había dejado ir.

Al siguiente día ya con la luz de la mañana y los gritos de mi padre, me asome al pasillo y vi a Carim leyendo con cierto interés un periódico, decidí bajar para intentar aclarar que había sucedido la noche anterior cuando me mostró la pagina central de aquellas hojas revueltas:

¡El horrible hallazgo de un hombre destazado a unas cuantas cuadras de aquel lugar esa misma noche, la policía cree que fue una venganza de pandillas por cuestión de drogas!...

hubo un largo silencio por parte de los dos.. ¡había cambiado nuestra realidad!. Sabíamos que ese crimen quedaría como la mayoría que suceden este lugar, seria olvidado como todos los que siguieron. A las dos semanas Ixtab fue arroyado por un micro de la ruta a Chapultepec Quedaron algunas huellas en mi cuello de aquella noche, no e vuelto a fumar. A los pocos meses Carim fue anexado por su madre a unos de esos lugares para alcohólicos . no volvimos a verrnos. Se que el tiempo no lo cura todo, pero si quita del centro de atención lo incurable, ahora, cuando el sol comienza a ocultarse intento estar en lugares aglomerados y pienso en las personas que en su camino tienen que cruzar calles solitarias ya entrada la noche. FIN

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