CAP. 14 FAN FIC "NOCHE ETERNA" -Luna Nueva-

Capítulo 14

El Perdón



Era un día como cualquier otro en Forks.
Nubes, un poco de viento. Una leve neblina. El paraíso en la tierra.
No esperé mucho tiempo.
Su padre estaba indeciso, se bajó en dos ocasiones del coche patrulla. Caminaba unos pasos hacia la casa y volvía nuevamente al coche, apretando sus manos una y otra vez.
No quería dejar sola a Bella.
Sin embargo su deber fue más grande que su aprehensión.
Busqué en el lugar algún indicio, alguna señal de algún posible testigo y me adelante al no escuchar nada.
Rápido como una sombra trepé por su ventana y rogué no estuviera cerrada.
“—Corazón vuelve a mi pecho—”
Dije al entrar en su pequeña habitación.
Ahora era un ser completo nuevamente.
Ya nunca más sería la sombra que fui estos últimos meses.
Jamás caminaría solo nuevamente los caminos de la vida. Bella, mi compañera, mi amiga.
Mi vida y también mi muerte cuando llegara su partida.
Sin embargo nos esperaban años de felicidad por delante, todos los años de su vida humana.
Caminé lentamente, sin prestar atención en nada más. Ella dormía profundamente, dormía el sueño del agotamiento, aquel que no permite movimientos ni sueños.
Su cuerpo y su mente se repondrían de todo lo vivido las últimas horas.
A cada paso, cada vez que me acercaba un poco mas, sentía pequeñas descargas eléctricas y el calor que emitía su cuerpo bañaba el mío completamente como olas invisibles.
Me arrodille juntó a su cama. Contemplándola.
Durante estos meses había soñado un millón de vez con aquella visión.
Estiré mi mano hacia ella, solo para comprobar que aquello no era un espejismo, que era real.
Nada había cambiado aparentemente, su dormitorio permanecía en las mismas condiciones.
¿Pero que pasaría con ella en su interior? ¿Cuanto puede cambiar un humano en seis meses?
Desee que no lo hubiera hecho, desee que el tiempo se hubiera congelado en su vida, en su mente. ¿Y que pasaría si no? Sin duda había sufrido, Alice me previno de ello. ¿Qué pasaría si no podía perdonarme? Estaría en su derecho. ¿Y que sería de mi vida si Bella ya no me quisiera en la suya? Ya había vivido en el infierno.
Estaba completamente seguro que no podría volver a el. ¿Podría vivir a su sombra, siguiéndola como un fantasma nuevamente? Tal vez podría, tal vez no.
—Por favor Bella, ámame, ámame aún—. Dije en un susurro acariciando su cabello. —Ámame como si los días y las distancias no nos hubieran separado—.
Aún tendría me esperaban horas de tortura hasta que se despertara. Afortunada mente el tiempo ya no era mi enemigo y contemplando su rostro pasó el tiempo.
Durmió todo el día.
Cuando su padre volvió a casa me escondí en su armario, como en aquellos tiempos, como en los buenos tiempos.
Tan silencioso, como le fue posible, entreabrió la puerta. Dio una rápida mirada para luego cerrar nuevamente la puerta.
—Maldito chico—. Dijo mientras bajaba las escaleras. —Pero nunca más, nunca más lo quiero en casa. Ya vera Bella cuando despierte….. Tendremos una buena plática…. de padre…. a hija—. Y se fue directo a la cocina.
Pobre Charlie… es decir… pobre Jefe Swan.
La noche llega pronto en Forks, no importa la estación del año.
El reloj de su velador daba las diez en punto cuando pude escuchar el llamado de mi hermana.
— ¡Baja ya!—. Me decía Alice mientras permanecía apoyada en un gran árbol.
Di medía vuelta hacia la cama nuevamente.
—Me quedaré aquí toda la noche si no bajas—. Me dijo molesta en mi mente. —Además ella dormirá por lo menos unas cuantas horas más y debemos hablar. Así que si no bajas tendré que ir por ti—.
Maldición, ¿Por que mi hermana tenía que ser tan molesta alguna veces?
A regañadientes baje hasta el bosque.
— ¿Que pasa? — Le pregunté.
—Mira, créeme que tengo cosas mucho más importantes que hacer en vez de estar aquí discutiendo contigo. Jasper me esta esperando—
—Y yo creo que no deberían hacerlo esperar—. Le dije cruzando impacientemente los brazos sobre mi pecho.
—El asunto es que hay mucho que no te conté en Italia y debes estar al tanto antes de hablar con Bella—. Me dijo mirándome a los ojos. —Creo que debes saber algunos detalles, para que te disculpes como es debido. Y además para que no tomes alguna alocada decisión nuevamente. No sea que te den ganas de marcharte otra vez para “protegerla”—. Agregó ahora algo molesta.
—Esta bien…. — Le dije mientras pensaba en sus palabras un momento. —Te escucho—.
Me habló sobre todo lo sucedido con Bella.
La muerte de Laurent en las garras de los nuevos licántropos. Que Jacob Black era uno de ellos y de la amistad que había surgido entre ellos.
Me contó sobre Victoria y de como casi logra atrapar a Bella. El loco salto que gatillo todo.
No podía creer en aquellas palabras. Todo este tiempo, todos los kilómetros que interpuse entre nosotros, todo el dolor que nos había provocado…. todo inútil.
Me sentí como un verdadero estúpido, ¿Cómo pude dejarme engañar de tal manera? ¿Como pude exponerla de esa forma?
—Si, es verdad—. Me dijo Alice mientras retrocedía unos pasos. —Es todo lo que vine a decirte para que estés al tanto de todo lo que ha pasado en tu ausencia. Seguro que ahora querrás estar solo unos momentos, "Pensando".
Dale un beso a Bella de mi parte—. Me dijo antes de partir.
—Gracias…—. Le dije en un susurro. —…Por todo—.
Caminó nuevamente hacia mi, me pasó los brazos por la cintura y me abrazó un momento.
Le devolví el abrazo y bese la parte superior de su cabeza. —Siempre estaré en deuda contigo—. Le dije sinceramente.
—Hay algo que puedes hacer por mí—. Me dijo separando su cuerpo del mío y mirándome a los ojos. —Claro que solo si quieres saldar aquella pequeña deuda—.
—Esta bien…. — Le dije recelosamente.
—Nunca vuelvas a cometer alguna estupidez como esa otra vez—.
—Eso es algo que no te puedo prometer Alice—. Le dije ahora muy apenado.
— ¿Pero es que no aprendiste nada de lo sucedido Edward? —
—Es solo que confirmé algo que ya sabía Alice… No puedo vivir sin Bella.
Lo intenté y no lo logre. ¿De verdad es tan difícil de comprender? ¿Que harías tu sin Jasper? —
—Creo que te entiendo, solo un poco, pero creo que ella aún te ama. Trató de ocultar lo mal que se sentía sin ti, pero no lo ha logrado. Edward, ella tampoco puede vivir sin ti. Por favor no la hagas sufrir más, te lo pido—. Me dijo apretando mis manos.
—No pienso dejarla Alice, pero ella algún día se marchará, algún día morirá, todos los humanos lo hacen—.
—Haaa. Pues eso es fácil de solucionar—.
— ¡No! ¡No!—. Le dije alejándome rápidamente de ella. —Eso esta fuera de discusión. Ni siquiera lo pienses. Habría dejado que los Vulturis acabaran con nosotros antes de convertirla en un monstruo—
—Esta bien, esta bien ya no hablemos más. Ya he cumplido mi tarea. No tardes en ir a casa, creo que Esme te quiere abrazar un largo rato…—. Me dijo caminando nuevamente hacia el bosque.
Me recosté junto a ella.
¿Como había sido tan ciego, tan tonto, tan estúpido’. Había sido el muñeco de Victoria.
Y todo ese asunto de los licántropos, tendría que hablar con mi padre.
Tanto que hacer, tantas decisiones que tomar.
Bella no estaría segura con Victoria rondando por ahí. Le pediría a mis hermanos que me ayudaran a buscar algún rastro, alguna señal de ella.
Pero por ahora aquello tendría que esperar. Tenía problemas mas inmediatos que atender. Heridas que sanar, culpas que asumir y sobre todo muchas disculpas que pedir…
Transcurrieron solo un par de horas mientras miraba dormir a Bella plácida y profundamente. Las pesadillas no habían logrado entrar en su sueño y me sentí tranquilo y sereno por primera vez en mucho tiempo.
Me acerqué un poco más a su cuerpo, abrazándola cuidadosamente.
Mis manos querían recorrer su cuerpo, peinar su enredado cabello que se esparcía sobre la almohada.
Acariciar el contorno de sus labios. Susurrarle al oído que era mi vida, mi pasado, mi presente y mi futuro.
Bella rodó sobre su costado, descansando su brazo sobre mi cintura.
Suavemente y solo rozando su piel, acaricié su frente.
Ella apretó sus ojos, negándose a abrirlos.
Después de un minuto dejó escapar un suspiro y los abrió de golpe.
— ¡Oh! —. Dijo en un jadeo mientras se frotaba los ojos.
La expresión de su rostro me decía que la había asustado y se lo pregunte angustiosamente.
Parpadeó un par de veces sin contestarme y para entonces yo ya estaba verdaderamente preocupado.
— ¡Oh, mierda!— Soltó de pronto.
— ¿Qué pasa, Bella?— Tenía una extraña expresión en el rostro con los ojos mas grandes que nunca.
—Estoy muerta, ¿no es cierto? Me ahogué de verdad. ¡Mierda, mierda, mierda! El disgusto va a matar a Charlie—.
Pobre Bella, pensaba que estaba muerta y que estaba junto a mi en el infierno.
—No estás muerta—. Le aseguré
—Entonces, ¿por qué no me despierto?— Dijo desafiantemente mientras alzaba las cejas.
Le aclaré que estaba despierta pero ella se negaba a creerlo y sacudió la cabeza de un lado a otro.
—Seguro, seguro. Eso es lo que tú quieres que yo piense, y entonces, cuando despierte, todo será peor; si me despierto, cosa que no va a ocurrir, porque estoy muerta. Esto es horrible. Pobre Charlie. Y Renée y Jake... —
Entonces paró de hablar y no terminó la frase.
—Ya veo que me has confundido con una pesadilla—. Le dije tratando de sonreír.
Mis temores se habían materializado. Ya no era su príncipe de sueños, ahora el monstruo de sus pesadillas.
Sin embargo…
—Lo que no me puedo imaginar es qué es lo que debes de haber hecho para terminar en el infierno. ¿Te has dedicado a cometer asesinatos en mi ausencia? —
—Pues claro que no—. Dijo en medio de una mueca. —Tú no podrías estar conmigo si yo estuviera en el infierno—.
Sin duda seguía igual de cabezotas que antes.
Sus ojos iban a la ventana y a mi rostro.
Transcurrió un minuto en el cual parecía estar reflexionando sobre lo sucedido.
Permanecí callado esperando sus palabras.
Fue entonces cuando un exquisito rubor subió hasta su rostro.
En ese momento podría haberla tomado en mis brazos y haberle pedido perdón por todas mis estupideces pero no pude.
No era justo, para ella ni para mi. Después de todo mi viejo corazón a sobrevivido muchas décadas y esta cansado y maltratado. Su rechazo terminaría por romperlo.
—Entonces, ¿todo eso ha ocurrido de verdad?— Me dijo.
Sin embargo era más una simple confirmación más que una pregunta.
—Eso depende.
Si te refieres a que casi nos masacran en Italia, entonces, sí—.
Pero en respuesta a esto ella solo decía incoherencias. Tal vez debía volver a dormir. Tal vez su cerebro estaba tan agotado que no estaba reaccionando de todo.
Sin embargo dijo que no estaba cansada.
Le preocupaba la hora y cuanto tiempo había dormido.
Contesté a sus preguntas mientras ella se estiraba para luego preguntar esta vez por su padre.
—Duerme—. Le dije recordando sus amenazas. —Deberías saber que en este preciso momento me estoy saltando las reglas, aunque no técnicamente, claro, ya que él me dijo que no volviera a traspasar su puerta, y he entrado por la ventana, pero bueno, al menos la intención era buena—.
Incrédulamente me preguntó si su padre me había echado de su casa y bueno aquello era quedarse corto.
Pero que más podría hacer su padre? Aquello era lo menos que pudo hacer. Estoy seguro que si hubiera podido leer claramente sus pensamientos me habría encontrado con algunas cosas… un tanto más agresivas, por lo menos.
— ¿Acaso esperabas otra cosa? — Solo le dije como respuesta.
— ¿Cuál es la historia? — Dijo después de un momento. Pero no entendía a que se refería realmente. Me era imposible seguir el ritmo de sus pensamientos. Y eso me desconcertó un momento ya que antes no solía suceder.
— ¿Qué le voy a decir a Charlie? ¿Qué explicación le voy a dar por haber desaparecido...? Ahora que lo pienso, ¿cuánto tiempo he estado fuera?—
Aquella reacción estaba bien, era un tanto más…. normal.
Sólo habían pasado tres días desde su fuga para salvar mi vida.
Y yo tenía la esperanza de que se le ocurriera a ella alguna explicación para su padre. Tenía tantas cosas en la cabeza que había olvidado por completo eso de tener que explicar su ausencia.
Aquello no le parecía muy bien a Bella pero quizás mi hermana podría pensar en algo convincente.
—Y bueno… Comenzó a decir de manera misteriosa. — ¿En qué has andado hasta hace tres días? —
La actitud de Bella era extraña, indiferente.
Mi razón me decía que todo estaba perdido. Su indiferencia solo podía significar que ya no me amaba.
Pero no lo creería completamente hasta escucharlo de sus propios labios.
—En nada que me entusiasmara excesivamente—. Le dije tristemente bajando la vista.
—Claro que no—. Dijo con una mueca de molestia, rodando los ojos.
No estaba seguro a que debía esa cara, aquella era un nueva mueca. ¿Cuánto puede cambiar un humano en 6 meses? Nunca había estado cerca de uno tanto tiempo para poder comprobarlo.
Bella por otro lado seguía tontamente empecinada con que yo solo era producto de su imaginación y que todo era un sueño…. o una pesadilla realmente.
Pero no debía dejarme derrotar, esto no estaba perdido, no aún.
—Si te lo cuento, ¿te creerás al fin que no estás viviendo una pesadilla? — Le dije.
— ¡Una pesadilla! — Dijo alzando la voz. Sin embargo no contestó a mi pregunta y la mire fija e impacientemente.
—Quizá, si me lo cuentas—. Contestó después de pensarlo un momento.
—Estuve... cazando—. Le dije un tanto avergonzado.
— ¿Eso es todo lo que eres capaz de hacer? Eso no prueba de ninguna manera que esté despierta—. Contestó molesta.
Claro que le debía una mejor explicación que esa. Mis escuálidas palabras no saciarían su curiosidad. Sin embargo no sabía como explicarme.
Todo volvía a ser como la primera vez.
Habría jurado que me sudaban las manos y que una gota rodaba por mi frente…. ¿Por qué estaba tan nervioso?
Sentía miedo…. una docenas de Vampiros asesinos no logran amedrentarme, pero solo basta que ella me mirara de esa manera y todo se desmorona dentro de mi cabeza.
Tal poder ejerce sobre mi mente, mi cuerpo, sobre todos mis sentidos….
La amo, la amo más que a mi mismo.
Con una sola palabra puede darme muerta y vida, con un beso me roba el aliento y me transporta hasta las nubes.
Y con su desprecio y su negación sellaría mi muerte….Debía hablar con la verdad, solo ella me dejaría libre y podría recuperar su amor.
—No estuve de caza para alimentarme—. Le dije escogiendo cada palabra cuidadosamente. —En realidad, ponía a prueba mi habilidad... en el rastreo. Y no soy nada bueno—.
La miraba directamente a los ojos, tratando de ocultar mi vergüenza y mi nerviosismo.
— ¿Y qué fue lo que estuviste rastreando? — Y ahí estaban otra vez aquellas correctas preguntas.
—Nada de importancia — Apreté mis puños, aquello no era ser completamente sincero…, pero tan solo no sabía por donde empezar.
—No te entiendo—. Dijo esperando una explicación mucho mejor que esa.
—Yo... — Dije inspirando hondo.
¿Puede morir un corazón que no ha latido en casi noventa años?
Comencé tratando de disculparme, asegurándole que le debía mucho más que una simple disculpa, le debía mi propia existencia.
Una tras otras otra las palabras se atoraban en mi boca, mi lengua se movía rápidamente, debía obligarla a hablar mas lentamente para que bella me entendiera.
—No me di cuenta del desastre que dejaba a mis espaldas. Pensé que te dejaba a salvo. Totalmente a salvo. No tenía ni idea de que volvería Victoria... —. Al decir su nombre pude sentir el veneno brotando en mi boca. Grrrr. —No había prestado atención a los pensamientos de ella, James había captado toda mi atención. No me había percatado del lazo que los unía y jamás fui consiente de una reacción por parte de ella—.Desesperadamente trate de encontrar las palabras adecuadas para disculparme, sentía la ansiedad quemando mi pecho. De haber sido capaz, habría caído de rodillas, ahí junto a su cama, llorando, gimiendo por su perdón.
Pero mis ojos hace mucho que no lloraban y hoy aunque quisiera tampoco lo haría.
¿Cómo se logra expresar el dolor y el sufrimiento sin lágrimas que derramar?
Y yo la había dejado, sola, indefensa a merced de nuestros enemigos y no solo de ellos. También había tenido que refugiarse junto a licántropos....
No pude seguir hablando, un escalofrío recorrió mi espalda al pensar en todas las oportunidades en las que se había enfrentado a la muerte.
—Por favor, creerme cuando te digo que no tenía ni idea de todo esto. Se me revuelven las tripas hasta lo más profundo, incluso ahora, cuando puedo verte segura en mis brazos. No tengo ni la más remota disculpa en... —.
—Para, para— Dijo de pronto levantando sus manos.
Sentí un nudo en mi garganta.
¿Acaso ni mis explicaciones y disculpas le interesaban ya?
“Bella por favor, arranca mi cabeza de una vez y no me dejes en este silencio esperando tus palabras” Pensé.
—Edward— Dijo después de unos segundos agónicos.
Su voz parecida el cantar de sirenas, atrayéndome, quemando mi ser. Sin embargo, sus palabras no tenía sentido, hablaba sobre culpa, responsabilidad.
Que todo lo sucedido en mi ausencia no era más que cosas casi cotidianas en su vida.
Las palabras fluían de su boca en un discurso sin fin, parpadeando rápidamente a medida que hablaba.
—Así que si tropiezo delante de un autobús o lo que sea que me ocurra la próxima vez, has de ser consciente de que no es cosa tuya asumir la culpa. No tienes por qué salir corriendo hacia Italia porque te sientas mal por no haberme salvado—
Dijo que si hubiera saltado intencionalmente de ese precipicio, habría sido su elección y que no era mi responsabilidad el detenerla o el cuidarla….
Acaso estaba hablando enserio. No podía dar crédito a mis oídos.
Además pensaba que era un irresponsable al no tener consideración con mi padre y mi madre.
Se detuvo un momento para tomar aliento, sus manos temblaban un poco y su respiración era corta y entrecortada.
¿En que estaba pensando, a que se refería?
—Isabella Marie Swan— Le dije en su susurro.
¿Como era posible que después de todas las historias que tenemos en común, de todas las veces que le había jurado mi amor, como era posible que aún no comprendiera?
—pero ¿tú te crees que le pedí a los Vulturis que me mataran porque me sentía culpable? —Le dije sin apartar mi mirada de su hermoso rostro.
— ¿Ah, no?—
—Me sentía culpable, de una forma muy intensa. Más de lo que tú podrías llegar a comprender—
Como describirle el dolor, la necesidad, la soledad que significaba el mundo sin ella, sin la luz de sus ojos, sin su calor, sin el sabor de sus besos ni el ardor de sus caricias. No era esa vida la que yo quería vivir, aquel no era una vida para mi.
—Entonces, ¿qué estás diciendo? No te entiendo—.
No entendía ya que no conocía la soledad, la oscura existencia de un vampiro solitario y demasiado cansado de todo.
—Bella, me marché con los Vulturis porque pensé que habías muerto — Me limité a decir, tratando de ocultar la rabia contra mi mismo. —Incluso aunque yo no hubiera tenido nada que ver con tu muerte... — Me estremecí involuntariamente, respiré hondo y sacudí mi cabeza, ahuyentando horribles imágenes de mi mente.
Le dije que de todas maneras me había marchado a Italia aún si la culpa no hubiera sido mía. Fue mi error el no consultar con Alice lo que me decía Rosalie, pero que se supone que debía pensar, si me habían dicho que su padre se encontraba en el funeral. Yo pensé que era verdad y con ella se terminaba todo. No valía la pena seguir. — ¿Cuáles eran las probabilidades?»Las probabilidades... — Acaso todo esto no era una burla del destino. —Las probabilidades siempre están afianzadas en contra nuestra. Error tras error. No creo que vuelva a criticar nunca más a Romeo—.
—Pero hay algo que aún no entiendo —Dijo Bella sacándome de mis pensamientos a media voz. —y ése es el punto más importante de la cuestión: ¿y qué?—.
— ¿Perdona?—.
Verdadera me pregunta ¿y qué?
— ¿Y qué pasaba si yo había muerto?—.
Si, lo hacía, como podía dudar, acaso no sabia lo importante que era para mi… ¿Cómo era posible que no comprendiera o que no recordará?
Tan insignificante he sido en su vida que solo seis meses fueron suficientes para borrar las palabras de amor que le entregue?
No, claro que no.
Pero seguía sin comprender, en Italia ella se aferraba a mi, podía sentir que me amaba, podía sentir que aún lo hacia, tal vez mucho mas que antes.
¿Entonces por que se comporta de esta manera?
Tal vez…
— ¿No recuerdas nada de lo que te he dicho desde que nos conocimos?—. Le dije tratando de comprobar mis sospechas.
—Recuerdo todo lo que me has dicho—. Me contestó rápidamente.
Era un verdadero idiota, como podía esperar que ella me recibiera con los brazos abiertos.
Levanté mi mano y roce su labio, deseando que no fueran los dedos los que estaban ahí.
—Bella, creo que ha habido un malentendido—
No era mas que un estúpido vampiro
—Pensé que ya te lo había explicado antes con claridad. Bella, yo no puedo vivir en un mundo donde tú no existas—.
—Estoy... Estoy hecha un lío—
Por supuesto que ella no comprendía, la había dejado, sola en medio del bosque, sola todos estos meses a merced de mis enemigos.
Pero lo había hecho por amor y esa era la verdad.
Le confesé mi mentira pero ella pareció no reaccionar ante mis palabras, solo se quedó ahí, muda, estática. Ni siquiera respiraba.
La tomé por los hombros y la sacudí levemente hasta que volvió a respirar.
—Soy un buen mentiroso, pero desde luego, tú tienes tu parte de culpa por haberme creído con tanta rapidez— Le dije sin poder ocultar mi dolor al recordar aquellos momentos.
Los había revivido día a día, hora tras hora. Su voz llamándome en el bosque, su llanto…Hice a un lado aquellos terribles recuerdos.
—No ibas a dejar que lo hiciera por las buenas—. Le dije manteniéndome en el presente. —Me daba cuenta. Yo no deseaba hacerlo, creía que me moriría si lo hacía, pero sabía que si no te convencía de que ya no te amaba, habrías tardado muy poco en querer acabar con tu vida humana. Tenía la esperanza de que la retomarías si pensabas que me había marchado.
Bella comprendió mis palabras, comprendió que debía ser un ruptura limpia, de esta forma sería más fácil para ella el olvidar, el superarme. Que tonto había sido, ahora lo veía con claridad, había creído en una mentira.
Le reproché dolido por su comportamiento. Nunca pensé que ella sería capaz de dejarme tan fácilmente, aquello me parecía casi imposible, creí que se daría cuenta y que al final terminaría diciendo mentira tras mentira hasta que al pasar de las horas ella tal vez y solo tal vez creyera en lo que le decía.
—Mentí y lo siento mucho, muchísimo, porque te hice daño, y lo siento también porque fue un esfuerzo que no mereció la pena. Siento que a pesar de todo no pudiera protegerte de lo que yo soy. Mentí para salvarte, pero no funcionó. Lo siento.
Pero ¿cómo pudiste creerme?—. Le dije tomándola de las manos. Como había creído en mis torpes palabras, después de las miles de veces que te dije lo mucho que te amaba, ¿cómo pudo una simple palabra romper tu fe en mí?—, pero Bella no me contesto.
Se mantuvo quieta, inmóvil.
Le conté que ese día había visto en sus ojos que realmente me creía.
Con el dolor de mi ser casi había logrado escuchar como su corazón se rompía y todo aquello con una sola palabra, con un mentira.
Y con la más absurda de todas. ¿Como había creído en ello?
— ¡Como si hubiera alguna manera de que yo pudiera existir sin necesitarte! —.Le dije con rabia esta vez, sacudiéndola nuevamente ya que no reaccionaba.
Espere impacientemente alguna respuesta, alguna reacción, pero nada.
Me rendí ante su silencio y le pedí que hablara.
Las lágrimas brotaron de sus ojos cayendo por sus mejillas.
Trató de cubrir su rostro con sus manos pero permanecían presas en las mías.
Dobló su cuerpo hacia delante, ocultando su rostro mientras decía:
—Lo sabía. Sabía que estaba soñando... —
—Eres imposible—. Le dije soltando una amarga carcajada, demasiado frustrado para tener cualquier otra reacción.
Debía probarle que no estaba dormida o muerta.
Como borrar aquellas palabras, estaba ahí, junto a ella y la amaba, nunca había dejado de hacerlo y siempre, siempre lo haría. Todos los meses que no estuve con ella, la veía, la sentía junto a mi.
Su presencia siempre me acompaño en mi mente, en mi cuerpo, en todos mis sentidos. —Cuando te dije que no te quería… ésa fue la más negra de las blasfemias—
Pero Bella continuaba llorando, los sollozos habían disminuido hasta casi desaparecer.
Sacudió su rostro de un lado a otro, negando mis palabras.
Veía en su rostro el dolor que sentía. No creía en mis palabras.
—Puedo verlo incluso con esta luz. ¿Por qué te crees la mentira y no puedes aceptar la verdad?
Le pregunte en un susurro.
Bella creía que mi amor hacia ella no tenía sentido, decía que nunca lo había tenido.
Como era posible que no comprendiera mi amor, después de todo lo que habíamos pasado. —Te probaré que estás despierta — Le prometí.
Solté sus manos y sujeté su rostro suavemente.
Me acerqué a ella, quería besarla, demostrarle cuanto la amaba.
Pero Bella luchaba por librarse, luchaba contra mis besos.
—Por favor, no lo hagas—. Me pidió en un susurro cuando estaba a punto de besar sus labios.
Me detuve de inmediato pero no liberé su rostro.
— ¿Por qué no? — Pregunté.
—Cuando me despierte... — Comenzó a decir pero cuando iba a protestar nuevamente por aquel comentario se retractó.
Ella creía que me fuera nuevamente sería mucho mas duro si la besaba.
Realmente pensaba que la dejaría nuevamente? O era solo una escusa….
Ayer, cuando estábamos en Volterra, podía sentir que como se aferraba a mí, podía sentir que me amaba, pero nunca dijo nada ni siquiera para reprocharme algo.
Tal vez solo me estaba haciendo tontas ilusiones. Tal vez se aferraba a mi solo por que tenía miedo, solo porque estábamos a punto de morir.
Pero hoy…. ahora ya no estamos en peligro, estamos solos ella y yo, en el refugio de su habitación, sin oídos, sin ojos que nos miren o nos interrumpan.
Y ahora lo puedo ver con mas calma, el tiempo no pasa sin dejar rastro, aún cuando los rastros no están en la superficie de su cuerpo.
Necesitaba saber cuales eran sus verdaderos sentimientos, la verdadera razón tras su comportamiento.
— ¿Acaso ya es demasiado tarde? ¿Quizá te he hecho demasiado daño? ¿Es porque has cambiado, como yo te pedí que hicieras? Eso sería... bastante justo. No protestaré contra tu decisión. Así que no intentes no herir mis sentimientos, por favor; sólo dime ahora si todavía puedes quererme o no, después de todo lo que te he hecho. ¿Puedes?—. Le dije ahogándome en la incertidumbre y en la pena.
— ¿Qué clase de pregunta idiota es ésa?—.
Le pedí que solo se limitara a contestarla, nada de trucos o contra preguntas. Solo la verdad, como solía hacer.
Permaneció en silencio, sus ojos brillaban a la luz del reloj sobre su mesa de noche.
Tic-tac. Tic-tac y nada.
Transcurrió otro largo minuto.
Sentía un extraño dolor en el estomago…. ¿Era posible?.. Sin duda junto a ella, todo lo era.
Tuve miedo.
Podía ver la felicidad escurriendo de mis manos.
“Toda acción tiene una reacción” Me habría dicho mi padre y sin duda yo estaba pagando por las mías.
Yo, estúpido ser, terco y testarudo.
"Bella, dame muerte o dame vida, pero por favor termina con esta agonía.
Se benevolente si me matas haz lo rápido, de un golpe. Te lo pido.
En cambio, si me amas, dímelo ya.
Dame luz y arráncame de esta noche sin fin… por favor te lo pido".
Pero no podía decir aquellas palabras, debía dejarla decidir…Lentamente abrió sus labios y dejó salir las palabras.
—Lo que siento por ti no cambiará nunca. Claro que te amo y ¡no hay nada que puedas hacer contra eso!—.
La luz entró de golpe a mis ojos, encandilado con las palabras que acababa de decir.
Sentí mi pecho lleno de felicidad.
—Es todo lo que necesitaba escuchar—.
Tomé su rostro nuevamente entre mis manos, teniendo muy poco cuidado con mis movimientos.
Estaba sediento, tenía sed de ella, de sus besos, de su cuerpo.
Y era mía para saciar mi hambre, mi sed.
Fuimos uno, nuestros labios se encontraron.
Abracé sus labios con los míos, acariciando su rostro, sus hombros golosamente sin pudor.
Mi mano bajó hasta la base de su cintura y la apreté un poco más contra mi cuerpo.
Pude sentir su calor quemando mi estomago, mis piernas, mi pecho.
Su calor era exquisito y embriagador.
—Bella, Bella—. Dije suavemente.
Ella respondió a mi llamado y su lengua buscó mi labio superior lamiéndolo sensualmente.
Me entregué a su ardiente beso rozando su tibia lengua con la mía.
Mi cuerpo estaba vivo, vivo para ella y por ella.
Mi Bella, mi amante. Mi vida.
Su corazón latía fuertemente para mí, no era su sangre como estúpidamente creían los otros, era su corazón. Y ahora lo hacia fuertemente, podía escucharlo claramente como un retumbar de mil tambores, llenando toda la habitación, vibrando contra mi cuerpo.
Me separé suavemente de ella, jadeando, con el deseo quemando mi mente y mi cuerpo.
Apoyé mi oído en su pecho tratando de recobrar el control sobre mis sentidos.
Me concentré en su palpitar, fascinado por su alocado ritmo.
—A propósito— Le dije recuperando el aliento. —No voy a dejarte—.
Pero Bella no creía en mis palabras.
Le había prometido que no me iría. —Al menos no sin ti—. Le dije seriamente.
Solo la había dejado por su propio bien, esperando que pudiera llevar una vida humana normal. Sin toparse con el peligro o con la muerte en cada esquina, a cada minuto.
—Así que tuve que intentarlo. Debía hacer algo, y me pareció que marcharme era lo mejor—. Aquella era la verdad.
Traté que comprendiera, que entendiera mis razones.
Jamás habría sido capaz de marcharme si no hubiera creído sinceramente que ella estaría mejor sin mi.
Le confesé que era demasiado egoísta.
Ella era lo único verdaderamente importante para mí. Estaba primero que cualquiera necesidad que yo pudiera tener. Solo a ella necesitaba para vivir, lo había comprobado y de la peor manera.
Nunca tendría las fuerzas necesarias para dejarla nuevamente.
—Tengo demasiadas excusas para quedarme, ¡y gracias al cielo por eso! Parece que es imposible que estés a salvo, no importa cuántos kilómetros ponga entre los dos—.
—No me prometas nada —. Dijo entre dientes.
¿Me consideraba un mentiroso? ¿Eso había ganado con todas las mentiras que le había dicho? ¿Había perdido su confianza?
— ¿Crees que te estoy mintiendo ahora?—. Le pregunte un tanto molesto conmigo mismo.
—No. No me estás mintiendo—. Dijo sacudiendo su cabeza de un lado a otro. —Realmente lo crees... ahora, pero ¿qué pasará mañana cuando pienses en todas esas razones que has mencionado en primer lugar? ¿O el próximo mes, cuando Jasper intente atacarme? —.
Mis ojos se cerraron involuntariamente, tratando de borrar aquellas imágenes de mi mente, cómo si fuera realmente posible hacer eso…
Bella tenía razón, pero me negaba a pensar en el mañana, era feliz ahora, mañana. Me negaba a discutir el futuro, tan incierto para nosotros.
Tenía la sensación que entre mas lo planeaba más se ensañaba el destino.
—No es como si hubieras cambiado de idea al respecto, ¿a que no?—. Dijo desafiantemente pero adivinando mis pensamientos. —Terminarás haciendo lo que crees que es correcto—.
Sin duda que siempre haría lo que fuera mejor para ella, pero si de algo estaba seguro era no poder dejarla nuevamente.
Le dije que no era tan fuerte para dejarla. Traté de contarle los solos y tristes días que viví sin ella. Que pensaba volver, tal ves me hubiera demorado un para de semanas en hacerlo, pero habría vuelto, arrastrándome ante su ventana, pidiendo perdón por todo. —Estaré encantado de suplicártelo si así lo quieres—.Le dije sinceramente.
—Habla en serio, por favor—. Me dijo con un mueca, pero yo era sincero.
— ¿Querrás hacerme el favor de escuchar mis palabras? ¿Me dejarás que intente explicarte cuánto significas para mí?—. Le dije esperanzado. Tal ves podría componer las cosas. Lo había estropeado todo, no era su culpa el sentirse recelosa por mis palabras. Yo le había mentido y de la forma mas horrible.
Ahora era mi obligación el sanar su heridas y lo intentaría para que confiara en mí nuevamente en mí.
—Bella, mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte—. Le dije mirándola fijamente a los ojos. —Muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendio todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, cuando el meteoro desapareció por el horizonte, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido—.
Todos los meses sin ellas habían sido el infierno mismo.
Ahora me podía hacer una ideas de cómo sería aquel lugar. Un lugar que me esperaba… tal ves me demoraría en volver… Tal vez no… pero volvería tarde o temprano, cuando ella ya no estuviera a mi lado.
Pero ahora era distinto, ella junto a mi. Debía perdonarme.
—Se te acostumbrarán los ojos — Me dijo despreocupadamente.
Pero ese era el problema, mis ojos ya no podían ver nada sin su luz, sin su sonrisa cegadora, sin su dulce risa en el aire, sin sus latidos en mí ser. Nunca más podría existir sin ella.
Dejé escapar una triste carcajada cuando preguntó por mis “Distracciones”
No comprendía que todo aquello solo era una mentira, ¿Como es posible distraerse cuando los días son una seguidilla de horas y horas agónicas?
—Mi corazón no ha latido durante casi noventa años, pero esto era diferente. Era como si hubiera desaparecido, como si hubiera dejado un vacío en su lugar, como si hubiera dejado todo lo que tengo dentro aquí, contigo—.
—Qué divertido — Dijo suavemente.
¿Verdaderamente mi sufrimiento le parecía divertido?
—En realidad debería decir extraño—. Corrigió ante mi expresión y respiré nuevamente.
—Parece que describieras cómo me he sentido yo—. Dijo que para ella también había sido muy duro estos últimos meses, que parecía como si le faltaran piezas por dentro. —No he sido capaz de respirar a fondo desde hace mucho tiempo —Respiró profundamente ahora. —Y el corazón... Creí que lo había perdido definitivamente—.
Sentí un enorme dolor al imaginar sus días. Creo que no era tan diferente para ella como yo había creído tontamente, tal vez para ella había sido igual de dura nuestra separación.
Me incliné sobre su pecho para posar mi oído sobre su corazón. Deleitándome con su alegre retumbar.
Ella y yo unidos por nuestro amor, siendo infinitamente alegres juntos. Unidos en la alegría y en la tristeza, tristeza y agonía que yo había causado…Cuantas veces había pronunciado su nombre en la oscuridad de mis días, sin encontrar su respuesta, sin escuchar su dulce voz.
— ¿No encontraste el rastreo entretenido, entonces?— Preguntó distrayéndome de mis lejanos y oscuros pensamientos.
—No — Le dije en medio de un suspiro. —Eso no fue una distracción nunca. Era una obligación—.
— ¿Y eso qué quiere decir? — Tal vez debería haberme ahorrado aquella última frase, pero ya que de ahora en adelante pensaba estar más cerca de ella que nunca, debía saber el porque.
Le conté sobre mi infructuosa búsqueda de Victoria.
Le conté de cómo me engaño en Texas y mi tonta carrera hacia Brasil. Ella me había engañado y había vuelto aquí tras Bella, un leve gruñido salio de mi garganta al pensar en ello. — ¡Ni siquiera estaba en el continente correcto! Y mientras tanto, el peor de mis peores temores... —
Bella a merced de Victoria, por alguna extraña razón había logrado sobrevivir… A todo….
— ¿Estuviste dando caza a Victoria?—. Dijo desesperadamente alzando un poco la voz.
Presté atención a los ronquidos de su padre, se detuvieron por un momento pero afortunadamente no se despertó.
—No lo hice bien—. Le dije cauteloso.
Una extraña expresión asomaba en su rostro, entre indignada y temerosa. —Pero esta vez me saldrá mejor—. Le prometí. —Ella no va disfrutar del placer de respirar tranquila durante mucho tiempo—.
Pero mis palabras no lograron tranquilizarla como yo esperaba, al contrario, estaba molesta.
—Eso... eso queda fuera de consideración —
Pero ya era demasiado tarde para Victoria, había venido por ella, por mi Bella y seguramente nunca dejaría de ser una amenaza para ella. La única manera de terminar con el constante peligro sobre Bella sería eliminarla de una vez por todas. —No debí dejar que se me escapara la otra vez, pero ahora no, no después de... —. Apreté fuertemente mis puños imaginando a la salvaje hembra riendo de mi con su rojo cabello al viento.
— ¿No me acabas de prometer ahora mismo que no me ibas a dejar?—. Preguntó de pronto disipando la imagen en mi mente.
Alegó que aquello no era compatible con una larga expedición de rastreo.
Y tenía toda la razón, pero ya encontraría alguna solución para ello, encontraría alguna salida. Involuntariamente un gruñido salió de mi pecho. Sin duda que mantendría mi promesa, pero Victoria moriría de todas maneras. De ello no había duda.
—No te precipites—. Dijo Bella con pánico en el rostro. Pensaba que tal vez Victoria no volvería, que tal vez la manada de nuevos licántropos la habían asustado.
Pero media docenas de nuevos hombres lobos no asustarían a una vampira experta como lo era Victoria.
Lo podía ver en su modus operandi. Entrar, salir. Volver, huir.
Probaría una y otra vez hasta que en algún descuido lograra alcanzarla.
No podía permitir que eso pasara. Debía detenerla antes.... Y pronto.
—Además, tengo un problema mayor que Victoria—. Agregó Bella.
La mire un momento sin comprenderla, pero después entendí.
—Es verdad. Los licántropos son una complicación—.
—No estaba hablando de Jacob—. Dijo un tanto molesta. —Mi problema es bastante más grande que un puñado de lobos adolescentes en busca de líos—.
Jacob, Jacob…. No paraba de nombrarlo a cada minuto…Imaginé a Bella sonriendo para el, compartiendo sus días. No había duda de su cercanía, uno no le confiesa a cualquiera que es un ser sobrenatural…Quise saber que tan cercana se sentía ella de el, pero me detuve, no estaba en la condición de exigir explicaciones de ningún tipo.
Cerré rabiosamente mis dientes.
— ¿De verdad? — Le dije entre dientes, molesto. —Entonces, ¿cuál es tu mayor problema? Si el hecho de que Victoria vuelva a buscarte te parece algo irrelevante en comparación, ¿qué puede ser? —
—Digamos que es el segundo de mis peores problemas—. Dijo evadiendo el asunto.
—De acuerdo—. Contesté esperando sus palabras. Y después de un corto momento continuo.
—Hay otros que vendrán a por mí—. Logró decir, su voz era un hilo marcado por el miedo.
Estaba asustada por los Vulturis?
Deje escapar un suspiro ante sus miedos infundados.
Ella no comprendía. Era ridículo compararlos con un peligro.
— ¿Los Vulturis son sólo el segundo de esos problemas?— Le pregunte incrédulamente con una sonrisa.
—No parece que te preocupen mucho —
Pero pasarían muchos años antes de que ellos volvieran siquiera a recordarnos. Su sentido del tiempo es muy distinto cuando tienes la eternidad por delante.
—No me sorprendería que hubieras cumplido los treinta antes de que volvieran a acordarse de ti—Le dije despreocupadamente.
Pero mis palabras no lograron tranquilizarla como quería y una mueca de horror se dibujó en su rostro.
Traté de tranquilizarla ansiosamente mientras por su mejilla comenzaban a rodar nuevas lágrimas y le prometí que no dejaría que le hicieran daño.
—Mientras estés aquí—. Me dijo bajando la mirada.
Tomé su rostro entre mis manos suave pero firmemente, obligándole a mirarme a los ojos.
Le prometí que nunca la dejaría nuevamente.
Ni por un millón de Victorias rabiosas lo haría. Ya encontraríamos la solución, siempre podríamos contar con mi familia. Ya nunca mas seria un terco, necio y cabeza dura como me había dicho mi familia, siempre podría contar con ellos.
—Pero has dicho treinta —. Dijo Bella mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. — ¿Y qué? Te quedarás, pero me dejarás envejecer de todos modos. Muy bonito—.
Hay mi Bella! No tenía miedo de morir en manos de Vulturis o de vampiras sicópatas, lo que ella tenia era envejecer.
Pero esa era la única salida para ese problema.
—Eso es exactamente lo que voy a hacer—. Le dije seriamente. — ¿Qué otra elección tengo? No puedo estar sin ti, pero no voy a destruir tu alma—. No sería responsable de la perdida de su alma eterna.
—Y eso es porque... — Dijo ahora un poco mas tranquila pero no terminó la frase.
— ¿Sí? — Le pregunté impacientemente.
Después de un momento, en el cual parecía escoger las palabras, continuó:
—Pero ¿qué pasará cuando me haga tan vieja que la gente piense que soy tu madre? ¿O tu abuela? —. Dijo con voz temblorosa por el miedo que aquello le producía.
Me incline sobre su rostro bebiendo sus exquisitas lágrimas de su rostro.
Una tras otra las tragué mientras quemaban mi lengua y mi garganta. Dulces como hechas de la miel más dulce.
Pero que envejeciera no me importaba, siempre sería la cosa más hermosa que haya existido en mi mundo. —Claro que... — Dije estremeciéndoos levemente sin poder evitarlo frente a la visión del futuro. Un futuro en el que tal vez yo no tendría cabida. —Si te haces mayor que yo y necesitas algo más... lo comprenderé, Bella. Te prometo que no me cruzaré en tu camino si alguna vez quieres dejarme—.
El dolor inundó mi ser y no pude continuar.
—Supongo que te das cuenta de que al final también me moriré — Dijo seriamente.
Pero esa decisión ya estaba tomada hace mucho tiempo, la seguiría prontamente. De eso no había duda.
Claro que no le parecía muy buena idea a ella, todo el plan lo encontraba un tanto “enfermizo”, pero era el único camino que nos quedaba.
—Retrocedamos un minuto —. Dijo interrumpiendo mis palabras. —Recuerdas a los Vulturis, ¿verdad? No puedo permanecer humana para siempre. Ellos me matarán. Incluso si no piensan en mí hasta que cumpla los treinta. ¿Crees sinceramente que se olvidarán? —.
—No — Le dije sopesando sus palabras. —No olvidarán, pero...
— ¿Pero? — Volvió a interrumpirme. Sonreí ante su mueca de indignación, pero sus ojos estaban llenos de tristeza.
Yo tenía algunos planes en la cabeza para evitar todo el asunto de los Vulturis. Claro que todos aquellos se centraban en mantener a Bella sana, salva… y…. humana, claro esta.
Y Bella lo sabía y estaba molesta por ello, pero ese asunto estaba fuera de cualquier discusión.
Me sentía realmente molesto por su actitud, no comprendía por que se empeñaba en perder su alma de esa manera.
Permanecimos en silencio un momento, mirándonos a los ojos.
— ¿Quieres que me vaya?—. Le dije después que separó bruscamente de mí.
Tal Vez por la mañana se mostrara mas serena.
Pero su corazón pegó un brinco con mis palabras y dijo que no, que era ella la que se marchaba.
La mire perplejo mientras se bajaba de la cama y caminaba de un lado a otro en busca, seguramente, de sus zapatos.
— ¿Puedo preguntarte a dónde vas? —
—Voy a tu casa — Dijo mientras seguía buscando.
Me bajé de su cama y tome los zapatos que estaban en el mismo lugar donde los había dejado la mañana anterior.
—Aquí están tus zapatos—. Le dije. — ¿Y cómo planeas llegar hasta allí? —
Ella pensaba hacerlo en su coche y le recordé que seguramente con ello despertaría a su padre. Tal vez con aquellos argumentos la obligara a quedarse en casa, además no tenia la mas mínima idea del por que quería ir a casa.
—Ya lo sé, pero para serte sincera, tal como están las cosas, estaré encerrada durante semanas. ¿Cuántos problemas más me puedo acarrear?—. Me entregó como respuesta.
—Ninguno. Me echará la culpa a mí, no a ti—. Le dije alzando los hombros.
Me retó a darle alguna idea mejor y le dije que se quedara, aunque sabía lo terca que era cuando quería algo. Seguro que aquello no había cambiado.
—Mala suerte, pero ¡adelante! Quédate y siéntete como en tu casa—. Me contestó mientras caminaba hacia la puerta.
Me moví rápidamente cerrándole el paso, no quería que su padre se despertará, de hacerlo debería marcharme y no quería hacerlo, no podría hacerlo.
Me miró amenazante por un momento y se volteó hacia la ventana.
No era capaz de leer su mente, pero estaba seguro que saltaría si no la detenía.
—Bien—. Dije derrotado. —Te llevaré.
—Como quieras. De todas maneras, probablemente tú también deberías estar presente—. Me dijo enigmáticamente.
— ¿Y eso por qué?—. Le pregunté.
Ella creía que yo tenía opinión para todo.
—Y estoy segura de que querrás una oportunidad para hacer alarde de unas cuantas—.
Aún no entendía muy bien a que se refería y ella dijo que este asunto de su humanidad ya no era una cosa que solo tuviera que ver con ella o conmigo.
Que al estar implicados los Vulturis, era algo que le incumbía también a mi familia y ellos también debían decidir.
— ¿Decir... sobre... qué? — Pregunté recelosamente, no me gustaba el rumbo que estaban tomando sus palabras.
—Sobre mi mortalidad. La voy a someter a votación—.
Me quedé plantado, sin poder moverme.
Ahora ella tenía la tonta idea de consultar a mi familia, como si ellos pudieran hacer algo al respecto.

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