Capitulo VII
Más que desesperación
En el aeropuerto de Port Angeles, toda la familia se reunió para despedirnos; cuando estábamos a punto de abordar, no noté ni un poco de dolor en el rostro de mi padre, era como si estuviera feliz por alejarse de aquí, de dejar a su familia atrás. Yo, por otra parte, extrañaría a todos: Alice con sus montones de ropa nueva cada semana; Rosalie y sus actitudes de madre histérica; Jasper, que parecía que, en lo que yo llevaba de tiempo mi vida, no había utilizado su don sino hasta ayer; Emmett, siempre apoyando a Rose, aunque a veces sus decisiones fueran muy extremas; Esme, prácticamente mi segunda madre; Carlisle, que desde el principio estuvo al pendiente de mi salud.
Mi abuelo Charlie, Sue, Seth… Recordando a cada persona de la que me estaba alejando, subimos al avión, me senté junto a mamá; sabía que no soportaría irme con mi padre, aún no podía perdonarlo por lo que me estaba obligando a hacer, había perdido mi confianza por completo, no quería escuchar ni su nombre, en estos momentos lo odiaba, después de todo ni siquiera me había permitido despedirme de Jacob.
Me acomodé en el asiento, dieron aviso de que estábamos a punto de despegar así que abroché mi cinturón y en cuanto estuvimos en el aire dirigí la mirada al hermoso paisaje de la ventanilla: los árboles, el interminable pasto, las pequeñas casas… Mi vida entera estaba ahí, algo de mi corazón se había quedado en ese pequeño pueblo llamado Forks, y la mayoría del mismo, estaba en La Push.
Suspiré.
Jake-me dije, sintiendo un gran nudo en la garganta.
Cerré mis ojos para que las lágrimas no se dieran lugar, pero no sirvió de nada. Mis mejillas comenzaron a sentirse empapadas. Parecía que mi mamá no quería decirme nada, obviamente ella sabía que estaba llorando, pero supuse que no quería empeorar las cosas. ¡¿Por qué?! ¡No es justo! Mi vida, mis sueños.
Mis sollozos eran prácticamente silenciosos, pero mi dolor era el mismo; intenté tragar saliva, pero tenía la garganta completamente cerrada. Nunca me había sentido con tan profunda tristeza en mi vida, sabía muy bien que las cosas cambiaban de un momento a otro sin previo aviso; pero estábamos hablando de una decisión tomada por mi padre. Odiar a mi papá era como odiarme a mí misma, un odio sin sentido y tan seco como el aire de aquel avión. Tendríamos que empezar una nueva vida, nuevos retos, nuevas decisiones, y a pesar de que sólo bastaba un respiro para darme fuerza y abrir los ojos; no podía, mis recuerdos pasaban como una película. Me moría por darle el último besó a Jacob, por volver a salir al bosque y terminar llena de barro de nuevo, ¡No lo soporto! ¡Ya por favor! Los recuerdos más hermosos que tenía me hacían sentir la sangre hirviendo, quería borrar todo de mi mente, tratar de olvidar toda mi vida, pero si lo hacía terminaría peor que muerta. Nunca pensé que pensar en Jake me provocará tanto dolor.
-Renesmee, no te preocupes.-escuché decir de pronto a mi mamá.Me tranquilicé y abrí mis ojos.-Linda, esto no durará mucho…
-Mamá-la interrumpí sin mirarla y con una voz fría- sé lo que vas a decir.- no podía ver claramente, mis ojos seguían inundados de lágrimas.-pero esta vez, ya no tengo confianza en nadie.Me di la vuelta, me aferré a su pecho y entre sus brazos lloré todo lo que pude, no me importó hacer ruido, ni que toda la gente me mirara, me sentía más que desesperada.
Cuando menos lo esperé…
-Renesmee, despierta linda… Llegamos.Abrí mis ojos lentamente, volví en sí. Me había quedado dormida, y ni siquiera lo había sentido.
Bajamos del avión y nos tomó un tiempo recoger las maletas. Mi padre había llamado un taxi para recogernos, y durante el camino a mi… “nuevo hogar”…
-¿Son nuevos en la ciudad?- le preguntó en francés, el taxista a mi padre; yo conocía perfectamente bien el idioma, me lo habían enseñado desde pequeña y hablarlo no sería un problema para mí en esta ciudad.
-Sí…-respondió mi madre tratando de ser cortés.
-¿De dónde vienen?
-Forks, Washington.-le contestó con un tono indiferente mi padre.
-Bueno, pues bienvenidos, Quebec es una ciudad muy tranquila, les gustará.-parecía que el tono de mi padre lo había obligado a terminar la conversación.
El taxi se detuvo, habíamos llegado.La casa era pequeña, modesta; mi mamá la había elegido sin duda alguna.
Era una casa de dos pisos, no era muy grande, pero era linda. Los muros eran de color azul; la puerta, y algunos otros adornos en blanco. En el según piso había un pequeño balcón. Cuando mis padres terminaron de bajar las maletas del taxi entramos a la casa; la sala de estar estaba conectada con el comedor, por dentro la casa era igual de acogedora que la pequeña cabaña que teníamos cerca de Forks; subimos y mi mamá me mostró mi habitación, era más pequeña que a la que estaba acostumbrada pero la decoración era especial, los muros eran de un color amarillo tenue y en la cabecera de mi cama había un pequeño sol pintado, los muebles estaban hechos de madera fina, lo que le daba un toque más rústico a mi habitación. Las sábanas de mi cama combinaban a la perfección con toda la demás decoración; me senté sobre la orilla y le pedí a mi mamá que me ayudará a desempacar, necesitaba que alguien me acompañara; por primera vez me sentía sola.
Mi padre nos aviso que saldría a comprar comida para mí; no lo detuve, quería hablar con mi mamá, después de todo ya estaba más tranquila.
-¿Por qué?- pregunté tomando la ropa para acomodarla en los cajones.
-¿Por qué?-Sí, ¿por qué decidió esto? ¿Por qué no lo detuviste? ¿Por qué no te opusiste a su decisión?-pregunté con un tono de voz, que jamás había usado con mi madre, un tono indiferente.
-Nena, relájate.-me dijo tomándome de los hombros para que la mirara.
-Lo siento.-dije aparatando la mirada por la vergüenza.
-Tu papá decidió mudarse porque piensa que Jake es peligroso; eso si lo sabías. No lo detuve, porque Jake estuvo de acuerdo en que te trajéramos a Canadá…
-¿Qué?-la miré a los ojos.
-Jacob también tuvo voz y voto en la desición.
-¿Jacob… pidió que… me alejarán de él?- pregunté con la voz entrecortada, el nudo en mi garganta había regresado.
-Sí.-Pero… la… la impronta…-no pude formular mi pregunta; por más que trataba de llenar mis pulmones de oxígeno, parecía que este había desaparecido.
-Nunca antes se había sabido de un licántropo que se apartará de su impronta por decisión propia, pero…-mi madre estaba hablando, lo notaba en sus labios, pero no escuché sus palabras.
-Pero, ¿cómo es que mi padre aceptó algo como esto?-las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.
-Ambos acordaron intentarlo al menos por unos meses, sólo para probar…
-¿probar? ¿Probar qué?-¡No soy un experimento!-grité, fue lo único que se me ocurrió decir.
-Pequeña, sé que esto no te afectará tanto como crees.Caí al suelo, una vez más estaba destrozada. Jacob pidió que me alejaran de él, tenía que hablar con él lo más pronto posible.
-¿Puedo hablar con Jake?- le pregunté a mi padre.